La orden parece clara: no hablar, ni tan siquiera mentar, a Luis Bárcenas. Tampoco decir nada sobre la investigación interna que hace justo una semana anunció el propio Mariano Rajoy a su plana mayor, y de la que apenas se conocen detalles. El presidente en este sentido es esquivo: nada quiere decir salvo que Carmen Navarro, la actual tesorera del PP, tiene vía libre para tomar cualquier decisión que considere oportuna
Siete días después, Génova13 se ha convertido en una especie de búnker. Navarro, discretísima, no quiere tener contacto alguno con los medios. Tampoco con aquellos cargos que no sean de su entera confianza. Se sabe que ha empezado a revisar la contabilidad, un trabajo arduo habida cuenta de que la auditoría interna abarca hasta el nacimiento del PP, en tiempos de Manuel Fraga. Pero lo que más intriga es cómo va articular la otra vía de la investigación: saber si existieron, o no, pagos opacos a dirigentes de la cúpula.
En medio del secretismo imperante, la dirección nacional ha rebajado las expectativas de lo que parecía que iba a ser un rosario de cargos del PP frente al despacho de la tesorera. Navarro pedirá información "concreta" a quienes así estime oportuno, pero no será un interrogatorio. María Dolores de Cospedal fue clara en este sentido: "No somos ni la Justicia ni tampoco la Policía".
De momento, nadie ha confirmado a este diario que haya recibido la llamada de la responsable de las cuentas del PP. De hecho, todo podría quedar en contactos telefónicos. La consigna es no decir absolutamente nada de sus averiguaciones hasta que termine. El martes, preguntado expresamente por el asunto, Alfonso Alonso dijo no tener conocimiento de cuáles están siendo las tareas de Navarro. El lunes, pese a la tormenta interna, no se reunió el Comité de Dirección.
El presidente, en una conversación informal con periodistas, aseguró que no va a hacer declaraciones grandilocuentes hasta que los tribunales hablen, en el caso de la fortuna amansada por Bárcenas en Suiza, y la "comisión interna" se pronuncie, amén de lo que diga la auditoría externa que vendrá a posteriori. "¿Pero se siente responsable?", se le preguntó, a raíz de las informaciones publicadas. "Estaré a las conclusiones de esa comisión", se limitó a contestar.
Este miércoles, en una sesión de control extraordinaria nacida del escándalo del extesorero, Rajoy no le citó. Se escudó en el anunciado pacto contra la corrupción y en la Ley de Transparencia en trámite para solemnizar que acabar con esta lacra es una prioridad para el Gobierno. Aunque pudiera parecer inusual, tampoco Alfredo Pérez Rubalcaba le sacó a colación el nombre de Bárcenas, y sólo se atrevió con Naseiro: "Ustedes se fueron de rositas con triquiñuelas legales. La impunidad en este país, por suerte, ya no existe", fue su única crítica.
Fuentes gubernamentales reconocen que Rajoy ha hablado del asunto con el líder de la oposición, y ambos coinciden en no alimentar esta polémica y tratar de dar solución a un asunto que desgasta enormemente a la clase política en general. Admitieron que están preocupados.
La única que habló de forma clara y directa sobre el caso fue Ana Mato, hoy ministra de Sanidad pero hasta 2011 vicesecretaria de Organización del PP. Había mucha expectación sobre cuál iba a ser el sentido de sus palabras. Mato fue taxativa: "Estoy absolutamente segura", dijo, de que no ha existido financiación irregular. Tampoco "ningún comportamiento de este tipo", en relación a los supuestos sobresueldos.
La actual alcaldesa de Ciudad Real, Rosa Romero, anterior responsable de Política Municipal de la dirección, admitió al diario El Mundo que recibió extras, pero que eran absolutamente legales. "Recibimos dinero en sobres, sí, pero lo declaramos", contestaron varios cargos de la cúpula a este diario. Muchas miradas se posan en las campañas electorales, y si hubo o no pagos en B.