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Bunbury: el héroe del eterno retorno

Este martes, Enrique Bunbury (Zaragoza, 1967) cumple 48 años en un, al menos, aparente silencio, sin gira mundial peregrina, sin disco nuevo del que hablar. Desde que ofreciera, en diciembre de 2014, los "Últimos conciertos en la Tierra", se hace raro sólo saber de él porque haya colaborado en una banda sonora, porque apoye el Día sin Música o porque participe en el concierto de 40 aniversario de Burning. No sabemos qué planea el extranjero, el boxeador, el hombre delgado que no flaqueará jamás y desconfiamos, como decíamos antes, de ese aparente silencio, quizá similar al del leopardo que acecha a la gacela. Aquí va un homenaje, una breve biografía vertebrada por (sólo, sí, sólo) doce canciones. Y qué canciones.

Senda
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Senda

El niño Bunbury tocaba la batería y sacaba buenas notas. Después vino la adolescencia, con una falsa acusación de tráfico de drogas por parte de un cura de su colegio, un disco de Pink Floyd y la lectura de Rimbaud, Baudelaire, Salgari o Nietzsche. También, cómo no, La importancia de llamarse Ernesto, que derivó, en su biografía, en la importancia de llamarse Bunbury. Tras participar en un par de bandas 'amateur', de una de estas germinó la que, con Extremoduro, aún sigue siendo el grupo más importante de rock español: Héroes del Silencio. La senda no había hecho más que empezar.

Contracorriente
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Contracorriente

El éxito vino pronto, compusieron "Entre dos tierras", "La sirena varada", "La chispa adecuada", actuaron por la vieja Europa y por la nueva América, fueron recibidos por el príncipe Felipe, ahora Felipe VI. La odisea que emprendieron Valdivia, Cardiel, Andreu y Bunbury fue motivo de glorias y coronas de laureles, pero también hubo agotamiento y vinagre. Así, Héroes del Silencio se disolvió en 1996. Un año después, Bunbury publicaba su primer disco en solitario: Radical Sonora. Los ultras de Héroes del Silencio se rasgaron las vestiduras ante un disco electrónico, diferente a todo lo previo, pero el artista, pese a la crucifixión, se empeñó en no ser un pez muerto e ir contracorriente.

El viento a favor
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El viento a favor

El viento se puso a favor con Pequeño (1999), un trabajo de sustrato, mediterráneo, infinito. Bunbury conformaba nueva banda, El Huracán Ambulante, con músicos como Ana Belén Estaje, Javier García Vega o Ramón Gacías, fiel escudero desde entonces. Crecieron las ventas, los aplausos, los conciertos. Canciones como "El extranjero", “Algo en común” o “De mayor” ejercían como deliciosas justificaciones de la cosa. Tres años después vino Flamingos (2002), cabaretero, exquisito, doliente, contenedor de himnos como "El club de los imposibles", “Sí” o “Lady Blue”, y en 2004, Bunbury parió un trabajo doble, El viaje a ninguna parte, una obra densa, latina y variadísima, que incluye "Que tengas suertecita", “La señorita hermafrodita” o “La chica triste que te hacía reír”.

Ahora
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Ahora

El Huracán Ambulante implosionó y, tras un paréntesis de dos años -no silencioso: durante este período, creó Los Chulis y colaboró en discos de Pereza o Quique González-, Bunbury se hermanó con Nacho Vegas para publicar, producido por Paco Loco, esa deliciosa rara avis llamada El tiempo de las cerezas. Ofrecieron un concierto en Barcelona y cinco en México. La banda del momento ya contaba con dos futuros Santos Inocentes: Álvaro Suite y Jorge Rebenaque. La máxima del momento: "Todo lo que en el mundo he amado / es una canción, un teatro y a ti".

La herida
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La herida

La noticia musical más importante de 2007 fue, sin ningún género de dudas, el reencuentro de Héroes del Silencio. Sería una gira para sanar las heridas, una despedida definitiva, elegante y por todo lo alto. El grupo actuó en Guatemala (ante 25.000 asistentes), Buenos Aires (30.000), Monterrey (15.000), Los Ángeles (30.000), México DF (120.000, en dos fechas), Zaragoza (80.000, en dos fechas), Sevilla (40.000) y Valencia (80.000). De cara a la galería, al menos, todas las heridas se sanaron.

Apuesta por el rock&roll
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Apuesta por el rock&roll

Los Héroes ofrecieron un repertorio extenso y enérgico. Entre las casi treinta canciones que formaban su repertorio, encontrábamos "El estanque", “La carta”, “Maldito duende” o “Apuesta por el rock&roll”, de Mauricio Aznar, como una sutil declaración de intenciones de lo que iba a ser el siguiente paso artístico del aragonés errante.

Porque las cosas cambian
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Porque las cosas cambian

Tras el carpetazo definitivo a Héroes, Bunbury se rodeó de una banda nueva: Los Santos Inocentes, formada por Álvaro Suite, Jordi Mena, Robert Castellanos, Jorge Rebenaque y Ramón Gacías -posteriormente se uniría el percusionista Quino Béjar. En estas llegó Hellville de Luxe (2008), un trueno de rock intenso en el que también encontramos flirteos con el folk, lo tropical o con Tom Waits ("Todos lo haremos mejor en el futuro"). Durante la gira, Bunbury conquistó una plaza nueva: Polonia. El tour concluyó con un concierto en el Estadio Azteca de México DF ante 90.000 personas.

De todo el mundo
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De todo el mundo

En febrero de 2010, Bunbury publica Las consecuencias, un disco oscuro, acústico, de cámara, con el que pretende explorar las cloacas de las relaciones humanas sin recurrir al tremendismo. "¿Por qué siempre conviene alegrar a la gente? / También de vez en cuando está bien / asustar un poco". En el menú, “Ella me dijo que no”, “El boxeador” o una excelente versión del “Frente a frente”, de Jeanette. El tour quedó registrado en el doble directo Gran Rex (2011).

Ódiame
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Ódiame

Licenciado Cantinas (2011) fue entendido como un "descanso del guerrero", un deleite. A través de un disco conceptual, muy narrativo, Bunbury versionó piezas de ese macrouniverso que conforma el cancionero de América Latina. En el menú, “Chacarera de un triste” (Hermanos Simón), “Ánimas, que no amanezca” (Guadalupe Ramos”, “El cielo está dentro de mí” (Atahualpa Yupanqui) o “Ódiame” (Federico Barreto/Rafael Otero López). Cómo no, al disco lo acompañó una gira por España y por toda América. “Descanso del guerrero”, decía Bunbury.

Despierta
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Despierta

En 2013 llegó su último disco de estudio, Palosanto. El álbum presenta una serie de canciones que animan, entre otras cosas, a despertar, desconfiar, pensar y atreverse, amén de atreverse a pensar. Bunbury presentó Palosanto en una gira extensa y espectacular, en la que se colaron televisiones rotas, manchas de sangre, La naranja mecánica y un vals de Shostakovich.

Más alto que nosotros sólo el cielo
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Más alto que nosotros sólo el cielo

Bunbury recogió una postal de la gira en el DVD/CD Área 51, grabado en el Palacio de Congresos de Madrid, ahora, Barclaycard Center. Participaron Quique González ("Bujías para el dolor") e Iván Ferreiro ("El cambio y la celebración"). En el menú, "El rescate", "Hay muy poca gente" o "Deshacer el mundo".

Infinito
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Infinito

Un promotor mexicano consiguió que Bunbury y Calamaro giraran, durante algo más de un mes, juntos en México. Fruto de esa breve gira nació Hijos del pueblo, que recoge los temas que el español y el argentino cantaron al alimón. ¿Qué viene ahora? Lo único que sabemos es que, el próximo 14 de octubre, la fotógrafa José Girl publicará Plano secuencia, "un libro que recoge mis imágenes del Palosanto Tour 2014, con textos de la escritora Silvia Grijalba y un prólogo de Enrique Bunbury". Eso sí, podemos dar por hecho que el silencio será imposible.

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