Mariano Rajoy quiso lanzar un mensaje muy claro ante los suyos, reunidos por espacio de más de dos horas en Génova13: España hoy estaría en una situación infinitamente peor en caso de haber solicitado el rescate. "Hace un año todo el mundo hablaba de un rescate y pedía la intervención", recordó. Llamar a la puerta del BCE hubiera traído ceder aún más soberanía nacional, prácticamente toda, y el Ejecutivo no controlaría qué medidas tomar, fue parte de su argumento.
Para evitar ese "crac", según Rajoy, la única opción era la subida de impuestos: "Haberlos subido ha impedido un rescate que nos hubiera obligado a muchos más impuestos", fueron sus palabras, según las fuentes consultadas. Desveló que en aquellos momentos de gran tensión "tenía cartas de líderes de la UE" reclamando, por ejemplo, un aumento de la carga impositiva -el IVA- del 21% en la hostelería. En caso de rescate, "esas cartas serían una obligación", enfatizó. Esto es, explicó luego su equipo, que Brusela decidiría "cuánto subir el IVA o el IRPF sin pensar, en ningún caso, en los españoles".
Rechaza "bajadas grandes de gasto"
Posteriormente, en rueda de prensa en Moncloa junto a su homólogo italiano, Enrico Letta, marcó su línea de acción con la modificación del objetivo de déficit público convertida en realidad: “Es más razonable y ya no tendremos que hacer ni subidas de impuestos importantes ni bajadas grandes de gastos”. Según el Gobierno, el tajo en la administración ha sido muy elevado -de 20.000 millones de euros el año pasado- y se tiene que relajar, a pesar de la promesa de adelgazarla.
Sobre una posible bajada los impuestos, Rajoy precisó: “La moderación, la prudencia y el futuro aconsejan mantenerlos este año y ver que pasa en 2014, pero en 2015 se bajarán seguro”. En el Ejecutivo se está deslizando a sus barones que podrían venir buenas nuevas en este sentido a finales de 2014, víspera de las elecciones autonómicas y locales -mayo del año siguiente-. “En cuanto podamos, bajaremos los impuestos", se reitera una y otra vez.
Aguirre pide bajar el IRPF
En el Comité Ejecutivo, Esperanza Aguirre abría el turno de preguntas. La expectación sobre ella era máxima después de que pusiera voz a la corriente crítica del PP. La líder del PP de Madrid agradeció a Rajoy sus explicaciones y dijo entender las decisiones que tomó. El presidente le correspondió asegurando que tratará de explicarse mejor a partir de ahora. Pero Aguirre volvió a tomar la palabra: "Siempre he pensado lo mismo sobre impuestos", puso como base. Y entonces entonó lo que hasta ahora era una reclamación que siempre se hacía entre bambalinas: "Hay que bajar el IRPF", recomendó, aprovechando que la UE ha dado más margen para cumplir el objetivo de déficit público.
Cristóbal Montoro terció entonces en el intenso debate: "En los tres años que estuviste en el Gobierno -desde 1996 a 1999- no se bajaron los impuestos", le espetó. Algunos entendieron en las palabras del titular de Hacienda una amonestación a Aguirre. También lanzó otro dardo sobre la segunda de las cuestiones que más ampollas provoca: el retraso en el adelgazamiento de la administración. "Jamás hicimos un ajuste en la administración con Aznar como el de ahora", se defendió Montoro, que ocupaba entonces las mismas responsabilidades que ahora. Desde FAES, la fundación que preside el expresidentes, se ha reclamado insistentemente que se inicie la poda cuanto antes.
Rajoy también sacó pecho de la reforma que viene en camino: "Lleva pendiente 30 años, no se hace de un día para otro", se justificó. "Llevamos hablando más de 30 años de ella", añadió, dejando entender que nadie hasta la fecha ha hecho nada por solucionar un problema en el que trabaja la CORA, comisión encargada a tal efecto, y que tendrá su informe listo antes de junio. Con Letta, precisó que no traerá consigo un gran recorte de gasto público.
Mensaje de Cospedal a los críticos
El tono del presidente, combativo, gustó a prácticamente todos, incluidos a los críticos. Pero, ya a la salida, se confesaron impacientes de ver el nivel de la reforma de la administración. A ellos, precisamente, se refirió la número dos del PP en rueda de prensa: "He leído lo que se ha escrito acerca de las supuestas fuentes del PP. No son autorizadas y no veo el nombre y los apellidos (...) En cuanto a la intensidad de las mismas, las pongo en duda", contestó, dejando en evidencia el malestar de la cúpula por el movimiento en sus estructuras.
En todo caso, precisó Cospedal, "hoy nos hemos reafirmado más en el objetivo y en el cumplimiento de los mismos". Y cierto es que el nivel de queja disminuía al término del cónclave, plagado de ausencias. De nuevo, destacados barones no acudían a la cita, como José Antonio Monago(Extremadura), José Ramón Bauzá (Baleares), Luisa Fernanda Rudi(Aragón) o Alberto Núñez Feijóo (Galicia). "Se notifican y se piden excusas", restó importancia la propia secretaria general.
Por lo demás, fue una cita en la que ya nadie sacó el nombre de Luis Bárcenas, a pesar de que aún hoy se siguen sucediendo informaciones al respecto, y en la que se sucedieron intervenciones tras la de Aguirre. Precisamente, sobre ella y no en muy buenos términos, se pronuncióCelia Villalobos, que le emplazó -sin citarla- a que tome la palabra en el Comité Ejecutivo pero no fuera.
Rajoy fue optimista, a juicio de los asistentes. Enumeró una batería de indicadores positivos para proclamar que España es ya "un país creíble". "Mi reto es superar las previsiones económicas", afirmó. En el Gobierno creen, y así lo dicen cada vez que pueden, que podrán dar la vuelta a las cifras del paro. Hasta entonces, tanto el presidente como su número dos exigieron al PP defender al Gobierno y afinar la comunicación. En este sentido, reconocieron que están fallando.