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Una mala nota en la universidad provocó la modificación de la Constitución de EEUU

La última enmienda aprobada a la Constitución norteamericana fue ratificada en 1992, tras un proceso que llevó más de 200 años.

La última enmienda aprobada a la Constitución norteamericana fue ratificada en 1992, tras un proceso que llevó más de 200 años.

Las primeras enmiendas a la Constitución de Estados Unidos, conocidas como la Carta de Derechos (Bill of Rights) fueron propuestas en septiembre de 1789 y ratificadas dos años después. Reconocen libertades como la de prensa o la de portar armas, así como el derecho a no declarar contra uno mismo, a la inviolabilidad del domicilio, etc. Pero una de las enmiendas, propuesta por James Madison, se quedó por el camino y nunca fue aprobada. Decía lo siguiente:

Ninguna ley que varíe la remuneración de los servicios de los senadores y representantes tendrá efecto previo a que se haya realizado una elección de representantes.

Es decir, que congresistas y senadores no pueden subirse o bajarse el sueldo a sí mismos con efecto inmediato: cualquier cambio sólo entrará en vigor en la siguiente legislatura. El artículo cinco de la Constitución regula el proceso de aprobación de enmiendas. Después de su propuesta, para la que se requiere la aprobación de dos tercios del Congreso o dos tercios de las asambleas legislativas de los estados, tres cuartos de los mismos deben aprobarlas para que queden ratificadas. Esta enmienda fue aprobada en su momento por nueve estados, y hacía falta la aquiescencia de diez de los trece originales. Así que no pasó.

Pero hay un detalle en que no mucha gente repara, y es que el artículo cinco no impone ningún plazo máximo de ratificación. Al hacer la propuesta el Congreso puede ponerlo, pero en este caso no lo hizo. Quien sí se dio cuenta fue un estudiante de segundo año de la Universidad de Texas en 1982. Gregory Watson, de diecinueve años, tenía que escribir un trabajo sobre un proceso gubernamental cualquiera para una clase de administración pública. Leyendo el capítulo de un libro que enumeraba las enmiendas propuestas pero nunca ratificadas se topó con ésta. Escribió el ensayo, argumentando que si 29 estados más movían ficha, la enmienda sería aprobada pese a haber sido propuesta casi doscientos años antes. Le dieron un aprobado raspado.

Watson no quedó nada satisfecho con su nota. Quedó tan poco satisfecho que decidió que conseguiría que la enmienda se aprobara. Así que, al más puro estilo americano, empezó a escribir cartas a congresistas, buscando a alguien que estuviera interesado. Sólo le contestó uno: el senador William Cohen de Maine, quien impulsó que su estado natal la aprobara en 1983. Sintiéndose reivindicado, Watson siguió escribiendo a congresistas, tanto federales como estatales. Poco a poco, cual gota malaya, un estado tras otro fue ratificando hasta que en 1992, unos diez años después de su trabajo universitario y 202 años, 7 meses y 10 días de que fuera propuesta, la vigesimoséptima enmienda fue ratificada y pasó a formar parte de la Constitución de Estados Unidos.

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Formulario para el cambio de nota. | Zach Elkins

Su profesora, Sharon Waite, no sabía el papel que su antiguo alumno había tenido en el proceso. Cuando se enteró se dio cuenta de que, irónicamente, había tenido más influencia en la constitución que ningún otro profesor universitario. Volviendo la vista atrás, llegó a la lógica conclusión de que la nota había sido injusta. Así que se puso en contacto con la universidad, en la que hacía años que no trabajaba, y desde este mes de marzo Gregory Watson tiene un sobresaliente en la asignatura.

Watson asegura que conserva el trabajo... en alguna parte. "He tratado de encontrarlo miles de veces, pero no sé dónde lo he puesto. No es la clase de cosas que tiraría a la basura, así que debe estar en alguna parte. Soy del tipo de personas que lo guarda todo, así que estará en alguna caja", asegura.

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