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La CUP dice ahora que su negativa no es definitiva y que falta una asamblea

Contradicciones entre los diputados antisistema tras el "cónclave de Manresa" y máxima presión de Junts pel Sí.

Contradicciones entre los diputados antisistema tras el "cónclave de Manresa" y máxima presión de Junts pel Sí.
Anna Gabriel, este domingo en Manresa | EFE

En la partida de ajedrez que juegan Junts pel Sí, la plataforma de Artur Mas, Junqueras y Romeva, y la CUP nadie se pone de acuerdo sobre a quién le toca mover ficha. Las bases de la formación antisistema persisten en la negativa a investir a Mas -a quien ven como el presidente de la Generalidad de los recortes y el líder del partido corrupto- mientras que ERC y Raül Romeva reiteran que su candidato a la presidencia es Mas.

La CUP ha ganado tiempo con la asamblea de este domingo en Manresa. Ha ofrecido una imagen de unidad que se ha plasmado en una amplia mayoría en contra del presidente de la Generalidad en funciones. En detrimento de las pretensiones de Mas, su investidura deberá esperar a que pasen las elecciones generales, una prueba de fuego que esperan tanto ERC como la CUP para sondear el verdadero peso de Convergencia en el pacto separatista. Las previsiones no son positivas. El cambio de nombre no funciona ni en TV3, que presenta a Francesc Homs como el candidato convergente en vez de como el cabeza de lista de Democràcia i Llibertat. Sólo La Vanguardia, en fase de bandazos, se atiene a la marca inventada por los convergentes para referirse a la candidatura de las generales.

Rueda de prensa estilo CUP

El previsible mal resultado del partido del tres por ciento es lo que espera la CUP para que ERC suelte el lastre de los convergentes y admita otro nombre como presidente de la Generalidad. De momento, ERC y sus aliados se mantienen en sus trece de que el candidato es Mas. Este lunes por la tarde compareció Raül Romeva en el parlamento catalán para ratificar la apuesta. La puesta en escena fue similar a la de las ruedas de prensa de la CUP, con diputados de convergencia (Turull, Rull y Munté), de ERC (Marta Rovira y Pere Aragonés) e independientes como Lluís Llach o el economista Germà Bel. Mas es su hombre y su nombre y eso es una "línea roja", tal como "denunció" la portavoz y cerebro de la CUP Anna Gabriel en Catalunya Ràdio, la emisora de la Generalidad. También dijo que no pasarán por el aro y que a quien le toca mover ficha es a Junts pel Sí.

A la misma hora, pero en la emisora del conde de Godó y propietario de La Vanguardia, Antonio Baños sostenía un tenso debate con Pilar Rahola, miembro del Consell Assesor per a la Transició Nacional (CATN), demiurga, biógrafa, consejera de Mas y columnista de referencia en el antecitado diario, que le decía entre otras lindezas que "queréis demostrar que la tenéis más larga" y llamaba al diputado "Antoni". Baños se revolvió ante la insistencia de Rahola y le pidió por favor que le llamara "Antonio". Aún así, Baños dio a entender que la decisión del domingo en Manresa no es definitiva, que la votación no fue vinculante, que no se había establecido un censo auténtico de militantes y que la asamblea definitiva se llevará a cabo "próximamente".

Nueva asamblea "cupera"

Tal "próximamente" y según la CUP podría ser a mediados de diciembre, en plena campaña de las elecciones generales, o el 27, con los resultados sobre la mesa. En ERC intentan que sea la CUP quien le dé la puntilla a Mas y los antisistema prefieren que cargue con el mochuelo la formación republicana. El plazo máximo para elegir presidente en Cataluña concluye el 10 de enero, por lo que en la CUP se juzga que hay tiempo suficiente para seguir negociando.

En ERC disimulan mientras que en CDC comienzan a dar la batalla por perdida y se suceden las críticas a los diputados cuperos por su falta de patriotismo y compromiso por la causa separatista. Se acusa a los antisistema de votar junto a los constitucionalistas, de hacer el caldo gordo al Gobierno del PP, a la prensa de Madrid y a los poderes fácticos del Estado, y de liquidar el "proceso". Incluso se apunta a que están infiltrados por el Centro Nacional de Inteligencia, el CNI. La presión en los medios es total hasta el punto de haberse acuñado la etiqueta de #pressingcup en las redes sociales.

Anna Gabriel y David Fernández, al frente

A este acoso responden las disquisiciones de Antonio Baños, quien en caso de que se repitieran las elecciones no volvería ser el candidato de la CUP. El poder pertenece a Anna Gabriel, que impuso la norma de variar a los interlocutores "cupaires" en las reuniones con Junts pel Sí para que los negociadores antisistema no empatizaran con los convergentes. Y a David Fernàndez, quien pese a no ser ya diputado está instalado en la dirección del partido y es uno de los líderes del no a Mas, a pesar del abrazo del 9-N. Su discurso de Manresa, en el que negó al "president" su condición de imprescindible para el proceso, es la ortodoxia en el seno de la CUP.

Continúan las negociaciones, pero es que nadie quiere ser el primero en dar por embarrancada la nave a Ítaca. CDC pretende que la CUP trague con Mas mientras que en la CUP y en ERC se espera al 20-D para volver a hablar. En la política catalana puede ocurrir cualquier cosa, pero el minuto y resultado es que Mas es un lastre, un cadáver político y un estorbo para la CUP y sobre todo para ERC, que le defiende de oficio con un candidato para Madrid, Gabriel Rufián, del que no se fían ni en su propio partido. Junqueras, entre tanto, calla.

Las cinco propuestas de los antisistema

Ante la presión convergente, la formación antisistema ha dado a conocer cinco propuestas que ha puesto sobre la mesa. La primera es un presidente de consenso, Raül Romeva. La segunda oferta es una presidencia conjunta, un "liderazgo coral", las tres vicepresidencias con rango de presidencia. La tercera "idea" es una presidencia rotatoria para "construir un sistema menos presidencialista. La cuarta es una "copresidencia", lo que también obligaría a cambiar la ley autonómica. La quinta oferta es que Mas se convierta en "comisionado para la internacionalización del proceso". En el mejor de los casos, Mas podría ser un presidente en segundo turno o un comisionado.

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