En el mejor escenario, el Gobierno esperaba que el parón navideño diluyera la polémica por la ley del aborto. Pero lejos de menguar, la discusión va a más y entre sus propias filas. Tanto que, un día antes de que Mariano Rajoy reúna a la cúpula del PP, sus barones se dedicaron a avivar el debate y a lanzarse reproches.
En esta ocasión las discrepancias no son en privado, como así ha ocurrido en otras tantas ocasiones. Con nombre y apellidos, varios presidentes autonómicos han mostrado su rechazo a la norma y amagan con abrir el debate en el seno del Comité Ejecutivo, en el turno de réplica. Si tal extremo se produce, Alberto Ruiz-Gallardón está preparado para la réplica, evitando así que el presidente se tenga que mojar en profundidad sobre la cuestión.
"Vamos a ver si aquellos que han levantado la voz sobre algunas decisiones son capaces de alzarla en un comité ejecutivo", retó el valenciano Alberto Fabra, que se ha situado del lado del titular de Justicia. "Algunos tienen mucha facilidad para hacer declaraciones fuera de los principios de lealtad, compromiso y defensa de los valores que representa el partido", dijo sin medias tintas.
Fabra fue muy claro en su ataque a José Antonio Monago, de su mismo partido: "Esas voces discordantes quieren quedar bien con otros que están apoyando a su gobierno y no con aquellos que le están votando". Esto es, su alianza con Izquierda Unida para gobernar Extremadura.
Monago, lejos de achantarse, ahondó en la cuestión. "A ver si los que no están donde tienen que estar son otros, porque probablemente con el modelo de consenso tendríamos una regulación como tienen los conservadores británicos, que están con una ley de plazos, o el modelo francés, que tampoco es criticado por la derecha francesa", argumentó, también situando en su tesis a los cristiano-demócratas alemanes.
González recuerda el programa del PP
Desde Madrid, una de las grandes plazas del PP, Ignacio González se descolgó de los críticos para recordar que la reforma "no es una cuestión de gustos" sino "el compromiso" adquirido por la formación antes de concurrir a las generales. "Habrá que estar a lo que el Gobierno haya establecido y, sobre todo, a lo que resulte del trámite parlamentario", destacó. Un trámite que traerá cambios no hondos pero sí significativos, según avanza ya el Ejecutivo.
La brecha pública aumenta, con mofas incluidas por parte de Monago y Fabra. Incluso Juan Vicente Herrera, de perfil discreto y que se caracteriza por ser fiel aliado de Rajoy, abogó en esta ocasión por "esperar a conocer la doctrina" del Tribunal Constitucional. Aún más, reclamó atención para las "opiniones sensatas" de los regidores de Zamora y Valladolid, ambos médicos y contrarios a los planes de Gallardón. "Debate no" pero sí "expresión de una preocupación extraordinariamente sensata por parte de dos personas de reconocido sentido común", aseveró.
El presidente querrá vender los signos cada vez más claros de recuperación económica. De hecho, los cargos consultados no esperan escuchar un análisis profundo de Rajoy sobre el aborto. Por lo que todo dependerá de que algún integrante del comité -del que forman parte los barones- tome la palabra. "Espero que se mejore el proyecto", afirmó recientemente Alberto Núñez Feijóo, el líder regional con más predicamento interno a día de hoy.
El debate puede ser intenso o ni tan siquiera celebrarse. Algunos de los protagonistas aseguran que "puede" que tomen la palabra. También estarán presentes quienes defienden los cambios, como Jorge Fernández Díaz. Otros, como María Dolores de Cospedal, siguen guardando silencio. En su balance del año, Rajoy reconoció división en el PP pero defendió "el equilibrio" de la norma. Este miércoles, buscará pasar página y hablar de economía, en un año de elecciones europeas aún sin candidato.