En este tipo de encuentros, la discreción para el presidente es lo más importante. La cita nunca forma parte de la agenda pública y se informa al personal imprescindible. Este martes, Mariano Rajoy mantuvo uno de esos despachos con Íñigo Urkullu para abordar, principalmente, la situación de la banda terrorista ETA. La reunión, que avanzó El País, no fue confirmada ni desmentida oficialmente por la Secretaría de Estado de Comunicación.
La reunión se desarrolló en el palacio de la Moncloa justo el mismo día en el que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, mantenía otro encuentro con el portavoz de CiU en el mismo complejo. "Lo normal es que hablaran de ETA y de lo que ocurre en el País Vasco", deslizaban las fuentes consultadas. Poco más.
El encuentro llega después de que Arantza Quiroga pidiera a Rajoy que se sentara con el lehendakari. La líder del PP vasco, que cada día tiene más influencia y que fue aclamada en la reciente convención nacional de Valladolid, ha pedido formalmente tender puentes con el PNV y diseñar una estrategia conjunta. El presidente, recalca su entorno, siempre está dispuesto a hablar pero no modificará la política penitenciaria. En público, en fechas próximas, ha repetido una y otra vez que no habrá cambio alguno en la política antiterrorista y le ha dicho a ETA que el único camino que le queda es la disolución sin pedir nada a cambio.