Se colgó a 70 metros de altura y escaló una escarpada pared de piedra en el peñón de Ifach en Alicante. Pedro Sánchez ha agradecido al presentador Jesús Calleja que le diera la oportunidad de templar sus nervios ante esos desafíos extremos a los que el aventurero somete a sus invitados en su programa de Cuatro Planeta Calleja.
Tras sus apariciones estelares en Sálvame, con Jorge Javier Vázquez, o en El Hormiguero, con Pablo Motos, Pedro Sánchez no dudó ni un minuto en colocarse el chándal, las botas de montaña, el casco y los arneses para someterse, risueño, a las pruebas de vértigo que le tenía preparadas Jesús Calleja.
Colgado a 70 metros de altura de un aerogenerador en Guadalajara, Pedro Sánchez lidiaba con el vértigo mientras trataba de no borrar la sonrisa de su boca. "Estoy cumpliendo un sueño como el tuyo", le decía a Calleja, refiriéndose a su papel como líder de los socialistas. Pero no fue la única prueba de fuego a la que se sometió el político. Antes, ambos habían corrido por la casa de campo de Madrid, donde, jadeante y casi sin aliento, el socialista explicaba al aventurero que los políticos "no somos marcianos, sino que somos gente común que hacemos cosas comunes" y que es positivo que esto se refleje en los medios de comunicación.
El programa, emitido anoche en Cuatro, estaba dividido en dos partes: en la primera, Calleja se zambulle en la vida del político, tanto que se quedó a dormir en el sofá de la casa del líder socialista. Descalzo y en mangas de camisa, Sánchez preparó la mesa para la cena mientras Calleja departía tranquilamente con la señora de Sánchez, Begoña Fernández, sobre quién cocina en casa. "Pedro pone el lavavajillas" pero de cocinar, poco: "Sólo los platos típicos de soltero", decía la orgullosa esposa del mandamás de Ferraz. "¿Os mudaréis a La Moncloa si gana las elecciones?", preguntaba Calleja a Begoña: "Ojalá nos dejen quedarnos aquí, en casa", decía, mientra Sánchez confesaba desconocer si un presidente electo puede renunciar a vivir en La Moncloa.
Antes de colgar a Pedro Sánchez de un molino de viento, o someterlo a una escalada vertical en Alicante, Calleja acompaña por el Congreso al líder socialista. Como un auténtico guía parlamentario, el político va enseñando al aventurero las estancias de Las Cortes por las que desarrolla su vida de parlamentario. En un alarde de reflejos Pedro Sánchez pasó por encima de la pregunta de Calleja: "¿Por qué a este salón se le llama el salón de los pasos perdidos?", preguntó el presentador: "Porque aquí se producen muchas negociaciones entre diputados", contestó Sánchez. Es cierto que el origen del nombre de este salón no está muy claro, pero ninguna de las versiones mayoritarias coinciden con la contestación de Pedro Sánchez. Una es que se trataba de una estancia sin muchas utilidades por la que había que pasar para llegar a otras dependencias, y la segunda es que era el lugar donde los diputados ensayaban su discursos dando pequeños paseos de un lado al otro de la sala.
Entre los salones del congreso y los arneses de Calleja, Pedro Sánchez procuró no abandonar el buen humor para confesar, por ejemplo, que le sigue "temblando el pulso" cuando se sube al estrado del Congreso. Eso sí, cuando le colgaron del molino, dijo estar sólo nervioso. "No sé si tengo vértigo, nunca he subido a un sitio así", decía mientras se balanceaba colgado de una cuerda a 70 metros de altura.
Donde peor lo pasó el líder socialista fue en el Peñón de Ifach. Allí, Sánchez lanzaba un consejo a Podemos para advertirles de que "lo que tienen que hacer es cambiar ese mal rollo y esa rabia que tienen por propuestas y algo positivo" porque, ha dicho, esa "es la única manera de construir país".
No sabemos ahora si Pedro Sánchez, que se declaraba "republicano de valores" continuará su periplo televisivo. ¿Lo veremos como tronista de Mujeres y Hombres y Viceversa? Quizá sólo sea cuestión de tiempo.