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La historia del papable Braz de Aviz: lleva 130 proyectiles en su cuerpo

El cardenal brasileño aparece en las quinielas para suceder a Benedicto. Como sacerdote fue secuestrado y utilizado como escudo.

El cardenal brasileño aparece en las quinielas para suceder a Benedicto. Como sacerdote fue secuestrado y utilizado como escudo.
Benedicto XVI, junto a Braz de Aviz | Cordon Press

De cara al Cónclave que se celebrará el próximo mes de marzo y que elegirá al sucesor de Benedicto XVI ya han comenzado a surgir los nombres de varios cardenales como serios candidatos para ocupar la cátedra de San Pedro. Muchos son sus perfiles y sus nacionalidades. Y uno de ellos, que podría ser la opción latinoamericana, oculta tras de sí una historia de lo más extraña.

Es el caso del actual prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y anterior arzobispo de Brasilia, Joao Braz de Aviz. Desde que fue llamado de Brasil a Roma en 2010 ha sido uno de los íntimos colaboradores de Benedicto XVI y fue creado cardenal en el penúltimo Cónclave, en febrero de 2012.

El cardenal Braz Aviz pasó de las favelas de Apucarana, en el estado brasileño de Paraná, a los pasillos de la ciudad del Vaticano. Aunque este papable del país con más católicos del mundo no podrá olvidar, aunque quisiese, su época de sacerdote entre los más pobres.

Sacerdote en las favelas

Según reveló él mismo cuando fue nombrado prefecto de los religiosos, su cuerpo está marcado desde hace treinta años por 130 balines de plomo repartidos por todo su cuerpo. Para llegar a este momento hay que remontarse a 1983, cuando el entonces sacerdote Joao Braz Aviz tenía 36 años y era párroco en la Diócesis de Apucarana.

Ese día iba con su coche a ayudar a otro párroco cuando, según relató el cardenal, "a mitad de camino, en un puente, vi un coche parado" y se acercó para ver si necesitaban ayuda. Su sorpresa fue cuando vio que no eran campesinos sino dos jóvenes armados. Le quitaron las llaves y le obligaron a seguirle sin mediar palabra.

Secuestrado por atracadores

¿Para qué? Pronto lo descubriría. A la media hora de estar "secuestrado" apareció un furgón blindado que transportaba dinero de distintos bancos. El prelado recuerda como los dos atracadores dispararon a las ruedas mientras los guardias también respondían al fuego.

Pero este cúmulo de despropósitos para el entonces sacerdote no acabó ahí. Cuenta Braz Aviz que viendo que la situación estaba bloqueada, "los dos jóvenes me apuntaron de nuevo a la cara: ve tú a hablar con los policías o te matamos. ¿Qué podía hacer? Di sólo pocos pasos y rápidamente los policías armados dispararon contra mí".

Decenas de proyectiles penetraron en su cuerpo. Balines de plomo que le perforaron un ojo, los pulmones, el intestino y muchos más puntos de su cuerpo. Se quedó inmóvil en el suelo, incapaz de levantarse, gracias a lo cual sigue vivo. "Después me confirmaron que si me hubiera movido me habrían matado", relata el prefecto vaticano. Mientras tanto, los ladrones consiguieron escapar.

Moribundo en el suelo

El obispo brasileño recuerda que en el suelo se decía a sí mismo: "Jesús, pero ¿por qué debo morir a los 36 años?". Así, añade que desde dentro sintió la respuesta de Jesús que le decía: "yo morí a los 33. Ya has tenido tres años más que yo...". "Entonces me sentí en paz" y todavía en el suelo rezó, pidió perdón e hizo una última petición: "Señor, dame diez años más. No sé por qué pedí diez años".

Finalmente, consiguió salvarse e incluso no sufrió daños en el ojo pero durante un tiempo entró en periodo de depresión. "No era capaz ni de salir de casa", afirma. Sólo al año empezó a dar pequeños paseos alrededor de su residencia. "También esta especie de parálisis de la voluntad ha sido para mí una experiencia importante, para abrazar mi límite y mi fragilidad", sentencia emocionado.

Pero esta curiosa historia tiene un elemento más puesto que cuando se cumplieron los diez años más de vida que pidió en el suelo del tiroteo le llegó su nombramiento como obispo. "Es como si el Señor me hubiera querido decir: hasta aquí tú me habías pedido la vida, y de ahora en adelante, te pido yo que me la dones a mí". Tanto, que ya sirve desde Roma a sus hermanos y tendrá la oportunidad de elegir al sucesor de Pedro.

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