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Cospedal resiste, mantiene su pulso con Santamaría y Maillo se hace fuerte en Génova

Rajoy es reelegido presidente por el 95% de los votos. "Todavía puedo dar mucho más", proclama. Maillo es designado coordinador general.

Rajoy es reelegido presidente por el 95% de los votos. "Todavía puedo dar mucho más", proclama. Maillo es designado coordinador general.
Cospedal, en un momento de este congreso nacional. | Tarek/PP

"He dado todo lo que he podido al PP y estoy en condiciones de señalar que todavía puedo dar mucho más. Estoy absolutamente convencido". Hinchado de poder, sin contestación interna alguna, Mariano Rajoy volvió a pedir a su partido que se encomiende a su proyecto. "Somos serios" y "hay cosas que no conviene cambiar", proclamó. Reivindicó su forma de hacer política y se burló de "los adanes" que "no tienen en la mano más que aire". No incluyó nuevos rostros a su dirección, pero ascendió a Fernando Martínez-Maillo recuperando el cargo de coordinador general. María Dolores de Cospedal, pese a las presiones, seguirá siendo su número dos en el partido.

Nadie discutió su decisión. El PP es hoy Rajoy, al que todos elogiaron de forma encendida en sus discursos. El viernes por la tarde, un compromisario de Castilla-La Mancha crítico con Cospedal presentó una enmienda contra la acumulación de cargos y provocó un buen susto a la cúpula al quedarse a 25 votos de sacarla adelante. De inmediato, se escucharon gritos de "tongo", se produjeron dos dimisiones y se desataron las especulaciones. Pero fue ratificar Rajoy a su secretaria general y la ovación del auditorio fue cerrada. Fin de la historia. "Lo que funciona bien no hay que cambiarlo", zanjó el presidente, y se esfumaron los deseos de cambios de barones como Alberto Núñez Feijóo o Juan Manuel Moreno.

Así, Rajoy mantiene también el equilibrio entre Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, sin asiento en el comité de dirección ni estructura territorial detrás. Para la primera, el ministerio de Defensa y la secretaría general, a la espera de comprobar qué ocurre con la presidencia del PP de Castilla-La Mancha. Para la segunda, la única vicepresidencia del Gobierno, el control del CNI y la interlocución con Cataluña y País Vasco. Así se pactó por las partes implicadas, según se deslizó en su día por un sector del partido, en las negociaciones para la confección del actual Ejecutivo. "Puede que Cospedal no pueda presidir el PP pero, llegado el caso y desde su posición, puede acabar con las posibilidades de Soraya", en palabras de un miembro de la dirección.

La única novedad llegó con Maillo, que supo del plan de Rajoy el viernes por la noche, aunque en la práctica es reconocerle el trabajo que ya estaba haciendo hasta ahora. Es el nuevo hombre fuerte de Génova, despacha casi a diario con el jefe y le resuelve los asuntos internos que tanto le incomodan. Ya ha mantenido negociaciones bastante complejas con algunas estructuras regionales y vivió momentos de tensión con la fallecida Rita Barberá para que se diera de baja del partido. Además de ser coordinador general, Maillo continuará como vicesecretario de organización, al igual que Pablo Casado en comunicación, Javier Maroto al frente del área social y Andrea Levy en estudios y programas.

Capítulo a parte se merece Javier Arenas. Pese a su enemistad con Cospedal y los movimientos de última hora contra él en el PP de Andalucía, mantuvo su sillón en maitines al frente de la política autonómica y local. Es otro gesto que demuestra que Rajoy se siente con tanta fuerza que hace lo que quiere y se niega a prescindir de sus amigos. Y Arenas, también secretario general del grupo popular en el Senado, ha sido siempre un fiel escudero y se ha encargado de cuestiones más que delicadas, como despachar en su día con Luis Bárcenas.

La batalla del Comité Ejecutivo

Hay que bajar un escalón, al Comité Ejecutivo, para observar cambios y apreciar el desenlace de importantes batallas internas. Rajoy no terminó la lista final hasta prácticamente el último momento. Tras participar en un acto de nuevas generaciones por la mañana, dejó el congreso nacional y se fue a la Moncloa para comer y cerrar su candidatura. Según algunas fuentes, Cospedal le acompañó, pero su equipo no quiso confirmar este extremo. Del resultado, Cristina Cifuentes sale claramente reforzada, incluyendo a sus números dos y tres, Ángel Garrido y Jaime González Taboada, en el importante órgano interno. Ni rastro queda ya del aguirrimo ni tampoco del aznarismo, toda vez Ana Botella quedó fuera de los elegidos, como era más que previsible. Rajoy no mencionó a su antecesor en ningún momento de su intervención, aunque su foto apareció varias veces en un vídeo del cónclave.

Además, el PP valenciano, tan golpeado por los casos de corrupción, recuperó presencia en la Ejecutiva, en la que entró Eva Ortiz, la número dos de Isabel Bonig. Por su parte, la estructura andaluza está muy representada, pero Moreno no logró incluir muchas caras nuevas, más allá de su secretaria general, y los veteranos, próximos al líder y algunos también a Arenas, se hicieron fuertes una vez más como Celia Villalobos, Ángeles Muñoz o Teófila Martínez.

Santamaría no perdió su plaza en el Comité Ejecutivo, donde tendrá a un puñado de fieles como José Luis Ayllón y Roberto Bermúdez de Castro, su nuevo secretario de Estado para las relaciones territoriales. Como "vocales de designación", de nuevo tres amigos del presidente, cargos de toda la vida: Jorge Fernández Díaz, Luis de Grandes y Miguel Ángel Cortés.

"Conozco bien a este partido. Estoy aquí desde 1977", sacó pecho Rajoy, ovacionado una y otra vez. Su discurso, en ocasiones, pareció una arenga electoral, con bastantes críticas a las nuevas formaciones políticas. "Los problemas no se afrontan con promesas que no se pueden cumplir, con modas o con el movimiento continuo", avisó. "Las cosas se arreglan con seriedad" ya que "toda realidad no bien entendida prepara su venganza", destacó, pidiendo al PP que le sigan unidos y sin rechistarle.

Rajoy dijo no oponerse a los cambios, pero razonó que antes hay que pensar muy bien las cosas y comprobar si conducen a algún sitio o no. "Hay cosas que no conviene cambiar", insistió, y se revolvió ante quienes le dan lecciones de democracia. "Nosotros necesitamos comprobar que las cosas son buenas antes de aceptarlas. No nos gustan las ligerezas", afirmó, y le aplaudieron una vez más. Sin limitación de mandatos en los estatutos, Rajoy se ofreció a los suyos sin fecha de caducidad: "Acudo a esta tribuna para defender mi candidatura a la presidencia del PP". Fue reelegido por más del 95% de los votos, un porcentaje más bajo que en 2012, que fue del 97%.

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