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La CUP estalla: dimisión en bloque en la ejecutiva

Seis de los quince miembros del Secretariado Nacional de los antisistema abandonan por el veto a Mas y a los presupuestos de Junqueras.

Seis de los quince miembros del Secretariado Nacional de los antisistema abandonan por el veto a Mas y a los presupuestos de Junqueras.

El veto a Mas y a los presupuestos de la Generalidad ha provocado la dimisión de seis miembros de los quince componentes del Secretariado Nacional de la formación antisistema. Se trata de Ester Rocabayera, Guim Pros, Joel Jové, Omar Diatta, Roger Castellanos y Tomàs Sayes. Ninguno de ellos es diputado en el parlamento regional, pero su abandono en bloque de la ejecutiva sitúa al partido al borde una quiebra definitiva.

En una carta dirigida a los militantes, los seis "fugados" aluden a la "tensa situación interna" y al "contexto político y social" y esperan que con su abandono "la CUP vuelva a ser un proyecto netamente democrático, transparente y asambleario". La presión de los medios afines a Convergencia y las críticas soterradas de Poble Lliure (una refundación del Moviment de Defensa de la Terra 'MDT', brazo político de Terra Lliure) a la decisión adoptada por el grupo parlamentario han destrozado los difíciles equilibrios internos de un "secretariado" que estaba en plena fase de recomposición.

Durante los últimos días, tanto ERC como CDC han arremetido contra la CUP, acusando a dos de sus diputadas, Eulàlia Reguant y Anna Gabriel, de haber provocado el descarrilamiento del proceso separatista y de provenir del "republicanismo españolista" que, en teoría, simboliza Endavant, la otra gran facción interna que lidera Gabriel. Se les ha llegado a reprochar incluso la pérdida de ochocientos millones de euros en ayudas sociales que estaban previstos en los números presentados por el vicepresidente económico de la Generalidad, Oriol Junqueras.

La dirección cupera trató de frenar la crisis y emprendió una serie de consultas internas para la renovación del secretariado. El exdiputado Quim Arrufat era el encargado de llevar a cabo los trabajos previos para los cambios en la dirección de cara a acallar las voces internas que pedían las cabezas de Reguant y Gabriel, tanto por el veto a Artur Mas primero como por la enmienda a la totalidad de los presupuestos.

La propuesta era que dimitiera en bloque la dirección y se volviera a elegir un nuevo "secretariado" en el que podrían figurar algunos de los actuales miembros de la dirección, así como nuevos nombres.

"Submarinos de Mas"

En una parte de la militancia había calado a fondo la teoría de que la ruptura del acuerdo de estabilidad entre Junts pel Sí y la CUP era un rejón de muerte para la "hoja de ruta separatista", a pesar de que el gobierno de la Generalidad ha dado hasta el momento pasos más simbólicos que reales para la "desconexión", prevista, según el calendario acordado, para enero del próximo año. Los líderes del sector duro respondieron con crudeza al tachar a los críticos de "submarinos de Mas". Además, atribuían las críticas y maniobras a la mano de diputados de Junts pel Sí como Lluís Llach y a los partidarios del expresidente de la Generalidad, Antonio Baños y David Fernàndez, el "embajador" de Otegui, entre los más destacados.

Tras la tormentosa sesión parlamentaria del pasado 8 de junio, la posición de la CUP había centrado buena parte de la campaña de Convergencia para las elecciones generales, con gruesas andanadas por parte de Artur Mas, Carles Puigdemont y el candidato Francesc Homs. La tensión entre los partidarios de apoyar a toda costa al gobierno catalán y quienes exigían compromisos reales derivó en un ahora frustrado intento por modificar la composición del "secretariado" para dar mayor protagonismo a los "pragmáticos".

En su misiva, los dimisionarios afirman que "actualmente, una parte de nuestra nación se encuentra en un contexto político y social de relevancia histórica donde la CUP tiene un papel clave y en el que no podemos permitirnos ningún paso en falso. Es necesario que seamos cuidados y caminemos firmemente, pero con cautela, sabiendo que las consecuencias de nuestros errores pueden afectar directamente a la emancipación social y nacional de las clases populares de los Países Catalanes".

Prueba del efecto de las acusaciones de CDC y ERC es que en la carta, los seis exmiembros de la dirección antisistema afirman que "hemos sido testigos del aumento de actitudes sectarias y maquiavélicas que han impregnado, entre otros, dos los procesos de decisión más relevantes de nuestra historia reciente: la investidura el pasado mes de enero y la reciente cuestión de los presupuestos. La batalla por obtener el control de la organización ha condicionado la mayoría de los debates, de la selección de liberados y otros cargos de los órganos nacionales, como los propios integrantes del grupo parlamentario".

La tesis de los dimitidos no sólo es coincidente con la de Mas sino que acusan al sector encabezado por Anna Gabriel de "arribistas", "recién llegados" y hasta de "unionistas infiltrados".

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