Fue un gesto importante, que no puede pasar desapercibido. Tras una semana de especulaciones sobre su futuro político, Mariano Rajoy se hizo acompañar de las dos mujeres más poderosas del PP. Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta, y María Dolores de Cospedal, la secretaria general, se sentaron juntas en primera fila para escuchar al presidente en funciones. "No renuncio a nada", dijo, rechazando que esté pensando en tirar la toalla.
Según las fuentes consultadas, fue una señal inequívoca que todo el partido sigue estando detrás de Rajoy y de que nadie le va a rechistar internamente pese a las jornadas de enorme nerviosismo y pesimismo que se han vivido. En otras palabras, que Esperanza Aguirre y José María Aznar siguen siendo "versos sueltos" ya que la dirección nacional y los barones apoyan a su líder y no habrá rebelión interna.
"Mantengo mi candidatura a la presidencia del Gobierno", manifestó Rajoy ante la pregunta de si, llegado el caso, daría un paso atrás. "Es muy importante respetar la voluntad de la gente y los españoles han votado al PP y a un candidato. La democracia hay que respetarla y a los votantes también. Hay que hacer un esfuerzo de pedagogía", argumentó. Mientras, Santamaría y Cospedal asentían, y la vicepresidenta ponía en valor el temple del jefe en momentos de enorme tensión.
Para estar en la foto, Cospedal canceló su presencia en la Junta Directiva de Aragón, a la que finalmente fue Javier Maroto. Era la primera vez que compartía protagonismo con la número dos del Ejecutivo en la sala de prensa de Moncloa, tal y como ella se encargó de reconocer. "No se contempla -la renuncia de Rajoy-, tiene todo el apoyo del partido", ha sido la respuesta de su entorno durante toda la semana ante el sinfín de rumores.