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El PP ve a Rajoy superado: "El Gobierno vive en una nube"

El PP ya no respeta los tiempos de Rajoy. Se piden ceses y un cambio en el discurso mientras el presidente defiende no tomar decisiones en caliente.

El PP ya no respeta los tiempos de Rajoy. Se piden ceses y un cambio en el discurso mientras el presidente defiende no tomar decisiones en caliente.
Rajoy entrando en el Congreso | Moncloa

Han sido cinco días de caos, de zozobra, de enfado. Cargos del Gobierno, de la dirección nacional, de las estructuras regionales y locales se han lanzado a criticar la estrategia imperante hasta la fecha, a reclamar caras nuevas y a poner en tela de juicio la idoneidad de Mariano Rajoy como candidato a la Moncloa. Ese "ruido" que el presidente tanto detesta lo invadió todo, y todavía lo hace.

El partido que hace cuatro años se presentaba imbatible hoy vive deprimido, sin capacidad de reacción tras el batacazo electoral del 24 de mayo. Rajoy ha pedido tiempo para acometer unos cambios que negó el lunes y prometió el miércoles, desbordado por la situación. Argumenta que no se han de tomar decisiones en caliente, y que antes ha de tener los datos pormenorizados de lo que sucedió el pasado domingo. Pero el partido ya no respeta sus tiempos, y hace en paralelo su propio diagnóstico.

Una semana negra plagada de rumores y desinformación. "No creo que Rajoy haya contado sus planes a mucha gente, si es que sabe ya lo que va a hacer", según su entorno. "Habría que refrescar discurso, ministros y dirección", en palabras de un integrante de la cúpula, que se muestra escéptico. Coincidía otro alto cargo del PP: "Hay animadversión al riesgo" cuando las circunstancias "obligan a tomar decisiones".

No hay sensación de equipo. Depende de a quién se le pregunte, la culpa la tiene el de enfrente. "La clave es que tenemos doce ministros que no han dado la cara y no entran en el debate, o están achicharrados", se quejan desde Génova. "Las elecciones se ganan en las televisiones, en las tertulias, y los ministros han estado desaparecidos", insistió un miembro de la dirección, no sin quejarse de que la solución encontrada hasta la fecha haya sido "reclutar niños" como Pablo Casado o Borja Sémper para ir a La Sexta.

Comentarios como "el Gobierno vive en una nube" o Rajoy se encuentra "al margen de la realidad aunque no lo sepa" se repiten en círculos populares. Se pide la cabeza de Cristóbal Montoro, de José Manuel Soria y se da por descontada la marcha de José Ignacio Wert. Pero, pese a lo publicado, existen dudas sobre una gran remodelación del Ejecutivo.

Tampoco gusta en Génova el "perfil plano" de Soraya Sáenz de Santamaría, a la que acusan de dirigir un gabinete "fantasma". "No somos un equipo. La Moncloa es una cosa y Génova otra. Nunca ha existido coordinación", reconoce una de las partes. Incluso dentro de la sede del PP, también hay división: por una parte los cospedalistas y, por otra, el aparato.

María Dolores de Cospedal estuvo en el punto de mira inmediatamente después de que Rajoy sugiriera cambios. Pero, tal y como avanzó este diario, ella pretende continuar al frente de la secretaría general hasta el congreso nacional, que en principio no se celebrará hasta 2016. Algunos cargos -"enemigos", según los suyos- han deslizado que podría sustituir a Wert, pero "es opinión, nadie sabe hasta dónde está dispuesto a llegar" el presidente.

Javier Arenas, al que se le presupone una gran distancia con la número dos del partido, lanzó este viernes la idea de que todo seguirá como está en la secretaría general. "El PP en toda España es un gran equipo y con Rajoy y con Cospedal, más unidos que nunca, volveremos a ganar las elecciones generales", dijo en Almería. Y, un día antes, fue Sáenz de Santamaría, también muy alejada de Cospedal, la que dio la cara por ella. "No encontrará en mí ni una sola crítica", afirmó.

En todo caso, según los estatutos, Rajoy tiene una lista cerrada de nombres en caso de querer cambiar a su número dos. Debe elegir entre los miembros electos del Comité Ejecutivo. En total, 35 personas, entre las que están Sáenz de Santamaría o los ministros Alfonso Alonso -hoy en alza-, José Manuel García Margallo o Ana Pastor, a quien le da "la risa" cada vez que se ve en la terna. Si el presidente se ciñera a las reglas, no podría elegir a Alberto Núñez Feijóo, que es miembro nato del órgano interno. Se dan por descontados cambios en la segunda fila.

"Uno tiene que ser consciente de los resultados, evaluarlos, reflexionarlos, analizarlos y adoptar las medidas que se consideren oportunas, algunas de ellas de competencia exclusiva del presidente del Gobierno", es lo más que contestó la vicepresidenta en la comparecencia posterior al Consejo de Ministros. Y reclamó más tiempo para Rajoy, que reitera que la prioridad es negociar para mantener el máximo poder local y autonómico.

La próxima semana, empezarán a llegar a la sede nacional representantes del partido de las distintas estructuras para hacer un sesudo análisis de los resultados electorales. Mientras, Rajoy se vio con Luisa Fernanda Rudi y ha hablado con otros barones para templar los ánimos. Hay un enorme enfado con Juan Vicente Herrera en la Moncloa.

Por primera vez, líderes regionales y alcaldes han puesto en duda al presidente. En Valencia, algunos regidores han pedido la dimisión de Rajoy. En las Islas Baleares, se niegan a cumplir sus órdenes. Y, en Castilla y León, le exigen el cese de Soria. Un barón ya de retirada mostraba en privado su opinión: "Le hemos seguido todo este tiempo sin protestar y mira dónde nos encontramos. O reaccionan, o perdemos las generales".

El entorno de Rajoy elogia a Cospedal e, incluso, a José Antonio Monago por decir que se quedan en sus comunidades, de cara también a preparar la maquinaria de las generales. Pero la sensación de cambio de ciclo es enorme. Cristina Cifuentes despunta como nuevo referente.

"Podremos afrontar las generales si somos valientes. Pese a todo lo que se está diciendo y publicando, creo que no lo vamos a hacer. Una cosa es lo que queremos y otra la que haga Rajoy", en palabras de un importante diputado. El presidente desliza que ha tomado nota de los "malos" resultados y que barrunta qué hacer, partiendo de la base de que quiere ser candidato a la Moncloa. Pero su partido se mueve mucho más deprisa que él, y no tiene reparos en criticarle.

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