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La puja parte de 630.000 euros

Se vende un pueblo fantasma a dos horas de Nueva York

La propiedad a la venta data del siglo XIX. Fue en los años sesenta cuando se queda literalmente vacía de habitantes. Un millonario excéntrico compra el pueblo para hacer un parque de atracciones pero muere en el intento. Desde entonces, tal y como recoge idealistanews, algunos aseguran notar su presencia. Ahora está a la venta...

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Johnsonville es un pequeño pueblo de Connecticut, un estado que cuenta con al menos una decena de lugares en las que las historias tenebrosas están en boca de todos.

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Este pueblo, a unas dos horas de Nueva York y Boston, data del siglo XIX y su puja parte de 800.000 dólares (algo más de 630.000 euros).

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Cuenta con un lago, una pequeña presa, casas, una tienda e incluso una capilla.

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Todos los edificios necesitan una buena reforma.

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La prensa local ha reportado casos de avistamientos de fantasmas y presencias.

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El pueblo tiene un precioso lago con muchos espacios verdes para poder disfrutar al aire libre.

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La propiedad se ha puesto ahora a la venta tras la muerte de Ray Schmitt, un millonario estadounidense que se hizo con el pueblo en los años 60.

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Un lugar en el que se cree que el espíritu de Schmitt aún vaga y vigila sus calles.

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Otros han reportado presencias de los espíritus en un viejo molino en el que fueron enterrados muchos de sus trabajadores en 1890.

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Se dice que el pueblo, antes de los años 60, se dedicaba exclusivamente a fabricar red de pesca. Sin embargo, cuando la demanda bajó, se dejó de producir y los habitantes fueron abandonando el pueblo hasta dejarlo vacío.

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Fue entonces cuando el excéntrico Schmitt decidió comprar el pueblo con la idea de convertirlo en una especie de parque de atracciones para turistas.

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Para ello, se dice que incluso mandó trasladar casas antiguas para dotar de mayor riqueza al espacio.

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Sin embargo, Schmitt murió antes de que pudiera llevar a cabo su plan de convertir la ciudad abandonada en un lucrativo parque de atracciones.

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Es por ello que se dice que el espíritu de Schmitt sigue paseando por las calles de su pueblo para vigilar quién entra y quién sale.

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Algunos dicen que han sentido su presencia, otros no han notado nada. Ya saben, esto es cuestión de sensibilidades, lo que es cierto es que si quiere tener su propio pueblo con historia puede hacerlo.

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