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Jerusalén, ciudad Santa

Una historia y una espiritualidad difícilmente comparables hacen de Jerusalén un destino imprescindible, dentro o fuera de la Semana Santa.

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La entrada a la Iglesia del Santo Sepulcro, quizá la iglesia más peculiar del mundo pero que no es tan grandiosa como alguno podría pensar

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La cúpula de la Anástasis –resurrección- sobre el Santo Sepulcro. Es, sin duda, el lugar más monomunental de la iglesia

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La Ciudad Vieja y al fondo la Jerusalén moderna, vistas desde el Monte de los Olivos, que ofrece uno de los mejores miradores sobre la capital de Israel

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Peregrinas besando la piedra sobre la que se tendió el cuerpo sin vida de Jesús

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Peregrinos junto a la roca del Gólgota, en la que fue crucificado Jesucristo

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Sacerdotes ortodoxos en un callejón de Jerusalén

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La muralla otomana, vista de desde la puerta de Jaffa

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La Ciudad Vieja vista desde lo alto de la muralla, junto a la Puerta de Damasco

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La Cúpula de la Roca y el caos de tejados y antenas parabólicas que es la Ciudad Vieja

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El Muro de las Lamentaciones, otro de los centros espirituales de Jerusalén

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Fieles rezando junto al Muro

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Canciones, bailes y un ambiente muy festivo: el Muro de las Lamentaciones a la entrada del sabbat, un viernes por la tarde

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La fuente junto al Muro en la que los fieles pueden lavarse antes de entrar a rezar

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Una niña en otra de las empinadas callejas de la Ciudad VIeja

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Parte del bazar en la Ciudad Vieja

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Y el otro gran mercado de Jerusalén: Mahane Yehuda, uno de los muchos lugares especiales de la capital de Israel

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Un pequeño puesto de Mahane Yehuda

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Especias y hierbas en el mercado

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El Museo de Israel, un lugar imprescindible para acercarse a la riquísima historia del país

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El espectacular edificio de Yad Vashem, el imprescindible pero terrible museo del Holocausto de Israel

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