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Rajoy admite que Mas burló la ley pero saca pecho de su respuesta al 9N

Defiende su actuación y promete que no negociará sobre la unidad de España. Camacho le reclama más presencia del Estado en Cataluña.

Mariano Rajoy reivindicó su forma de gobernar y hacer política. Lo hizo en su primer discurso en Barcelona tras el golpe del 9N consciente de que ha sido muy contestado, incluso en su propio partido y más aún en las estructuras catalanas. Enarboló "la moderación, el sentido común, la prudencia y las ideas en las que uno cree" frente al extremismo y el populismo. Los delirios, se defendió, se calman "con tranquilidad y no con alboroto".

Pero, dicho esto y ante un PP ansioso de escuchar a su líder, articuló un discurso duro en las formas –en ocasiones pareció muy enfadado– contra la Generalidad. Tanto que, de forma clara, acusó a las instituciones regionales de tratar de amedrentar a medios de comunicación –"tres radios", aseveró– y de lanzar campañas contra aquellas empresas que no se han sumado a las tesis separatistas. "Voy a hablar de lo que está pasando aquí: he venido muchas veces a Cataluña", arrancó su respuesta al secesionismo.

Pese a ser una visita fugaz –no estuvo en la ciudad condal más de dos horas– y que algunos sectores –por ejemplo, empresarios– lamentaran que acudiera a un acto de partido y no en calidad de presidente del Gobierno, Rajoy hizo memoria de las 16 veces que ha visitado la comunidad en esta legislatura. Lo llevaba apuntado: "aquí está la ministra de Fomento, que ha venido 36 veces. Y el de Industria, 25. Y el de Economía, 23 veces…", enumeró. Y sacó pecho de que sabe "lo que necesita" la región y sus empresas. "Me he reunido con muchos emprendedores", recalcó.

El poder político del PP se desplazó a Barcelona para escucharle. Ministros, líderes regionales y la dirección nacional y regional. Hubo quejas por el hecho de que no estuviera la noche del viernes; cuando todos cenaron, algunos creyendo que iba a estar presente. Rajoy llegó, habló y se fue, pero su intervención fue lo suficientemente potente para recibir el elogio de los suyos pese a que "no vengo a improvisar ni a decir nada que no haya dicho ya", según sus propias palabras. No hubo, pues, novedades.

El presidente hizo un relato de lo ocurrido desde que Mas tomó las riendas de la Generalidad. "Una huida hacia delante y continúa, dejando atrás cada vez a más catalanes", aseguró. A su juicio, el 9N en nada se asemejó a un referéndum y la respuesta del Ejecutivo fue la adecuada. Como ejemplo, desveló que ese día la Moncloa paró la intentona de "propaganda internacional que algunos tenían preparada". "Yo lo conocía porque es mi trabajo y se vino abajo sin ruido y sin estrépito", volvió a defenderse.

"Si lo que pretendía era generar tensión, dividir a la sociedad y saltarse la ley, lo ha conseguido. Si pretendía arañar unos votos en las encuestas a ERC predominante, puede que también. Pero si lo quería era presentar una Cataluña independentista ha fracaso en toda regla ateniéndose a sus propios datos", resumió. "Si la mayoría de catalanes no le sigue, ¿cómo se atreven a hablar en nombre de Cataluña? ¿dónde deja el señor Mas a toda esa gente que no quiere romper España? ¿Qué papel representa toda esa gente?", se preguntó para a renglón seguido responderse: "en lugar de trabajar por todos ha estado obsesivamente entregado a la división, los falsos mitos históricos y la ensoñación de la independencia". Y mientras "la casa sin barrer", sentenció con tono enfadado ante el aplauso de los alrededor de 1.000 militantes que se dieron cita en el puerto de Barcelona desde al menos una hora antes.

"¿Y ahora qué?", se preguntó Rajoy ante la nueva hoja de ruta de Mas. Tras lamentar la incertidumbre y la batería de convocatorias electorales, avisó de que está dispuesto a dialogar pero siempre en el marco de la ley. Y prometió: "no hemos jugado a engañar ni a generar más frustración. He sido especialmente claro con Mas. No hemos pactado ninguna concesión que vaya en contra de los intereses de los españoles". Esto es, "no voy a permitir que se ponga en tela de juicio la unidad de España".

Rajoy, que también abrió un apartado para defender las reformas económicas y atacar a Pedro Sánchez por sus vaivenes políticos –en concreto, el poner ahora en tela de juicio el artículo 135 de la Constitución–, no concluyó sin recalcar que seguirá auxiliando económicamente a Cataluña pese a las críticas que está recibiendo. "Cuándo la Generalitat no puede financiarse en los mercados, ¿cómo se ha solucionado el problema? ¿Con los plebiscitos de Mas? No. Con el Fondo de Liquidez Autonómica", aclaró. "No me quejo por tener colaborar", y aseguró: "no voy a dejar tirado a ningún ciudadano español, piense lo que piense".

"Así es como yo entiendo eso que algunos reclaman de ‘hacer política’; con razones, con argumentoso, con diálogo, con trabajo y con legalidad, pero no con argucias para sortear la ley o pasar por encima de los tribunales. La política no puede ser excusa para saltarse la ley o la voluntad de los ciudadanos", dio como penúltimo estoque. Y ya avisó que no cuenten con él si se quiere incumplir la legalidad.

El presidente, que recibió encargo de Alicia Sánchez Camacho de volver y "fortalecer" el Estado en la región, se marchó instando al PP a decir "muy alto que no queremos un país de listas únicas, partidos únicos y políticas únicas al servicio de una única causa". "Por favor, un poco de respeto a Cataluña", remachó para salir prácticamente corriendo y coger un avión. Durante dos días, el PP ha intentado que la voz del constitucionalismo suene más que la del secesionismo en Barcelona.

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