Protestas ante la Embajada de España en Londres
Diego Sánchez de la Cruz
La torre de control vista desde el aire pocos meses después de su inauguración.
Este era el aspecto de los mostradores de facturación en marzo de 2009, cuando el aeropuerto llevaba tres meses operando.
Algunas partes del aeropuerto se han quedado a medio terminar, como esta pasarela a ninguna parte. Se construyó para comunicar la terminal con la estación de AVE que, según se dijo, iban a levantar para dar servicio al aeropuerto. Esta imagen es de principios de 2009, cuando aún había esperanzas de que se terminase. Nunca se hizo.
La pasarela hace unos días permanece en el mismo estado en el que se quedó antes de la inauguración.
Aspecto habitual de la plataforma del aeropuerto, que ocupa una superficie de 220.000 m². Ni un solo avión.
Desde tierra la plataforma se antoja aún más inmensa. Tiene capacidad para albergar hasta 17 aeronaves a un tiempo. Nunca se ha alcanzado semejante marca.
Hace tiempo que Iberia cerró su mostrador de venta de billetes en el aeropuerto. En esta imagen, tomada en marzo de 2009, abría poco y vendía menos.
En el amplio vestíbulo de la terminal reina el silencio desde que los albañiles terminaron de levantarlo. El día que hay dos vuelos pasan por aquí unas decenas de pasajeros, durante el resto deambulan los empleados.
Desde las cercanías el aeropuerto no pasa desapercibido. Enclavado en pleno Campo de Calatrava, entre Ciudad Real y Puertollano, sus edificios son los únicos que hay en varios kilómetros a la redonda.
En esta foto, tomada en enero de 2011, el aeropuerto muestra su estado actual. Los suelos relucen limpios mientras las pantallas de información comunican a los inexistentes viajeros que ese día no hay vuelos.
Sin llegadas. La pantalla de cristal líquido de última generación no puede ser más explícita, a Ciudad Real no llega ningún avión hoy.
La pasarela inconclusa del aeropuerto está igual que hace dos años. Desde el interior es imposible acceder a ella. De nada serviría que abriese, al otro lado nunca se hizo la estación de AVE.
Hace sólo unos días este era el aspecto de los mostradores de facturación. Nadie los atiende por la sencilla razón de que no hay vuelos programados ese día. La empresa que vende la publicidad del aeródromo, entretanto, sigue buscando clientes que deseen anunciarse aquí.
El aparcamiento está como las pistas: vacío. Los pocos viajeros que pasan por él no dan para llenar el amplio aparcamiento semicubierto que se construyó.