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Zapatero defiende al Rey, a los partidos y al poder judicial

Semanas después de Aznar, Zapatero ha tenido su propia intervención en el Siglo XXI, en la que ha defendido el sistema y no ha reconocido errores.

Las comparaciones suelen ser más odiosas para uno de los comparados, y en este caso, si se confrontan las intervenciones en el Club Siglo XXI de José María Aznar hace unas semanas y José Luis Rodríguez Zapatero este martes el menos satisfecho será el socialista, que ha despertado una expectación mucho menor y he reunido a mucho menos público.

Un público cuya primera fila parecía el banco azul del Congreso de hace unos años: un número realmente notable de exministros socialistas ha acudido obediente a la llamada del exjefe: Bono, Chávez, Salgado, Miguel Sebastián, un José Blanco que por momentos parecía aburrirse, Valeriano Gómez, Ángeles González-Sinde, Jordi Sevilla, Marcelino Iglesias, Beatriz Corredor o Cándido Gómez-Pumpido –que oficialmente no era miembro del Gobierno, eso sí…

Mucho más reducida era la nómina de los que todavía tienen algo que decir en el PSOE, aunque eso sí, estaba la casi todopoderosa Elena Salgado. Sin embargo, para buscar otra persona con cierto poder en el partido actual había que rebajarse a dos glorias locales: Jaime Lissavetzki y Maru Menéndez.

Un discurso muy de ZP

Presentado en términos elogiosos por el presidente del Club Siglo XXI, Eduardo Zaplana, Zapatero ha realizado un largo y aburrido discurso, muy en la línea de la retórica hueca y grandilocuente a la que el expresidentes nos ha acostumbrado durante su carrera política.

Palabras como "empoderamiento", "gobernanza", "apriorismos" o "fisiología" y "patología" brotaban de la boca de Zapatero cuidadamente engarzadas en frases de mucho sonido y escaso significado.

Sin embargo, entre los párrafos densos y empalagosos que iba pronunciando el que fuera líder del PSOE se han podido entresacar algunas ideas, no demasiado sorprendentes, eso sí. Así, el discurso de Zapatero se ha acabado convirtiendo en una defensa de todo aquello que, no sin falta de cierta razón, más cuestiona la opinión pública.

Para empezar, de los partidos políticos: "No hay democracia sin partidos políticos, aunque la democracia no empieza ni termina en los partidos, sino en los ciudadanos", ha dicho en una de esas frases sin excesivo significado tan del gusto de Zapatero.

Después la defensa se ha trasladado a su propio partido, del que ha alabado "su capacidad para la iniciativa y para salir al encuentro de los ciudadanos" y, finalmente, de la dirección socialista, de la que ha dicho "valorar el esfuerzo" y a la que ha ofrecido "mi respaldo" asegurando que "pueden contar conmigo para lo que quieran".

El Rey y el sistema judicial

En las que son probablemente las horas más bajas de la monarquía desde 1975 Zapatero no ha querido dejar de explicitar su apoyo al Rey. Así, pese a que no ha dicho nada de la monarquía como institución, sí ha mencionado "el papel que el Rey ha desempeñado en trances muy difíciles" de nuestra historia.

También ha tenido palabras de apoyo para el sistema judicial, expresando su "confianza en la Justicia" y afirmando que "nuestro poder judicial cumple con su mandato constitucional" y por esa razón tanto los sistemas de gobierno como de elección de los órganos judiciales "merecen nuestro respeto".

Sí ha reconocido Zapatero que son necesarios cambios y reformas, pero por supuesto ha evitado concretar cuáles o en qué línea, aunque eso sí, ha reiterado en varias ocasiones las virtudes de un "diálogo" sin el que "los nexos comunes se debilitan" o la necesidad de buscar "amplios consensos".

En este sentido, el expresidente ha querido d su apoyo al acuerdo entre PP y PSOE para hacer un frente común en Europa. "Sé por experiencia –ha asegurado- que estas cosas cuestan, pero cuentan y cuentan mucho en Europa".

Hablando del paro

Tras una larga y especialmente vacua perorata sobre la Unión Europea, Zapatero ha empezado a hablar del paro, un asunto cuanto menos espinoso para él, pero lo ha hecho con la misma tranquilidad y ausencia de autocrítica con la que ha hablado de todo lo demás.

Y es que Zapatero no sólo no ha reconocido sus errores, sino que ha presumido de su respuesta ante la crisis, a pesar de reconocer que no logró ganar la "batalla para frenar el incremento del paro" ha asegurado que alguna de sus polémicas medidas ya con la crisis en marcha "supusieron una transferencia de rentas para los sectores más desfavorecidos".

Finalmente, Zapatero se ha atrevido a ofrecer su solución para el problema del paro que no es otra que "un esfuerzo mayor de diálogo intenso, sin apriorismos" entre los partidos políticos y los "agentes sociales". Sólo así se logrará dar con "el problema estructural de fondo" que hasta ahora "no hemos sabido encontrar".

De nuevo las comparaciones

Finalizado el acto, un aplauso más breve que el que obtuvo Aznar, un público menos entregado y unos guardaespaldas especialmente agresivos contra los cámaras y fotógrafos –se ve que no se han enterado de los del talante- han vuelto a cernir la odiosa sobra de las comparaciones sobre el Club Siglo XXI.

Zapatero presumía al principio del discurso de haber decidido "interferir lo menos posible en el terreno que pertenece a los que tienen la tarea de gobernar o de dirigir la oposición", pero visto lo visto no parece que tenga mucho que decirles… ni que ellos vayan a hacerle demasiado caso.

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