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Javier Arenas está en el punto de mira de sus propios compañeros

Los críticos dicen que ya no forma parte del núcleo duro de Génova. Sus próximos, que mantiene la misma buena relación con Rajoy.

Los críticos dicen que ya no forma parte del núcleo duro de Génova. Sus próximos, que mantiene la misma buena relación con Rajoy.

El Partido Popular ha vivido estos días de verano a la espera, con cierta tensión, bajo la premisa mayoritaria -principalmente en las baronías- de que "así no podemos seguir" y "algo tenemos que hacer" para salir del bucle y lograr que Luis Bárcenas deje de marcar la agenda. Mariano Rajoy sabe del desgaste interno que el caso está provocando, de las fricciones cada vez más fuertes entre las distintas familias y del pesimismo que invade a los cargos. Pero, ¿ejecutará cambios a corto plazo? Alguien que largos años lleva junto a él responde: "Me resisto a creerlo".

Con el presidente enrocado -haciendo gala de su tradicional silencio, total este mes de agosto-, los populares tomaban otro camino: el de las especulaciones y teorías, comprobado que nada hasta la fecha ha servido para taponar la herida política generada por el extesorero. Más al contrario, se prevé un inicio del curso durísimo, como dio prueba la Diputación Permanente de esta semana. Muchos, incluidos varios ministros, han coincidido estas jornadas de descanso en que son necesarios cambios, primero en la estructura del PP. "Hay que hacer algo", repetían. Los tambores de crisis han llegado a sonar con fuerza, pero -dicen quienes han hablado con Rajoy en fechas recientes- no hay ninguna decisión tomada y, ni mucho menos, ganas de sacrificar a nadie.

En todo caso, el debate sigue instalado con fuerza en los cuadros populares. Y, por primera vez de forma muy clara, personificado en alguien muy especial: Javier Arenas. El líder andaluz no es un cargo cualquiera: es íntimo de Rajoy, su apoyo fue decisivo para él en el convulso congreso de Valencia, y estos años ha sido un colaborador clave, incluso para temas gubernamentales. Pero ha ido perdiendo apoyos en el PP, y ahora muchos le ven tocado. "Perdió su tren", según un presidente autonómico, en relación a las elecciones andaluzas. "No es que me lleve mal con él. Es que es el cambio necesario para remontar", argumenta.

Sus críticos dicen que hace ya tiempo que dejó de formar parte del núcleo duro de Génova, conformado por María Dolores de Cospedal y dos de sus homólogos en el cuadro noble: Carlos Floriano y Esteban González Pons. Él es vicesecretario general, por lo que participa en las reuniones de los lunes -si es que se celebran-, pero "no forma parte de las decisiones ni tiene interlocución" con ese núcleo de tres. Ya antes de su declaración ante el juez, un miembro de esa exclusiva cúpula le veía "fuera" de todo, y apelaba a la necesidad de un lavado de cara.

Su antigua amistad con Bárcenas, el temor de que existan grabaciones de voz que le impliquen y, por supuesto, su enemistad con Cospedal sitúan a Arenas en la picota. El paso de ambos ante la Audiencia Nacional fue la constatación, a juicio de varios cargos populares, de que "no se hablan, no se pusieron de acuerdo". Cada uno con sus equipos respectivos, con sus estrategias paralelas, se han quejado estos días.

Arenas no es Camps

Incluso sus próximos reconocen que está alicaído porque "lo que está viviendo no es plato de fácil digestión para nadie". Pero, también, advierten de algo sustancial: nada ha cambiado en su relación con el presidente. Saben de la situación delicada, "pero Rajoy le procesa el mismo afecto que siempre". No ha ocurrido como con Francisco Camps, explican: "Camps le mintió y fue por la espalda. Nada de eso hay con Arenas", dicen. Y si el jefe del PP le quiere mantener, Cospedal aceptará. En esto coinciden todos.

"La única opción es que Rajoy le buscara otra cosa a Arenas, pero no es el momento", concluyen este análisis varias fuentes. En Moncloa, un alto cargo asegura: no habrá cambios inmediatos o, al menos, no radicales. La Convención Nacional, escenario probable para los mismos, tiene visos de retrasarse hasta finales de año. Además, desde Presidencia se recuerda que, por la vía judicial, nada hay que empañe nombre alguno. Y añade: si lo hubiera, se actuaría. Aún más, se espera el archivo de la causa en breve. Aunque, claro, se omite el hecho de que sí haya cargos quemados políticamente.

La agenda del presidente

Rajoy reaparece el próximo sábado, en el tradicional mitin de Sotomayor (Pontevedra), pero todas las miradas están puestas en el Comité Ejecutivo convocado para el lunes dos de septiembre. El presidente empieza fuerte y volverá "a hablar del asunto", según la tesis más extendida. Esa misma semana, el PP intentará recuperar la iniciativa política con una Escuela de Verano que lleva por eslogan "dicho y hecho" y que se centrará en la economía. Arenas sube en este foro en un atril tras una larga temporada alejado de los medios -sus últimas declaraciones han sido pactadas-.

Pero, para miembros del Ejecutivo y el partido que le sustenta, se necesita de un "revulsivo mayor". ¿De qué tipo? "Yo no sé cuál es la solución, lo único que tengo claro, y he hablado con mucha gente este verano, es que así no podemos seguir", apunta un diputado nacional. El mes de julio fue especialmente duro y complejo de gestionar. Y el verano, aunque tranquilo en apariencia -con vacaciones al uso, de un mes-, ha estado marcado por la expectativa a posibles cambios o, al menos, de "hacer algo" para que Bárcenas no lo monopolice todo. Incluso los denominados sorayistas han empezado a tomar partido, tal y como avanzó este diario.

Moncloa se mantiene al margen. No cierra las puertas a nada, pero ve improbable cambios bruscos -y, sin duda, dejar caer a Arenas sería todo un terremoto-. La última palabra la tendrá Rajoy, al que sus interlocutores ven "recuperado" y "tranquilo". Como suelen decir los suyos, con la "cabeza fría" y pensando en sacar a España de la crisis. En Sotomayor volverá a dirigirse a los españoles tras su contundente intervención en el Senado, de la que, pese a ello, quedaron vivos más de un interrogante.

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