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Fuego de cobertura para Artur Mas en la comisión del caso Pujol

El presidente de la Generalidad comparece este lunes en el Parlament para ser exonerado de sus implicaciones en los casos del clan Pujol.

El presidente de la Generalidad comparece este lunes en el Parlament para ser exonerado de sus implicaciones en los casos del clan Pujol.

Cuando el nombre de Artur Mas apareció en las conversaciones del sumario relativo a la deslocalización de las multinacionales Sharp y Yamaha, Oriol Junqueras cedió al instinto político de pedir su comparecencia parlamentaria. El presidente de la Generalidad aparecía como intermediario y palanca de unos negocios que revertían en la "cuenta de resultados" de Oriol Pujol a través de la empresa de su esposa. No es la primera vez, ni mucho menos, que el presidente de la Generalidad queda bajo la sombra de la corrupción protagonizada por Jordi Pujol y su familia. Mas intenta poner tierra de por medio entre el fundador de CDC y de CiU y la actual Convergència, un partido en trance de "refundación".

El escándalo del caso Pujol ha hecho mella en el proceso separatista y ha incrementado la desconfianza entre republicanos y convergentes, pero no desgasta a CiU, emparejada con ERC en los sondeos autonómicos. El liderazgo del frente de partidos independentistas que ejerce Mas es indiscutible y ese mismo liderazgo es el que emplea para blindarse ante sospechas y evidencias sobre su presencia como conseller en cap y heredero político de Pujol en todos los escenarios asociados a prácticas tales como la fuga de capitales, la evasión fiscal, el cobro de comisiones y el tráfico de influencias.

Mas luce como una medalla al mérito independentista las denuncias del 9N y su credibilidad entre el electorado de ERC y las CUP es similar, como mínimo, a la de Oriol Junqueras. El perfil radical de Mas le permite incluso aparecer como un abanderado de la transparencia y las buenas prácticas a pesar de presidir un partido cuya sede está embargada a cuenta del caso Palau, otro expediente de comisiones tan ilegales como habituales.

Con el foco de los medios nacionalistas orientado hacia el proceso y fuera de plano la corrupción, la petición de Junqueras para que Mas compareciera en una comisión para la que ni siquiera se atrevieron a llamar Pujol (luce el pomposo titulo de "comisión de investigación sobre el fraude, la evasión fiscal y las prácticas de corrupción política") se ha convertido en un bumerán contra el dirigente de Esquerra, que se apresuró a pactar los términos del "interrogatorio".

De entrada sería antes, este mismo lunes, que la deposición de Jordi Pujol, prevista para el lunes 23 de febrero. ERC se avino casi entre disculpas, a pesar de que el resto de los partidos juzgaban necesario escuchar primero al expresident y luego al president por simples razones cronológicas. Después, un acuerdo soterrado con los republicanos para facilitar el trance y que Mas salga limpio de polvo y paja tras un nuevo mitin sobre el "derecho a decidir", el paraíso, también fiscal, en el que se convertiría Cataluña en caso de independencia y las cloacas del Estado que conspiran contra el proceso.

De los daños colaterales y el fuego amigo se ha pasado al concepto de fuego de cobertura, que es del que dispondrá Mas para una intervención en la que tiene previsto emplear más veces el apellido Bárcenas que el que de Pujol.

El acuerdo también implica que Oriol Junqueras se abstendrá de acudir a la comisión el día de Jordi Pujol. ERC se ha comprometido con Mas a no utilizar "electoralmente" la corrupción. Es la última concesión de Junqueras al líder convergente.

Lo que no está previsto es que el presidente de la comisión, el diputado de la extrema izquierda David Fernàndez se abrace con Mas antes o después de la comparecencia, tal como ocurrió la noche del pasado 9N.

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