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Rajoy desoye a Aznar: "No voy a cambiar mi política"

Rajoy no teme un estallido interno. "Estoy tranquilo", dice, pese a que los suyos admiten que está "dolido" con Aznar. No cambiará su política.

Es parte de su forma de entender la política, su libro de estilo: hacer como si los problemas internos no existiesen y centrarse en lo suyo. Quienes bien conocen al presidente daban por descontado que, en ningún caso, iba a entrar en el cuerpo a cuerpo con su antecesor al frente del PP. Por muy molesto, incluso dolido, que esté por sus palabras, que lo está. Mariano Rajoy esbozó la mayor de sus sonrisas y, con ella, eludió contestar cada una de las preguntas que se le hacían, un total de seis, sobre la ya histórica entrevista. Ni tan siquiera quiso desvelar si la vio, y sólo citó a José María Aznar para afirmar: "No va a encontrarme ningún comentario contra un expresidente".

De esta forma, con su aparente indiferencia, el jefe del Ejecutivo imponía el silencio y se mantenía al margen de lo que él suele denominar "ruido" y que, a menudo, distrae a los suyos. Evidentemente, corroboran las fuentes consultadas, a Rajoy no le gustan "estos espectáculos". Más aún, enfatizan, cuando él "siempre" se ha mostrado "muy respetuoso" con Aznar, a pesar del paulatino deterioro de su relación. "¿Por qué ha querido abrir esta brecha? ¿Por qué ha puesto al partido ante la tesitura de elegir a papá o a mamá?", aducían. Ha sido "desleal" e "irresponsable", en opinión de declarados marianistas. Los trapos sucios se lavan en casa, defienden en Moncloa.

Rajoy no entró en esa guerra, que alimentó como pocos temas los círculos políticos. Tampoco la vicepresidenta ni la secretaria general de los populares, de su círculo más estrecho, entraron al trapo. Indiferencia. Pero lo que sí que hizo, y con contundencia, fue reafirmarse en su hoja de ruta. "¿En tiempo y forma?", le abordaron, tras la enmienda a la totalidad hecha por Aznar. "Hay un rumbo marcado, estamos en el camino de la recuperación y no voy a cambiar la política porque si lo hiciera estaría engañando a los españoles", fue su lapidaria respuesta.

Defiende a Montoro y su política

Así, de sopetón, Rajoy rechazó la espina dorsal del discurso del otro presidente del PP. Ante la "lánguida resignación", Aznar reclamó "objetivos históricos renovados" y "una acción decidida a favor de ese proyecto". En concreto, una reforma fiscal "urgente" que incluyera "ahora" una bajada de impuestos. El presidente le contestó sin citarle: "No voy a cambiar la política" aunque "la gente hace bien en opinar lo que le parece".

Pero es que, además, salió en defensa de su gabinete, tras el rejonazo a Cristóbal Montoro: "Estoy haciendo, con mi Gobierno, exactamente lo que debemos hacer". Y, en contra de lo dicho por Aznar, vio signos claros de que su plan económico es el correcto. "Estamos en el camino de la recuperación", llegó a decir. "Ya hay efectos positivos", insistió, sacando a colación el dato de las exportaciones o el de la inflación. Esto es, ni cambios en la política fiscal ni tampoco ampliación de la reforma laboral.

De las palabras del presidente se deduce que no cree que el PP vaya a estallar en clave interna a pesar de las críticas, cada vez más duras, de un sector ya con nombres y apellidos. Empezó Esperanza Aguirre, continuó Alejo Vidal Quadras y ahora es Aznar. "Puede insistir todo lo que quiera", contestó una y otra vez. "Ya he dicho todo lo que tenía y debía de decir. Mi obligación es gobernar, tomar decisiones y sacar adelante a este país", añadió. Ni una mención sobre la posibilidad de que el expresidente regrese a la primera línea, cosa que en privado descartan, ni tampoco sobre las críticas veladas del que un día fue su jefe.

Pese a tener muy claro lo que quería y no quería decir, lo que Rajoy no consiguió es que el asunto monopolizara la rueda de prensa, en Bruselas, al término de un Consejo Europeo centrado en la lucha contra el fraude fiscal. En este sentido, traía un buen dato debajo del brazo: los bienes y capital en el extranjero declarados este año a Hacienda han ascendido a casi 87.700 millones, el 9% del PIB. Su equipo ya sabía que sus intentos iban a resultar baldíos, a la vista de lo ocurrido durante toda la jornada en el Congreso de los Diputados.

El presidente, ya a micrófono cerrado, se declaró "tranquilo". Los suyos dan por descontado que Aznar no dará el paso y que, un día después, se ha visto bastante sólo. Algunos creen que ha sido "un toque de atención" y que "habría que tenerlo en cuenta". Otros añaden que "se molestó porque nadie ha dado la cara con él cuando se le ha implicado Gürtel". Sea como fuere, una idea nítida se deduce de la comparecencia de Rajoy en Bruselas: su intención es la de no hablar, bajo ningún concepto, del tema.

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