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PP y Ciudadanos se quedan solos frente a la Ley de Consultas catalana

El bloque secesionista aprovecha la votación en Escocia para aumentar la tensión y dar el penúltimo paso hacia la consulta ilegal.

El bloque secesionista aprovecha la votación en Escocia para aumentar la tensión y dar el penúltimo paso hacia la consulta ilegal.

El presidente de la Generalidad, Artur Mas, y los dirigentes de los partidos del bloque separatista catalán han encajado la derrota nacionalista en Escocia como si en vez de un golpe a sus pretensiones se tratara de un espaldarazo a lo que han dado en llamar "el proceso". Antes de que Alec Salmond anunciara su dimisión, Artur Mas convocó una rueda de prensa para anunciar al mundo que la convocatoria del referéndum del 9 de noviembre se mantiene, que el caso de Escocia ha demostrado que en una consulta puede pasar cualquier cosa y que el hecho de que haya votado casi el 85% del censo escocés "demuestra que votar une y no votar separa".

Además, glosó el talante democrático del primer ministro británico, David Cameron, y del Reino Unido en supuesto contraste con el de Mariano Rajoy. Mas intentaba aparecer radiante, a pesar de la decepción y de que el triunfo del "no" había alterado su discurso

Los servicios de prensa de la Generalidad impidieron la entrada en la sala donde comparecía Mas a algunos medios como Telemadrid, la televisión del grupo Godó (a los nacionalistas no les gustó la entrevista que se le hizo a Mas anoche en esa cadena) o el periódico El Mundo. Se trató de hacer hueco a informadores de medios extranjeros, a los que Mas endosó el mismo mensaje sobre Cameron, la felicitación a los escoceses y el derecho a votar de los catalanes, además hipermovilizados, en inglés y en francés.

A pesar de la derrota de la secesión en Escocia, Mas mantiene la agenda y en la tarde de este viernes el parlamento regional abordó en un pleno extraordinario el debate y votación de la "ley de consultas no refrendarias y de participación de ciudadana" con la que el bloque separatista pretende legitimar la consulta. El pleno suscitó el interés de algunas agencias internacionales y medios como "The Economist" o "The Guardian", lo que fue muy celebrado por los diputados y medios nacionalistas, empeñados en equiparar los casos de Escocia y Cataluña, del Reino de España y del Reino Unido.

En el parque de la Ciudadela, donde se emplaza la cámara autonómica, centenares de miembros de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) jaleaban a los diputados separatistas y abucheaban a los miembros de Ciudadanos, el PP y algunos parlamentarios socialistas. Habían sido convocados hasta por TV3 y Carme Forcadell, su presidenta, y Muriel Casals, de Òmnium Cultural (coorganizadora de la última exhibición separatista), eran las estrellas invitadas dentro, en la sede parlamentaria, en el palco de autoridades.

Entre los manifestantes, una imagen inusual: un pequeño grupo de personas con banderas de España y en algunos casos camisetas de la selección. Los medios nacionalistas coincidieron en señalar que el "hecho" demuestra que en Cataluña no hay riesgo de fractura social. Ni PP, ni Ciutadans, ni Sociedad Civil Catalana ni ninguna otra organización habían convocado manifestación alguna a las puertas del parlamento, por lo que entre los diputados cundió la impresión de que la insólita presencia de banderas españolas respondía a un montaje de la ANC, que habría aprovechado el interés en la sesión parlamentaria de medios extranjeros para presentar su versión de la Cataluña real: una idílica discrepancia entre una abrumadora mayoría y unos pocos "fans" de la selección de fútbol.

En el "Parlament", Mas asistía satisfecho al debate. Quim Arrufat, el portavoz de las Candidatures d'Unitat Popular (CUP), la ultraizquierda separatista, compareció con camisa militar oscura y acabó su discurso en inglés con la tesis de que los catalanes tenían el mismo derecho a votar que los escoceses. El presidente de la Generalidad asentía satisfecho con la intervención. También le gustó la de la diputada Gemma Calvet, de ERC, que subrayó la movilización social era uno de los baluartes de la consulta y aumentó hasta los dos millones el número de participantes en el último 11-S.

Se aprobó la ley y Mas ya dispone de una "herramienta" sobre la que colgar su anuncio de consulta, acto que se producirá en cuanto el Diario Oficial de la Generalidad de Cataluña (DOGC) apruebe el nuevo texto, que prevé el voto a partir de los 16 años así como el voto de los ciudadanos de la Unión Europea con un año de residencia y al resto de los extranjeros con tres años de estancia en Cataluña.

De esta manera, Mas y Junqueras no sólo mantienen la agenda sino que, como estaba previsto fuera cual fuera el resultado, se han aferrado al caso escocés para aumentar la tensión y la presión sobre el Gobierno de Mariano Rajoy. De hecho, Mas sí que apuntó alguna diferencia entre el caso escocés y el catalán y fue la capacidad de movlización del separatismo local y que la suma de diputados del frente independentista es mayor que la del Partido Nacionalista Escocés de Salmond cuando Cameron se avino a aceptar un referéndum.

Lo más destacado de la sesión parlamentaria catalana fue que pese a la gran cantidad de enmiendas a la ley que se habían de votar, los diputados encargados de señalar el signo del voto de sus compañeros con movimientos de los dedos no se equivocaron ni una sola vez, con lo que la ley fue aprobada con los votos de CiU, ERC, ICV-EUiA, las CUP y el PSC, pese a que este partido considera que con esa ley no se puede convocar una votación como la que se propone Mas. Sólo Ciudadanos y el PP votaron en contra de la norma.

De esta manera, el frente separatista ya dispone de una legislación que, además, se ha preparado en un tiempo récord. Al término de la sesión, diputados del PP y de Ciudadanos afirmaron que era la ley tramitada en menos tiempo en la historia de la democracia en España. En paralelo, la vicepresidenta del gobierno autonómico, Joana Ortega, comparecía a las siete de la tarde del viernes ante la prensa para afirmar que "en las próximas horas" se convocará la consulta, momento en el que le tocará mover ficha al Gobierno de España.

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