Mariano Rajoy volvió a hacer una escapada a Sanxenxo. Aprovechando que el domingo clausuraba el congreso del PP de Pontevedra, decidió pasar el fin de semana en una de las ciudades que más quiere en compañía, como siempre, de su mujer Elvira Fernández, por todos conocida como Viri. Pero no fueron solos. Le acompañaron Javier Arenas y su cónyuge, la discreta Macarena Olivencia.
No es la primera vez que Rajoy se lleva a Arenas a Galicia. En la última campaña de las elecciones regionales, el presidente del PP protagonizó una caravana paralela a la de Alberto Núñez Feijóo, y el vicesecretario general le acompañó buena parte del trayecto, lleno de pequeños municipios. En esta ocasión, eso sí, el desplazamiento nada tenía que ver con el trabajo -hasta el domingo-, y confirmó que la confianza de Rajoy en Arenas sigue intacta pese a los rumores que de vez en cuando circulan por los mentideros políticos, informa Pablo Montesinos.
Con Arenas de testigo, llegó otro encuentro que generó la atención de los medios locales y la expectación de los vecinos. Rajoy se encontró con el Rey emérito en el puerto deportivo de Sanxenxo, y recibieron el cariño de los allí presentes. La estampa la recoge La Voz de Galicia. Don Juan Carlos llegó a la localidad el viernes, invitado por el presidente del Club Náutico, Pedro Campos, y no dudó en salir a navegar.
Así las cosas, el sábado, Rajoy y Arenas esperaron que el monarca llegara al puerto y le saludaron, mientras los vecinos no pararon de sacar fotografías. Según el citado rotativo, tras dicha cortesía, cada uno siguió por su lado. El presidente se suele comentar con resignación que, por motivos de seguridad, no puede hacer uso del inmueble que tiene en la ciudad y ha alquilado una casa para pasar sus días de descanso en Sanxenxo.
Ya en El Faro de Vigo, Rajoy escribió este domingo una carta después de el Ayuntamiento de Pontevedra le nombrara persona non grata. "Hoy vuelvo a mi ciudad", proclama en la emotiva misiva. "Lamento mucho que algunos concejales de esta ciudad que siento tan mía hayan querido hacerme daño cuando existen otras maneras mucho más razonables de mostrar el desacuerdo con un gobernante", argumenta.
En todo caso, el presidente deja claro que no piensa "renunciar" a la que considera su ciudad. "Estoy absolutamente seguro de que algún día, ojalá no muy lejano, algún alcalde de Pontevedra, ojalá que el actual, planteará la retirada de esa declaración de non grato que nada aporta a la ciudad", remata. En el cónclave popular, fue ovacionado por más de 800 simpatizantes.