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Botella cede a las presiones internas y el PP advierte del "problema" que supone Madrid

Fue recibida por Rajoy en la Moncloa este martes. Aznar le apoyó y bendijo el paso atrás. Aguirre, Soraya y Cifuentes, a la espera.

Hacía tiempo ya que tenía la decisión tomada. "No perjudicaré a mi partido", solía repetir en privado a quienes le preguntaban por su futuro político, una y otra vez, desde que sustituyó a Alberto Ruiz Gallardón al frente del ayuntamiento de Madrid. Ana Botella da un paso atrás, aunque concluirá una legislatura en la que -se reivindica- ha hecho un trabajo gigantesco con una herencia complicada que jamás pudo criticar. La tragedia del Madrid Arena le marcó, pero también los contubernios en su propia casa política. "Nos han atacado desde el primer día. En ocasiones, ha sido muy duro". Ella siempre quiso resistir, pero vio que estaba prácticamente sola.

Mariano Rajoy lo supo a primeros de septiembre vía conversación telefónica y le recibió este martes por la mañana en la sede gubernamental. No le dijo que se fuera, fue ella quién tomó la decisión. Botella era perfectamente consciente de lo que se susurraba en no pocos despachos de la Moncloa y Génova13, sede nacional de la formación. Desde hacía tiempo "era como si su partido, aquél donde ha estado toda su vida, ya no fuera suyo". En un importante sector del PP se había instalado la tesis de que con ella era prácticamente imposible ganar las elecciones, y no dudaron en azuzar. Los sondeos internos -ciertos o no- que periódicamente se filtraban a los medios no hacían sino corroborar la opinión de esta corriente.

Anuncia que no se presentará a las elecciones, pero con la cabeza alta. Cree que ha hecho su tarea con nota, y sin perder los "principios y valores" que en ocasiones había visto desvancederse por parte de la cúpula nacional, por ejemplo en la lucha contra ETA. Ahí están sus comparecencias en el club Siglo XXI -cuando alertó de la desafección de las bases- o del Foro ABC -cuando hizo balance de su gestión y avanzó una hoja de ruta para el futuro, que se mantiene pero ya únicamente en el corto plazo-. Encontró facturas y más facturas en los cajones, pero para ella marcó un punto de inflexión el Madrid Arena. "Sin duda, lo peor", admite. También fue un chasco no lograr que la capital fuera ciudad olímpica.

Una decisión con Aznar presente

Su familia ha sido clave en la decisión. Como siempre, pasó las vacaciones de verano junto a su marido, José María Aznar, en Marbella. El expresidente le apoyó y bendijo su intención de no plantear batalla. "Es injusto", se escuchó a algún cargo afín a Botella. Pero lo cierto es que prácticamente todo el mundo daba por hecho que optaría por no presentarse a los comicios -hubieran sido los primeros a los que concurriría como cabeza de cartel-.

La relación entre Rajoy y Aznar no es la idónea -más bien, prácticamente nula-, pero el presidente se lleva bien con Botella. La aún regidora ha tratado tender puentes una y otra vez y entró en la Ejecutiva de Rajoy en el congreso de Valencia, el momento de mayor tensión interna que se recuerda en el PP. Por su parte, el jefe del Ejecutivo siempre ha valorado positivamente su gestión en el Ayuntamiento y le agradeció que se quede hasta el final. "Esto es un anuncio, todavía no es una despedida", según la propia Botella, que trabajará "con la misma entrega y entusiasmo que hemos puesto siempre".

Algunos cargos en Génova sugieren que tarde o temprano Rajoy le agradecerá el gesto con un "regalo" político. Pero el entorno de Botella recalca que ella es muy familiar y el adiós puede ser definitivo. "Lo ha pasado muy mal", deslizan. La alcaldesa abogó recientemente por un cambio de generación en la vida política.

La batalla por Madrid

Con el paso atrás de Botella, el primer escollo para Génova queda saldado. Y toca tomar decisiones. El Comité Ejecutivo del lunes aprobó la celebración de una convención nacional en enero. Y las fuentes consultadas en el seno de la dirección aseguran que los nombres para la plaza de Madrid se darán antes. Se escuchan tres: los de Esperanza Aguirre, Soraya Sáenz de Santamaría y Cristina Cifuentes. Rajoy despachó con la primera en julio para abordar la situación del PP madrileño.

Se ha escrito que las aspiraciones de Aguirre podrían haber quedado mermadas por el revés judicial fruto de su incidente de tráfico. Aunque los suyos insisten en que sólo con ella se podría dar la batalla en Madrid y en las últimas horas ha retomado su presencia en los medios de comunicación. "Botella siempre ha hecho lo mejor para Madrid", afirmó rápidamente la veterana política pese a que, en los últimos meses, la relación entre ambas se había enfriado mucho pese a que mantenían las formas. "Hay intereses para apartarme", avisó este mismo martes.

Sáenz de Santamaría no quiere dejar la vicepresidencia, pero ella misma dejó las puertas abiertas a su irrupción en la plaza madrileña. María Dolores de Cospedal no quiere ni escuchar hablar de esta vía -afirmó públicamente que no se baraja que deje el Gobierno-, pero la ambigüedad de la número dos del Ejecutivo ha hecho que muchos se tomen en serio posible la maniobra política. "A día de hoy, sólo la veo a ella como opción", en voz de un diputado, con el adiós de Botella en todas las portadas. Santamaría aseguró que es disciplinada y quehará lo que le pida Mariano Rajoy. "El presidente la quiere en el Gobierno", replicó un miembro de la dirección.

Por último, a la espera también está Cifuentes, cuyo nombre suena con fuerza para quienes descartan a las dos anteriores por las razones expuestas. Este mismo martes, en el programa de Isabel Duran en 13TV, la delegada del Gobierno en la capital evitaba mojarse, aunque no se descartaba.

Nadie compareció en Génova

En su comparecencia, Botella se mostró entera. No flaqueó. "Estoy bien", se alejó de los periodistas. Tras convocar una declaración institucional sin preguntas, los rumores estallaron. Ministros y altos cargos decían no saber nada, pero recalcaban: "es importante". Sólo faltaba entrar en el consistorio y ver las caras del equipo de Botella para saber de qué se trataba.

Se marcha sin romper con el PP -"eso jamás lo hará", prometen quienes la conocen bien-, pero muy dolida por mucho de lo que ha escuchado y leído no ya sobre ella, sino contra su marido. A sus ojos, el partido no se ha portado siempre bien con los Aznar. Militante desde 1978 de la entonces Alianza Popular, pronunció su primer mitin el 20 de enero de 1993 en Vicálvaro, Madrid.

En Génova se encontraban los sentimientos. "No se merece todo lo que ha sufrido", en voz de alguien que trabajó a sus órdenes. "Con ella no íbamos a ganar. Ahora, tenemos una oportunidad si elegimos al mejor candidato", respondieron otros, los más numerosos. Y enumeraron: "no da en cámara, se ponía nerviosa, se equivocaba...". No hubo comparecencia en la sede y sólo algunos cargos como Javier Arenas -Botella y Aznar son padrinos de su hijo Carlos- quisieron hacer declaraciones públicas. En lo que coinciden todos es en que Rajoy tiene "un problema" de los gordos en Madrid.

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