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Mas coloca su mitin nacionalista ante el príncipe Felipe en la inauguración del Mobile World Congress

Define Cataluña como una "antigua nación de Europa"; don Felipe, que habló en catalán, defendió la colaboración institucional.

Define Cataluña como una "antigua nación de Europa"; don Felipe, que habló en catalán, defendió la colaboración institucional.

El presidente de la Generalidad, Artur Mas, aprovechó la cena inaugural del Barcelona Mobile World Congress, en el palacete Albéniz de la Ciudad Condal para endosar un mitin al centenar largo de asistentes al acto institucional. En presencia del príncipe Felipe, del ministro de Industria, José Manuel Soria, de la delegada del Gobierno, Llanos de Luna, el alcalde Xavier Trías y de los máximos representantes de empresas de telefonía como Telefónica, ATT o Vodafone, Mas, que sólo habló en inglés, dio la bienvenida "a la capital de una antigua nación de Europa" que había sabido mantener "su idioma, cultura e identidad". Sin aludir directamente al proceso separatista, subrayó que esa "nación" debe tener cabida en un mundo globalizado y que fue la "región de Europa" que más inversión extranjera atrajo el año pasado, en una alusión a que las tensiones políticas no afectan a la economía.

Los servicios de protocolo lograron que Mas, al menos, fuera breve. El protagonismo era para el príncipe Felipe, que afrontaba con esta cena el primer acto de la visita de tres días que emprendió este domingo a Cataluña, en un momento de máxima tensión política, con el proceso separatista en pleno apogeo y con la institución monárquica en horas complejas. Para su primer discurso empleó el español, el catalán y el inglés, defendió las virtudes académicas y profesionales de los jóvenes españoles y veladamente aludió a la situación política al afirmar que el congreso que reúne a la mayoría de las grandes compañías de comunicación del mundo era posible gracias a la "mejor colaboración institucional", fase de su intervención que pronunció en catalán.

En la fotografía de familia, Mas procuró en todo momento mostrarse distendido y sonriente, aunque su séquito no ocultaba el malestar por la brevedad impuesta a la intervención del líder separatista catalán. Sin embargo y al tiempo, se ufanaban por haber conseguido "colocar el mitin" ante el príncipe y algunos de los más importantes empresarios mundiales de las tecnologías de la comunicación.

La tensión rodea al presidente de la Generalidad, a cuyo paso se generan toda clase de incidentes "protocolarios". Mas intenta ejercer de primera autoridad de un estado independiente al amparo de su condición de representante ordinario del Estado español en Cataluña. Además, en la estrategia nacionalista la visita del príncipe es una oportunidad para amplificar el "conflicto" y reivindicar la consulta como única salida de un proceso ya irreversible.

El temor a que se produzca más de un chirrido protocolario está fundado. El presidente de la Generalidad ha dado motivos en los últimos meses como para esperar de él cualquier desaire, salida de tono o conducta inapropiada. El precedente más lejano está en el pasado mes de octubre, cuando Mas se negó a asistir a la entrega de una medalla de Fomento (la patronal catalana) al presidente de Telefónica, César Alierta, porque el protocolo otorgaba prioridad a la vicepresidencia del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que era la presidenta en funciones por un viaje de Rajoy. Mas no estaba dispuesto a tolerar que la vicepresidenta le restara plano y estuviera por encima de él en el "elenco" de autoridades.

Tensión en aumento

Desde ese momento, los desencuentros de Mas con quien se cruzara a su paso han subido de tono. La penúltima cita del dirigente nacionalista con lo más selecto de la "sociedad civil" y el empresariado, en la casa ampurdanesa del "cazatalentos" Luis Conde, mostró a las claras la frialdad y tensión que envuelven al president, cuya manera de irrumpir en el Mas de Fonteta (la finca de Conde) fue digna de una celebrity. Llegó el último, entre extraordinarias medidas para evitar las fotografías. Ese encuentro, celebrado horas después de la convención del PP en Barcelona, perseguía restaurar los puentes entre CiU y la formación de Mariano Rajoy, pero los presentes pudieron comprobar el escaso interés de Mas por establecer un contacto razonado o al menos visual con los dirigentes populares allí presentes (Esperanza Aguirre, José Manuel Soria y Moragas, entre otros) y la nula sintonía con los empresarios, muchos de los cuales han optado por darle la espalda ante el perfil cabizbajo y huraño del que hace ostentación el dirigente de Convergencia.

El siguiente encontronazo se produjo en la presentación del libro Capitanes de industria, del profesor Francesc Canosa. El pasado 14 de febrero, ante lo más selecto del empresariado catalán, con Josep Oliu (Banco de Sabadell), Josep Lluís Bonet (Freixenet), Víctor Grifols además de los Esteve, Carulla, Conde y un largo etcérera que abarrotaban el salón de actos del Banco de Sabadell, Mas exigió el apoyo de los empresarios para el proceso separatista y llegó a espetarles que "hay veces que en lugar de hacer de señorito hay que hacer de currante". El pasmo de los presentes era notorio ante la bronca de Mas. Pocos días después, el presidente de la COE, Joan Rosell, y Fomento, con Gay de Montellà al frente, respondían a los requerimientos de Mas con una apelación al "diálogo" entre el Gobierno y la Generalidad.

Reticencias empresariales

Pese a que los empresarios catalanes sostienen la demanda de un cambio en el sistema de financiación así como la tesis de que Cataluña padece un desequilibrio fiscal en relación a otros territorios de España, Mas no está conforme con su tibieza respecto a la consulta. No le vale que reclamen diálogo y así lo dijo en la última cita empresarial, la de la sonada bronca entre abogados. ¿Diálogo para qué?, dijo Mas, que admitió que Rajoy se niega a contemplar la hipótesis de la consulta. Al término del almuerzo, en el Salón de los espejos del Liceo, al abogado Emili Cuatrecasas se le ocurrió cerrar el acto con la petición de que se llegara a un acuerdo "entre España y Cataluña" y fue conminado a callarse por uno de los presentes porque era una "falta de respeto" hablar después del president.

Mas no ha conseguido todo el apoyo empresarial que quería y sus presiones han causado una profunda división en las entidades que agrupan a empresarios, directivos y economistas. En este contexto, nadie espera un gesto en la dirección que los empresarios intentan marcarle. La posibilidad de un nuevo pacto fiscal debería obligar a un cambio de actitud, sostienen los empresarios, pero el líder nacionalista no se apea de la consulta.

Cita con Godó

En esas condiciones, se confía en que la habitual contención y el borbónico saber estar del príncipe sirvan para minimizar los "incidentes" protocolarios con Mas, pero no se descarta precisamente que el presidente de la Generalidad aproveche las comparecencias coincidentes en los próximos días para exponer con crudeza el "proceso" ante el heredero de la Corona. El riesgo es evidente y Mas ha dado sobradas muestras de estar dispuesto a rebasar cualquier barrera, sea legal, formal, protocolaria o diplomática.

El editor de La Vanguardia, el conde de Godó, será el anfitrión de la cena de mañana. El príncipe está invitado a su domicilio particular, donde se darán cita algunos de los más ilustres miembros del foro Puente Aéreo, un grupo empresarial que va de Florentino Pérez a José Manuel Lara, de Oliu a Fainé, de César Alierta a Isak Andic. Allí tendrá ocasión de pulsar la última hora del "proceso".

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