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Évole se ensaña con Puigdemont

Ahora ya sólo queda suplicar a Soraya una salida negociada para que Puigdemont y demás traidores a los saharauis y kurdos no queden inhabilitados.

Ahora ya sólo queda suplicar a Soraya una salida negociada para que Puigdemont y demás traidores a los saharauis y kurdos no queden inhabilitados.
Jordi Évole, el Follonero, con Carles Puigdemont | La Sexta

El presidente de la Generalidad es una de las figuras más grotescas que ha dado la política catalana en tiempos recientes, lo cual tiene cierto mérito visto el nivel de los personajes que lideran el proyecto independentista. Algo veníamos sospechando, pero su imprudencia al aceptar una entrevista fuera de los micrófonos de TV3 no dejó anoche el menor resquicio a la duda.

El Follonero dejó en ridículo a Puigdemont, pero lo realmente destacable es que lo hizo aceptando las reglas de juego del independentismo y dando por buenos todos sus postulados. Évole, como corresponde a un progresista de La Sexta, acepta que el destruir un país es aceptable siempre que se realice por métodos democráticos y cree sinceramente que el independentismo es una opción razonable que en Cataluña ha venido funcionando bastante bien. Pues bien, ni siquiera así pudo Puigdemont desmentir que lo que está pergeñando su Gobierno es un completo disparate, sin pies ni cabeza, que está llevando a Cataluña a protagonizar un auténtico ridículo mundial .

Anoche en La Sexta no hubo piedad. Cuando el presidente regional catalán balbuceaba incoherencias sobre el Tribunal Constitucional, los referéndums de los perroflautas desmontados por la policía autonómica y la dimensión de gran estadista de Carmen Forcadell, Évole le preguntó por el sentido de su voto cuando en el Parlamento de Cataluña se tramitaron sendas mociones sobre la convocatoria de consultas independentistas en el Sáhara y el Kurdistán. En los dos casos Puigdemont votó en contra, dejando claro cuál es su grado de compromiso real con el sagrado derecho humano a la autodeterminación.

Ese minuto televisivo fue letal para el procés, porque lo despoja de la poca credibilidad que le quedaba incluso desde el punto de vista de los independentistas más convencidos. El principal impulsor de la independencia, a cuyo reclamo acudían hasta los profesores de la ESO con todos sus niños convenientemente disfrazados, resulta que es, además de una nulidad política, un hipócrita redomado.

La entrevista fue una carnicería, un espectáculo gore. A partir de ahora ya sólo queda suplicar a Soraya una salida negociada para que las condenas judiciales no sobrepasen el tercer nivel del escalafón, de manera que Puigdemont y demás traidores a los saharauis y kurdos no queden inhabilitados para seguir trincando el sueldo oficial. Muy triste todo. El pobre Junqueras debe estar llorando aún.

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