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El Rey, al Congreso: "Fuera de la ley sólo hay imposición y, en último extremo, la negación de la misma libertad"

Ovación a los Reyes en el hemiciclo. Podemos no aplaude. Don Felipe ensalza lo conseguido en 1977 y rechaza los intentos de división nacional. 

Los Reyes presidieron la sesión solemne de las cortes generales para celebrar el 40 aniversario de las elecciones de 1977, en las que se eligió el Congreso y el Senado de la legislatura constituyente. Todas las formaciones políticas, a excepción de ERC y Bildu, participaron en el acto. Podemos, una vez más, se hizo notar rodeándose de víctimas del franquismo y revolviéndose públicamente contra la monarquía. Tras ser ovacionado por la inmensa mayoría, don Felipe rememoró ese 15 de julio del 77 para, a renglón seguido, defender la unidad nacional y el cumplimiento de las leyes. "Fuera de la ley, nos enseña la historia, solo hay arbitrariedad, imposición, inseguridad y, en último extremo, la negación misma de la libertad", sentenció.

Los monarcas compartieron protagonismo con los diputados y senadores de las Cortes Constituyentes, que les recibieron con un "viva el Rey" en la escalinata de la Cámara Baja. Don Felipe les obsequió con unas insignias conmemorativas, en una recepción en el salón de Pasos Perdidos previa a su discurso en el hemiciclo, que estaba abarrotado. El Rey empezó su intervención recordando a su padre, el gran ausente, el día de apertura de las cortes constituyentes, cuando dijo que "la democracia ha comenzado y ahora hemos de tratar de consolidarla". "A él, junto a toda aquella generación que abrió el camino de nuestra democracia, quiero ofrecerles hoy y aquí el testimonio más profundo de nuestra gratitud, homenaje y admiración", subrayó el hoy jefe del Estado.

Para el Rey, las elecciones de 1977 no pueden entenderse "sin el largo periodo histórico que las precede". "La Constitución de 1812 ya supuso un referente esencial de la unidad, la soberanía y la libertad de los españoles", pero a partir de ahí llegó una época "convulsa e incierta" en la que "se derribaba una y otra vez todo lo que antes se había construido". "Desgraciadamente, la intransigencia y la eliminación de la discrepancia determinaron gran parte de la vida nacional. Los españoles se oían, pero no se escuchaban; se veían, pero no se miraban; se hablaban, pero no se entendían y menos aún se respetaban", rememoró.

Recordado el pasado más duro y citando expresamente la "dictadura", el jefe del Estado puso en valor el papel de los parlamentarios constituyentes. "Una sociedad, cuando reconoce la valía y la ejemplaridad de quienes merecen la gratitud de sus compatriotas, se honra a sí misma. Y son muchas las personas a las que debemos esa gratitud. Están en la mente y en el recuerdo de todos", afirmó. "En el Congreso y en el Senado surgidos de esas elecciones se unieron varias generaciones de españoles, del interior y del exilio, con trayectorias vitales muy diferentes, con ideologías muy alejadas, pero todos ellos guiados e inspirados por un mismo espíritu: nadie en España debía de volver a ser enemigo de nadie", proclamó.

Tras citar la separación de poderes, el Rey aseguró que los parlamentarios de entonces han de estar orgullosos. "Porque al renunciar cada uno de ellos a imponer su visión de España o sus propias convicciones sobre las de los demás, construyeron la España que querían construir los españoles", razonó. "Cumplieron con su deber", sacó pecho, a pesar "del terrible dolor que causaba el terrorismo que miserablemente actuó contra todo principio de humanidad y de respeto a la convivencia democrática". Previamente, Ana Pastor, la presidenta del Congreso, ya había recordado a las víctimas del terrorismo.

"Empezó así a construirse el gran proyecto político para la España del futuro", en palabras de don Felipe, que recordó las herramientas para conseguirlo. Esto es, "diálogo", "pacto" y "consenso" en aras del proyecto común. "El verdadero protagonista de esos años fue sin duda el pueblo español; lo fue con su participación y foto en el referéndum para la aprobación de la ley para la reforma política; lo fue con su participación en las elecciones del 15 de junio; y lo fue en el referéndum del 6 de diciembre de 1978 por el que se aprobó la Constitución", sentenció. En este sentido, recordó que la Carta Magna ya recoge "la diversidad territorial" del país "con orgullo y coherencia.

Y llegó el momento de hablar del presente. Don Felipe no citó expresamente el pulso separatista, pero con los diputados de la antigua Convergencia portando carteles con urnas, destacó: "Ningún camino que se emprenda en nuestra democracia puede ni debe conducir a la ruptura de la convivencia, al desconocimiento de los derechos democráticos de todos los españoles o a la negación de los valores esenciales de la Europa a la que pertenecemos. Y menos aún, un camino que divida a los españoles o que quiebre el espíritu fraternal que nos une", sentenció, recibiendo el aplauso de todos los parlamentarios a excepción de los representantes de Podemos y los nacionalistas. Unos argumentos que suele utilizar el Gobierno, que siempre revisa los discursos del monarca.

El Rey prosiguió su razonamiento, sin citar Cataluña. "La convivencia tiene su mayor garantía y su mayor protección en las normas que la amparan", avisó, "`porque el respeto a esas normas, en democracia, no es una amenaza o una advertencia para los ciudadanos, sino una defensa de sus derechos. Porque dentro de la ley es donde cobran vigencia los principios democráticos, donde se deben encauzar los antagonismos y resolver los desacuerdos y las diferencias mediante el diálogo, mediante el debate". Fue entonces cuando dijo que, fuera de la ley, se llega a "la negación misma de la libertad".

Sus últimas palabras sirvieron a don Felipe para reafirmar el compromiso "irrevocable" de la Corona "con la democracia, con el entendimiento entre todos los españoles y con su convivencia en libertad". "El coraje, la valentía, la ilusión la determinación y la esperanza deben seguir plenamente vigentes en nuestro ánimo para proyectar nuestra convivencia hacia el futuro y seguir impulsando el proceso de nuestra nación", remató el monarca. Fue despedido por la gran mayoría de los parlamentarios con vítores y una atronadora ovación.

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