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Motivos para un Congreso abierto

El PP va camino de la irrelevancia, sin proyecto político y sin un discurso claro y reconocible en términos ideológicos.

El PP va camino de la irrelevancia, sin proyecto político y sin un discurso claro y reconocible en términos ideológicos.
Rajoy, con Cospedal y otros cargos del PP, en la última Junta Directiva | Tarek/PP

Los resultados obtenidos por el Partido Popular en las últimas elecciones generales, así como el tiempo transcurrido entre la celebración de éstas y la formación de Gobierno, han hecho patente lo que ya estaba latente. El PP va camino de la irrelevancia, sin proyecto político y sin un discurso claro y reconocible en términos ideológicos.

Floridablanca propuso la convocatoria de un Congreso abierto que bajo la fórmula un afiliado-un voto permitiera iniciar la ineludible renovación, recuperar la vocación de mayoría y aunar en torno a un proyecto político y no en torno al poder.

Hasta la fecha, la respuesta se ha limitado a decir que dicho Congreso no es prioridad para el partido y que se celebrará después de la formación de un nuevo Gobierno, sin fijar ninguna fecha concreta, a pesar de que estatutariamente debía haber tenido lugar en 2015. Ante el cuestionamiento algo más que implícito de la falta de transparencia de este tipo de congresos y las llamadas a su democratización, se ha esgrimido que los congresos del Partido Popular ya son abiertos. En realidad, éstos se realizan a través de compromisarios electos por las organizaciones territoriales y compromisarios natos (miembros de la Junta Directiva Nacional y de la Comisión Organizadora). Es decir, lejos de facilitar la participación de los afiliados y militantes en la elección de los candidatos, facilita que la elección pueda ser dirigida.

En nuestra opinión, la celebración de un Congreso abierto no se puede postergar más.

En primer lugar, porque la ausencia de autocrítica y el incumplimiento constante de los estatutos por parte de la actual directiva hace indispensable que el Congreso abierto sea convocado cuanto antes, para que los militantes, afiliados y simpatizantes puedan expresar su opinión y participar en el presente y futuro del Partido Popular.

En segundo lugar, porque el desarrollo de un Congreso abierto es un proceso paralelo que no obstaculiza la formación de un Gobierno. Su convocatoria, como es bien sabido, no tiene por qué coincidir con la formación de Gobierno. Además, la democracia interna es una cuestión de principios y no de momentos.

En tercer lugar, parece evidente que de ir a unas nuevas elecciones habría que elegir un nuevo candidato. La lógica invita a pensar que si el programa y las últimas listas electorales –donde figuraban el candidato y su equipo de Gobierno– no consiguieron el respaldo de una mayoría suficiente de españoles, la confianza del elector no va a recuperarse sin acometer cambios sustanciales. La debacle del PP en las elecciones generales no responde a un mero trasvase de votos hacia otras fuerzas políticas emergentes que ahora puedan resultar menos atractivas o útiles. El origen del problema fue la incapacidad del PP de hacer política, de ser consecuente con sus ideas y de presentar un proyecto esperanzador para España. Sólo un Congreso abierto que encumbre a un nuevo líder y equipo directivo con visión, principios y sentido de Estado podrá salvar al centro-derecha. Algo que España necesita urgentemente.

En cuarto lugar, porque en las democracias liberales la participación ciudadana en las instituciones se articula principalmente a través de los partidos políticos, de lo que se deduce que cuanto mejor funcionen los partidos políticos mejor servicio podrán prestar a la ciudadanía. Hay, además, una confluencia de intereses entre lo que demanda la sociedad española y lo que reclaman los afiliados, militantes y simpatizantes del Partido Popular. Los españoles han exigido en más de una ocasión que los partidos se abran a la sociedad, que se democraticen. Una de las señas de identidad del Partido Popular es la defensa de la libertad: militantes, afiliados y simpatizantes no entenderían que no se les permita participar y gozar de la necesaria discreción para poder elegir a sus líderes. La época de las tutelas paternalistas debe acabar.

En quinto y último lugar, la celebración de un Congreso abierto es el mejor modo de retomar la iniciativa política. Sólo así se podrán asentar las bases de un proyecto político de ideario claro e identificable, que renueve la confianza de los españoles, que aúne todo lo que está a la derecha de la izquierda y que ofrezca un programa político con perspectiva histórica y visión de futuro.


redfloridablanca.es

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