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Rajoy, con el golpe ya en marcha: "Sé lo que está en juego y lo que se espera de mí"

Dice que no renuncia a "nada" para salvaguardar la unidad pero, de momento, delega en el TC y la Fiscalía.

Mariano Rajoy prometió parar el golpe separatista cueste lo que cueste. De momento, su respuesta se quedó en el Tribunal Constitucional y la Fiscalía, pero aseguró que irá más allá en caso de que Gobierno catalán desacate el mandato de la Justicia. "Soy muy consciente de mis obligaciones y de la gravedad del momento" y "haré todo lo necesario sin renunciar a nada", avisó en una declaración institucional en Moncloa, arropado por sus ministros. "Sé lo que está en juego y lo que se espera de mí", se reafirmó. Y, una vez más, solemnizó que no se celebrará el referéndum el 1 de octubre.

Antes, el presidente presidió un Consejo de Ministros extraordinario, para dar trámite a cuatro recursos de inconstitucionalidad, y recibió a Pedro Sánchez en el palacio de la Moncloa. Ya por la tarde, se volvió a ver cara a cara con Albert Rivera. Una fotografía de unidad muy importante a sus ojos, pese a no celebrarse un encuentro a tres, como habría gustado a Ciudadanos. Con el respaldo explícito de ambos, el jefe del Ejecutivo expuso sus "sólidas razones" para acudir al Constitucional y lanzó un aviso rotundo a los independentistas: "No sigan avanzando hacia el precipicio, no menosprecien la fuerza de la democracia".

En concreto, el Gobierno recurrió ante el TC la ley de referéndum, el decreto de convocatoria de la consulta y las normas complementarias que lo acompañan y la resolución de la Cámara por la que se ha designado a cinco miembros de la sindicatura electoral. También presentó un incidente de resolución de sentencia por la tramitación de la ley de transitoriedad, que será recurrida este viernes por un nuevo Consejo, después de su aprobación en el Parlamento catalán. Por último, solicitó al alto tribunal que notifique todas sus decisiones a los miembros del Gobierno catalán, a todos sus altos cargos, a los alcaldes de la comunidad y a los medios de comunicación públicos del territorio.

Además, Moncloa dio especial importancia al papel de la Fiscalía y su orden a la Guardia Civil, la Policía Nacional y los Mossos para que investiguen las actuaciones dirigidas a la organización del referéndum. Un extremo que también puso en valor Rivera tras su despacho con el presidente. "El papel de las fuerzas de seguridad será importante", dijo el líder de Ciudadanos, tras desvelar que había analizado con el presidente todas las herramientas a utilizar, más allá de la vía judicial.

En su intervención, Rajoy utilizó un tono severo y solemne, pero no aclaró qué hará en caso de que la vía judicial no sea suficiente. No citó la ley de seguridad nacional ni el artículo 155 de la Constitución. Ximo Puig, que también estuvo en la Moncloa y fue el primero que despachó con él a primera hora de la mañana, comentó en charla informal que lo había visto alejado de los sectores "más duros" del PP, y se felicitó por ello. Conocido es que el PSOE no quiere la aplicación del 155. Sea como fuere, Rajoy declaró: "La convocatoria del referéndum supone un intolerable acto de desobediencia y el gobierno está obligado a defender la dignidad de las instituciones".

En este sentido, Rajoy admitió que "nuestro estado de derecho puede parecer a veces lento o tímido" pero, a renglón seguido, precisó que "esas apariencias no deben llevarnos a engaño". "Tenemos una gran fortaleza interior que aparece en los momentos necesarios y que es la fuerza de la unidad de los demócratas", proclamó. Después, lanzó toda una declaración de intenciones: "No he dedicado tantos años" a España para permitir que "se liquide de un plumazo" el sistema democrático. "El referéndum no se va a celebrar en ningún caso", sentenció en varias ocasiones.

La intervención de Rajoy duró unos 20 minutos. En un gesto bastante inusual, todos sus ministros, a excepción de Alfonso Dastis -en Cuba para preparar el viaje de Estado de los Reyes- le acompañaron a la sala de prensa para ofrecer una nueva imagen de unidad. El presidente fue especialmente duro a la hora de referirse a lo ocurrido el miércoles en el Parlamento catalán. "Posiblemente, nadie pudo imaginar que podríamos asistir a un espectáculo tan democráticamente deplorable", lamentó, para denunciar "leyes fantasma" y "desobediencia" ante las indicaciones de los propios letrados de la Cámara, a los que agradeció su "batalla" en aras de la legalidad.

El presidente situó a Puigdemont al margen de la democracia. "Abandonen ese proceso", imploró. "No sigan por ese camino, no liquiden sus propias instituciones", reclamó, no sin enfatizar que también está en juego la autonomía de Cataluña. "Renuncien a imponer a las bravas algo que no consiguen ganar democráticamente (…) Abandonen ya esta escalada de ilegalidad", se dirigió al Gobierno catalán, aunque el Ejecutivo da por descontado que a estas alturas el choque es prácticamente inevitable. "El estado de derecho no se va a plegar a sus bravatas", volvió a advertir Rajoy.

La situación es tan dramática que Rajoy comprendió que los españoles puedan estar preocupados, dolidos por determinadas descalificaciones y desconcertados por la respuesta del Estado. Les solicitó "tranquilidad". "Pueden mantener la confianza en sus instituciones. Nadie va a vacilar a la hora de cumplir con su deber. La democracia responderá con firmeza, aplomo, serenidad y dignidad", garantizó.

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