José Manuel García-Margallo y Mariano Rajoy escenificaron que su relación es a prueba de polémicas. "Has toreado con temple o fuerza tranquila", le dijo el ministro. "Nos conocemos desde hace más de 25 años, con muchos momentos de trabajo y alguno también de ocio. Es culto, con brillante dialéctica y gran ministro y servidor de España", le contestó el presidente, en la presentación de su último libro Todos los cielos conducen a España.
Los participantes del denominado G5 no faltaron a la cita. Ana Pastor, Jorge Fernández Díaz, y José Manuel Soria contestaron a la llamada de Margallo. También Isabel García Tejerina, que se ha hecho un hueco en el selecto grupo. En cambio, se ausentaron Soraya Sáenz de Santamaría -el ministro de Exteriores apenas ha participado en las comparecencias posteriores al Consejo de Ministros- y sus afines. Tampoco estuvo Cristobal Montoro, con el que Margallo mantuvo un reciente rifirrafe público. En otras palabras, de nuevo, quedó de manifiesto que existen dos almas en el gabinete.
Con los pata negra arropándole y Rajoy como invitado estrella, el ministro de Exteriores protagonizó una extensa intervención en la que habló prácticamente de todo, también de Cataluña. Desveló que, desde que estalló el pulso separatista, un "grupo de voluntarios" –no dio los nombres de los integrantes- se ha estado reuniendo para analizar la situación. Y, pese a le enorme polémica que generó, con un sector del PP su contra, sacó pecho de su presencia en la campaña de las elecciones catalanas. "Como no hay manera de romper el muro de silencio, decidí plantarme en Barcelona sin reglas y sin red", dijo. Esto es, además de varios actos, protagonizó un cara a cara en televisión con Oriol Junqueras, el líder de ERC. "Mi mensaje fue muy claro: unidad de España y orden constitucional", se justificó, escondiendo su propuesta de reforma de la Constitución. "El camino de los separatistas es a ninguna parte, nadie les quiere ni les espera", remató este martes en Madrid.
Margallo tocó todos los palos. "España mantiene buenas relaciones con todos los países del mundo", llegó a decir. Se refirió a la marca España como "la niña de mis ojos" y terminó rememorando su primera intervención en las Cortes Generales como jefe de la diplomacia española: "Para que la política exterior sea eficaz y defienda nuestros intereses, debemos hablar, actuar y ser una gran nación", concluyó.
El presidente cerró el acto de su "gran amigo", aunque en ocasiones parecía que estaba en un mitin lanzando sus proclamas habituales. "No podemos cometer los mismos errores del pasado", "no es tiempo de experimentos" o "el rumbo está marcado y es imprescindible mantenerlo" fueron algunos de sus mensajes. En un momento determinado, y ante la carcajada del abarrotado auditorio, destacó: "No tengo intención de entrar en la categoría de expresidente en el corto plazo",.
Siguiendo la estela del ministro, Rajoy también abordó la cuestión catalana. "Se ha declarado uno de los mayores desafíos a la Constitución y la unidad" pero "España no se va a romper" y "ningún español se va a ver privado de su condición de español y europeo", enfatizó una vez más. Además, insistió en que él prefiere no ir más allá del recurso ante el Tribunal Constitucional, aunque recalcó: "Eso no depende de mí, lo que depende de mí es que se cumpla la ley y las resoluciones de los tribunales".
Recién llegado de la cumbre del G20, Rajoy reclamó negociación en búsqueda de consenso antes de una hipotética implicación militar de España en Siria. "Lo más urgente es resolver el problema de Siria. El enemigo común es Daesh y no conviene distraerse en otros asuntos", arguyó el jefe del Ejecutivo, dando a entender que España formará parte de una gran coalición internacional si antes hay un acuerdo, y citó el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la UE y la OTAN. No fue más concreto. "Estamos unidos en el dolor y la determinación para combatir con eficacia e inteligencia a nuestro enemigo número uno", zanjó. Se guardó un minuto de silencio por los brutales atentados terroristas de París.