Concursantes MasterChef 3

Estos son los concursantes de la tercera edición de MasterChef. | Pablo Molina

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Alberto (Valencia)

Este valenciano es un estudiante de medicina obsesionado con la higiene –lleva siempre en el bolsillo un bote de desinfectante-, y con el hecho de que Samantha, a la que admira muchísimo, no desempeñe un papel más relevante en el programa. Su hablar afectado, la bata blanca de médico y sus comentarios delirantes denotan la existencia de un cerebelo en constante ebullición y una compleja personalidad. Jordi Cruz lo definió como el Sheldon Cooper del programa. No podemos estar más de acuerdo.

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Andrea (Barcelona)

Esta catalana de 22 años compagina sus estudios de odontología con su trabajo de modelo. Si los concursantes fueran eliminados por votación popular sería la primera en irse a casa, porque el público no tolera fácilmente tanta perfección. Andrea tiene todas las papeletas para convertirse en la típica concursante guapa a la que odian todos los demás. De momento fue la última en ser admitida a la fase final del concurso.

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Antonio (Sevilla)

La cuota de tipismo andaluz del programa, con todo lo que eso lleva consigo. Antonio es simpático, dicharachero y bromista. Además le apasiona la juerga y, según el perfil elaborado por la productora del programa, no entiende que la gente esté en este mundo para competir. ¿A qué ha ido a Masterchef entonces? Pues naturalmente a pasárselo bien y, de paso, a hacer que los espectadores disfruten con su gracejo natural.

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Carlos (Toledo)

En el primer programa, este joven toledano apasionado del gimnasio mostró sus abdominales y su amor por Samantha, cuya presencia cercana siempre le provoca un curioso estado de nerviosismo. Carlos es vendedor ambulante pero lo suyo es la cocina y a pesar de su aparente chulería asegura tener muy buen fondo.

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Encina (Valencia)

La representante de las personas mayores en este crisol de personalidades que forman los integrantes de Masterchef. Encina recoge el testigo de Churra, la simpática ancianita gallega que anduvo desorientada por las cocinas del programa en la pasada edición para agobio constante de los que veíamos el programa. Encina no entiende la cocina de vanguardia ni, de hecho, cree que sea verdadera gastronomía. Dará juego hasta que no haya más remedio que facturarla de vuelta a su tierra.

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Fidel (Alicante)

Con este alicantino comenzamos la serie de vidas desgarradas de la presente edición de Masterchef. Fidel creció en un orfanato, se hizo soldado y en estos momentos trabaja de camarero. A pesar de no haber tenido una vida fácil, Fidel es optimista por naturaleza. Por lo que pudimos ver en el primer programa, se desenvuelve bien en la cocina y tiene gusto para elaborar los platos. Si el público votara sería sin duda uno de los finalistas de esta edición.

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Kevin (Tarragona)

El bueno de Kevin dejó los estudios de arquitectura para desesperación de su padre, al que pretende compensar venciendo en este concurso culinario. Kevin es modelo ocasional, como puso de manifiesto con un gorro absolutamente grotesco que lució en la primera entrega del programa, hasta que Jordi Cruz le hizo ver el ridículo que estaba haciendo a los ojos de toda España, incluido su papá. Por lo poco que pudimos ver en el primer programa, es uno de los concursantes más creativos de esta edición.

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Lidia (Pontevedra)

La maniática de la cocina sana de esta edición. Sin llegar a los extremos disparatados de Celia, la concursante vegana del año pasado que rezaba por el alma de las gambitas antes de cocinarlas, Lidia está dispuesta a hacer valer sus convicciones culinarias y su cruzada contra desviaciones dañinas como el chorizo o el chocolate. Pepe Rodríguez se lo va a pasar bomba poniéndola de los nervios programa tras programa.

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Mila (Valencia)

Mila es una mujer de mediana edad que, con la vida resuelta y una familia formada, cree que haber llegado el momento de cumplir su sueño y crear una empresa vinculada a la gastronomía. Milacooks es el nombre que ha elegido para este proyecto futuro, una coqueta empresa de catering que verá la luz con seguridad si se convierte en la ganadora del programa, algo que está por ver.

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Mireia (Murcia)

Por fin, después de dos ediciones, llega al programa un concursante murciano, una laguna incomprensible que finalmente ha quedado cubierta para satisfacción de todos. Mireia no solo es murciana sino también política. Progresista, por supuesto, no en vano es concejala del PSOE en su localidad. La buena de Mireia colabora con ONG dedicadas a las personas con riesgo de exclusión social. Para llegar a la fase final del programa cocinó unas "albondiguicah", con una pinta excelente.

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Pablo (Valencia)

Este valenciano de 27 años es campeón de uno de los varios cientos de disciplinas de artes marciales actualmente existentes; en concreto de Tai-Jitsu, sea esto lo que sea. Pero el carácter combativo de Pablo, necesario para destacar en el terreno de la lucha, contrasta con su extraordinaria sensibilidad, que le lleva a escribir poemas de manera compulsiva en su tiempo libre. En el primer programa pasó varios minutos llorando con un soponcio de importantes dimensiones, ante la posibilidad de ser eliminado. Felizmente acabó entrando en el programa.

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Raquel (Pamplona)

Navarrica, de 32 años y protésica dental. Se equivocó al empezar a estudiar Farmacia y tampoco es que acertara demasiado al elegir su actual profesión, de la que se declara completamente harta. Ahora piensa que su destino está en los fogones. En TVE aseguran que tiene un carácter franco y que le gusta decir las cosas a la cara. Con alguien así las broncas en la presente edición están aseguradas.

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Sally (Ciudad Real)

Sally es el segundo ejemplo de vida desgarrada de la presente edición de Masterchef. Nacida en Paraguay, fue abandonada por su madre, tras lo cual comenzó un periplo vital propio de una telenovela lacrimógena. Pero a nuestros efectos, lo importante es que Sally está en nuestro país con una vida feliz, rodeada por su marido y su hija. Por lo que pudimos ver en su desempeño en los fogones es una de las aspirantes más serias a ganar esta edición de Masterchef.

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Sara (Barcelona)

Otra concursante con una vida difícil de la que ha sabido salir adelante gracias a su esfuerzo y sacrificio. A sus 27 años, Sara ya ha recorrido en compañía de su novia gran parte de Hispanoamérica, trabajando a cambio de alojamiento y comida. Esta experiencia le ha servido para conocer en profundidad la cocina sudamericana. Sara tiene toda la pinta de ser la concursante intrascendente, que nadie se da cuenta de que existe hasta que se mete en la final.

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Víctor (Málaga)

Este malagueño lo ha hecho ya casi todo en la vida, a pesar de contar con tan sólo 30 años. De entre su bagaje vital destacamos su condición de campeón de póker de España, una afición que sin embargo no le ha servido para templar su carácter nervioso. Según TVE, Víctor tiene "un humor cambiante y un carácter tempestuoso que le cuesta dominar". Sus broncas en el programa, cuando crezca la tensión, pueden ser antológicas.