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Convergencia festeja el "derrumbe psicológico" de Oriol Junqueras

La ANC pone condiciones para impulsar la "lista del president" : autonómicas "plebiscitarias" en tres meses.

El partido del presidente de la Generalidad celebra los éxitos parciales de su jefe, Artur Mas, como auténticas demostraciones de maestría estratégica. A su temple y sangre fría atribuyen que haya sido capaz de voltear la suspensión del 9-N y revertir los equilibrios en el seno de la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Este sábado se ha reunido el núcleo duro del grupo separatista, los 17 dirigentes que deciden las directrices y consignas a seguir, para ratificar sus exigencias a los partidos: una lista única encabezada por Artur Mas, elecciones inmediatas y declaración unilateral de independencia.

Esta nueva "hoja de ruta", que ya figuraba en la amplia producción documental de la ANC, en el mismo informe que prevé la toma del Puerto y el Aeropuerto de Barcelona, es la que, con matices, apoya también Convergència tras unos días de dispersión e improvisación absoluta. El matiz es que, según los teóricos de Mas, la declaración unilateral de independencia no compromete a nada ni significa la creación real y concreta de un nuevo estado. Es, sostienen, pura ficción, política de gestos.

En CDC el objetivo subyacente es desgastar a ERC y desquiciar a Junqueras. Y se jactan de haberlo conseguido. Hablan del episodio del llanto del líder republicano en la radio oficial catalana como un "derrumbe psicológico" en público que demostraría que la situación le supera y la presión puede con él.

En el partido republicano, mientras tanto, todos sus dirigentes, incluido Junqueras, han decidido anunciar a través de sus cuentas de Twitter que se ofrecen voluntarios para el nuevo 9-N diseñado por Mas. ERC no quiere aparecer como el partido causante de la ruptura del consenso y contraataca con gestos como ése, de máxima disposición a colaborar con Mas. En la práctica, ERC difunde que Mas no está en disposición de celebrar ninguna consulta, que no hay nada preparado, que seiscientos colegios electorales no abarcan ni la mitad del territorio, que en muchas localidades no se podrá votar y que la campaña para captar voluntarios está en el aire y depende, en última instancia, de la ANC.

Más aristas presenta el asunto de la "lista única", que ya ha comenzado a ser denominada la "llista del president". Esa candidatura es la última hora y la última moda de la política catalana. A los nombres de Lluís Llach y Josep Guardiola se han sumado los de Pilar Rahola, que se define a sí misma como "una mujer de primera línea", y el del juez Santiago Vidal, uno de los redactores de la constitución catalana, que se ha presentado voluntario para dicha lista.

ERC no quiere saber nada de una candidatura que frustaría sus muy fundadas expectativas de conquistar la Generalidad. En Convergència, es una solución perfecta para disolver y refundar el partido. El único impedimento es la tajante negativa de Unió a colaborar con ERC. De hecho, la guerra entre partidos separatistas presenta un nueve frente, el de Convergència con Unió. Duran reprocha a Mas que no le haya consultado ni siquiera informado sobre sus contactos con la ANC y con ERC.

El proyecto convergente improvisado en torno a esa peculiar candidatura mixta consiste en convertirla en la nueva marca electoral de Mas, de ahí los gestos de reconocimiento que el president dedica a la ANC y Òmnium Cultural, sus interlocutores de preferencia tras la ruptura de la unidad en torno al referéndum del 9-N.

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