En el partido en el Gobierno se respira inquietud. Estos días, se están reuniendo sus órganos regionales y locales para analizar la debacle electoral, viendo lo ocurrido distrito por distrito. Y lo allí escuchado dista mucho del discurso presidencial. "En las grandes cuestiones", afirmó Mariano Rajoy ante el Comité Ejecutivo, "no nos estamos equivocando". Una autocrítica que Miguel Arias Cañete llegó a acotar a la comunicación.
Oficialmente, el PP ha abierto un proceso de análisis de los resultados y en los próximos meses elaborará un plan de acción para recuperar el apoyo ciudadano. En paralelo, se elaborará una encuesta "potente" que ayude a dilucidar la estrategia a seguir de aquí a los próximos comicios. Pero, colocado el titular en los medios, el propio Rajoy ya ha dejado claro que su baza es la recuperación económica mientras que María Dolores de Cospedal, en línea con Cañete, se refirió a la "comunicación" como el problema capital.
Mientras el presidente se muestra confiando, sus barones autonómicos se revuelven. Creen que la autocrítica ha de ser profunda porque los problemas son importantes. Sólo horas después del batacazo, los líderes de Madrid -Esperanza Aguirre, Ignacio González y Ana Botella- y el de la comunidad Valenciana -Alberto Fabra- apostaron por hacer "muchas reflexiones" ante "el duro golpe al bipartidismo".
"No podemos decir que el problema es únicamente el de la comunicación, que también. Esto es más grave. Los nuestros se han quedado en casa y para sacarles de nuevo a los colegios electorales hace falta política. Más política", resumía un alto cargo autonómico. En este sentido, el influyente Alberto Núñez Feijóo terciaba en el debate para sumarse a este coro de voces y advertir: si no se explican "bien" determinadas decisiones "costarán muchos votos" al PP.
Más allá de la comunicación, el presidente gallego acumuló otro motivo más: los casos de corrupción. "Los asuntos de la corrupción han tenido un peso no menor en la decisión de muchas personas, sobre todo en las que no han ido a votar", fue su aviso. Y añadió: "No basta con recuperar los indicadores económicos; es fundamental, imprescindible, pero también hay que recuperar la ilusión e los ciudadanos por las instituciones y trasladarles que lo que hacemos es lo que harían ellos si estuviesen en nuestro lugar. No es sólo centrarnos en solucionar las cifras de la gente, sino también solventar y conectar con sus problemas".
"Política", se insistió desde círculos parlamentarios. "Hay que ponerse a trabajar, pero no en septiembre, hay que hacerlo ya", en opinión de un diputado madrileño, muy crítico, por cierto, con Pedro Arriola. Una toma de decisiones que, en voz de cargos rasos, también debería de incluir cambios internos. "Tenemos que elegir a aquellos candidatos con los que tengamos más posibilidades", recetaba uno de ellos. Salieron a colación los nombres de Botella y Fabra, pero también el de Mercedes Fernández, la líder del PP de Asturias.
Algunos alcaldes ya han mostrado sus miedos a la dirección nacional, aunque de forma no oficial. "Tenemos que salir a la calle con nuestro discurso de siempre, porque son los nuestros los que nos han dado de lado", según un regidor que también tiene despacho en Madrid. "Por supuesto, hay que apostar por la economía, pero sin olvidarnos de que somos el PP", añadió. En un mitin se escuchó como algunos simpatizantes gritaban "dónde está Bolinaga".
A la espera de ese plan y de esos cambios, si es que llegan, Rajoy apuesta por la "moderación" y el "centro", manteniendo la economía como gran prioridad. "Espero que la gente comprenda al final que no hemos tomado decisiones caprichosas ni que respondieran a prejuicios ideológicos, sino que lo que intentamos fue defender los intereses generales en una situación muy difícil", destacó en Bruselas. "Lo mejor", auguró, llegará en lo que resta de legislatura.