Al menos 4 de las 10 bombas que estallaron en los trenes el 11 de marzo estaban ocultas en papeleras. Eso es lo que recoge uno de los primeros informes de investigación entregados al juez Del Olmo por la Comisaría General de Información, lo cual es incompatible con la tesis de que hubieran podido emplearse mochilas o bolsas de viaje como contenedores de los artefactos. Basta cotejar las dimensiones de la bolsa de Vallecas o de las que se desactivaron en Atocha con las de las papeleras instaladas en el modelo de trenes de cercanías de Madrid en los que se perpetraron los atentados.

Sin aportar datos concretos sobre localización, materiales utilizados o marcas de vehículos, la cadena SER publicó que la banda terrorista hizo estallar en Francia un coche mediante "algún novedoso sistema de bombas lapa". El coche habría estallado en junio pero los restos se encontraron al mes siguiente. La emisora cita "fuentes de la lucha antiterrorista para ilustrar su noticia. Poco después, reaccionó el Ministerio del Interior admitiendo conocer desde junio la existencia de ese vehículo pero negando que en los informes remitidos desde Francia hubiera algún dato que permitiera suponer que ETA "esté ensayando nuevos mecanismos de explosión".