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Carmena se supera con su última ocurrencia: universitarios barrenderos

Los más de tres meses de Carmena en la alcaldía de Madrid no se caracterizan por las medidas adoptadas sino por un rosario permanente de ocurrencias.

Los más de tres meses de Carmena en la alcaldía de Madrid no se caracterizan por las medidas adoptadas sino por un rosario permanente de ocurrencias.
La alcaldesa, en una imagen reciente | EFE

Superados ya con holgura los primeros cien días de Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid, su gestión no destaca por una serie de medidas urgentes, tal y como cabría esperar de alguien que durante la campaña transmitió la idea de que la capital era una ciudad al borde del caos.

Pero para esa ciudad sumida en la miseria Carmena sólo ha llevado a la práctica dos grandes medidas: una subida de impuestos que su situación minoritaria en el ayuntamiento le ha impedido llevar a cabo; y un extraño y poco explicado pacto con las empresas de limpieza para llevar más barrenderos a las calles de Madrid con los que solucionar el problema de limpieza –este sí acuciante- de la ciudad. También se ha tomado, esta misma semana otra medida 'de calado': cerrar una terraza y poner en riesgo 140 puestos de trabajo.

La última ocurrencia: estudiantes barrenderos

Sin embargo, no debe estar muy segura Carmena del resultado práctico de ese acuerdo a tenor de la disparatada propuesta que ha hecho pública este viernes: que los estudiantes universitarios ejerzan de barrenderos durante unos meses.

Este sí ha sido un rasgo de la gestión de Ahora Madrid y de Manuela Carmena: supuestos proyectos lanzados como globos sonda, ocurrencias estrafalarias contadas como si el ayuntamiento de la capital de España fuese una comunidad de vecinos o una asociación de madres y padres: "Podríamos hacer…" o "veréis que bonito".

La primera y una de las más sonadas –y curiosamente también relacionada con la limpieza- fue que las madres de los escolares se dedicasen a asear los colegios de sus hijos. Después han llegado cuestiones más graves como lo referente a la deuda de la ciudad, especulaciones que han provocado que ésta se encarezca; el proyecto para ceder espacios a los okupas; o, más recientemente, los ceniceros que "se pondrán en circulación" con un lema que "ya veréis qué bonito".

Los madrileños también han tenido que escuchar proyectos disparatados como la intención de cambiar el callejero de la capital por sus muchos nombres "franquistas"; han contemplado con sorpresa y cierta vergüenza ajena los vaivenes en las cifras de menores desnutridos –y la marcha atrás al respecto del ayuntamiento-; e incluso han tenido que ver a su alcaldesa hablando de la causas últimas de la prostitución y la forma como debe sentirse la sexualidad.

"Reflexionamos en voz alta"

La portavoz municipal, Rita Maestre, ha tratado de salir al paso de la nueva ocurrencia de la alcaldesa pero su explicación no ha mejorado la penosa impresión que este nuevo episodio causa en la mayor parte de la opinión pública.

Así, Maestre ha asegurado que no se trata de un plan sino que en el equipo municipal "reflexionamos en voz alta y eso no tiene nada de malo", ha dicho lo de Podemos, demostrando la confusión que el nuevo ayuntamiento tiene sobre lo que son sus funciones: los ciudadanos de Madrid que les dieron su voto no lo hacían para que reflexionasen sino para que solucionasen los problemas de la ciudad.

Desconocimiento

Además, en no pocas ocasiones a través de esta ensalada de ocurrencias, ideas y planes se puede descubrir un profundo desconocimiento sobre aspectos absolutamente básicos de la vida municipal y de las normas que la rigen, en no pocas ocasiones dictadas por el propio ayuntamiento.

El ejemplo de este viernes es perfecto al respecto: Carmena no sólo manda a los estudiantes a sustituir a los barrenderos -una idea que ya es de por sí bastante surrealista- sino que encima esa actividad les cualificaría para gestionar por sí mismos "acontecimientos juveniles" como "los botellones" que, como cualquier ciudadano madrileño sabe, están prohibidos en Madrid desde hace años, cuando fueron proscritos siendo alcalde Gallardón.

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