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Los sindicatos de estudiantes juegan a la revolución y quieren tumbar al Gobierno

La manifestación estudiantil de este miércoles en Madrid ha reunido a unos pocos miles de personas que no parecían muy preocupados por la educación.

La manifestación estudiantil de este miércoles en Madrid ha reunido a unos pocos miles de personas que no parecían muy preocupados por la educación.
Estudiantes se manifiestan

Lo primero que llamaba la atención al llegar junto a la cabecera de la manifestación convocada este miércoles por el Sindicato de Estudiantes era el penetrante olor a porro que llenaba la zona. Un aroma que iba impregnando no pocas zonas de la corriente de personas que recorría la madrileña calle de Atocha moviéndose en dirección a Sol, pero que en ningún lugar era tan intenso como junto a la cabecera que abría la marcha protestando por la "reforma franquista" del ministro Wert.

La cabecera iba precedida de un pequeño camión en el que un potente equipo de sonido con varios grandes altavoces reproducía, a un altísimo volumen, las consignas que iba recitando un espigado maestro de ceremonias que difícilmente pasaría por estudiante universitario, no digamos ya de secundaria, y cuyo aspecto difería mucho del de la mayoría de los que encabezaban la marcha, estos sí muy jóvenes y con aspecto de pasar la mayor parte de su tiempo entre el parque y el instituto.

Muchas consignas, muy poca educación

Otro aspecto de la manifestación que llamaría la atención del observador no avisado han sido los poquísimos eslóganes que se han coreado que tuviesen relación alguna con la educación o con la reforma educativa.

Ni siquiera los recortes han centrado la mayor parte de la atención, que se ha destinado a insultar al Gobierno –los "¡hijos de puta!" a Rajoy y a Wert han sido continuos-, a reclamar la república, a insultar a la banca o a algunos banqueros e incluso a gritos tan extemporáneos como "¡Madrid será la tumba del fascismo!", que se ha coreado con entusiasmo singular al transcurrir la manifestación junto al monumento a los abogados de Atocha.

Se han gritado también consignas violentas que en los últimos meses son habituales en este tipo de demostraciones, por ejemplo: "nuestros recortes serán con guillotina" o "la próxima visita será con dinamita".

"Grapo, Grapo, Grapo" y "tiro en la nuca"

Sin embargo, un grupo reducido de manifestantes –si bien nadie les ha reprochado nada- se decidía por innovar con eslóganes más gruesos y, si me apuran, incluso delictivos: "Si esto no se arregla... Grapo, Grapo, Grapo; si esto no se apaña... tiro en la nuca" gritaban convencidos, con idéntico respeto por la rima y por la ética más básica.

Otros, en una línea más festiva se disfrazaban de mimos, se pintaban la cara de blanco con una lágrima y paseaban una figura de cartón representando la Muerte y en la que habían pegado una fotografía del ministro Wert. Lo único que cabe lamentar es que, pese a su atuendo, gritaban como los que más.

"Tumbar al Gobierno"

Tras discurrir por una serie de calles estrechas –la parte alta de Atocha o Carretas- que podían transmitir una idea equivocada de la asistencia lograda, la manifestación ha desembocado en la Puerta del Sol, donde se ha podido ver con claridad que el número de manifestantes no pasaba de los pocos miles: incluso estando bastante desperdigados no alcanzaban a ocupar más de una quinta parte de la superficie de la plaza.

El hecho objetivo de ver la Puerta del Sol sólo un poco más ocupada que un día normal no ha impedido, eso sí, que los convocantes aseguren que la manifestación ha contado con la asistencia de 40.000 personas.

Una vez en Sol, y en medio de una indiferencia bastante generalizada exceptuando el grupo más cercano, el líder del Sindicato de Estudiantes, el conocido Tohil Delgado, ha lanzado un incendiario discurso como cierre de la celebración.

En él, Delgado ha pedido a los partidos de izquierda y a los grandes sindicatos la convocatoria de una huelga general que tumbe al Ejecutivo, ya que no "nos vale con que se vaya Rajoy, queremos que se vayan todos y que se cree un Gobierno para el pueblo, para los trabajadores y para la juventud".

Toda una demostración de ambición después de haber reunido en las calles a unos pocos amigos que, por muchas consignas altisonantes que profieran, más que querer hacer una revolución parece que estén jugando a hacerla. 

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