La última cumbre del año de este jueves y viernes en Bruselas volvió a escenificar lo que lleva meses en boca de varios mandatarios europeos, empeñados en transmitir que lo peor de la tormenta ha quedado atrás y que, aunque lentos, se están dando pasos hacia esa nueva Europa más coordinada y acompasada que predican los líderes en las grandes ocasiones.
Los "importantes avances" aplaudidos por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, fueron jaleados por los Veintiocho y por las autoridades comunitarias, que ya preparan su año electoral. "Toda Europa gana con ello", recalcó Rajoy explicando que el mecanismo único para disolver bancos con problemas "permitirá minimizar el coste para el contribuyente".
"Ha sido un año muy exitoso", brindó Angela Merkel horas después de haber sido investida por tercera vez canciller y después de haber convencido a sus socios de su idea de exigirles las reformas que todavía se les resisten a través de un contrato. Y es que, para varias voces europeas, el
año 2013 empezó ya en julio de 2012 cuando, con el euro a punto de dar un paso fatal hacia el precipicio, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, tranquilizó al continente con su ya famosa promesa de salvar a la moneda común con "todo lo que sea necesario".
Desde entonces, la economía europea apenas ha levantado cabeza, con un crecimiento todavía enclenque, y con la tasa de desempleo de varios países por encima del 20%, pero la confianza parece haberse instalado en unos Gobiernos que se perciben a sí mismos como una nueva unión más coordinada y con menos enfermos –Irlanda y España abandonarán sus respectivos programas de rescate con éxito-, y con una moneda que ya no es objeto de dudas existenciales y que, a partir del 1 de enero, contará con Letonia como decimoctavo miembro.
En Europa, por tanto, la música ha cambiado algo, pero no tanto quién lleva la batuta. Por eso, la propuesta de contratos que la canciller lleva meses rumiando, aunque ha sufrido finalmente un retraso, seguirá adelante, pese a las tímidas objeciones de algunos líderes. "Haremos reformas porque son buenas para el empleo y el crecimiento", reivindicaba el presidente François Hollande defendiendo que se clarifique en qué se traducirá el apoyo a las reformas que promete Alemania a cambio de las reformas.
El año del Sur
Mientras que en las instituciones europeas se ha instalado, al menos extraoficialmente, el debate del reparto de puestos de gran relevancia –con ausencia de nombres españoles para la tarea de pilotar Europa-, los Gobiernos se disponen a dar el relevo a Grecia en la presidencia de turno. Aunque no es la primera vez que un país en apuros toma la presidencia rotativa de la UE –ya lo hizo la atribulada España en 2010, la desgobernada Bélgica o las rescatadas Chipre e Irlanda-, el timón de la UE recae esta vez en uno de los países que más ha contestado, y sigue contestando "las políticas fiscales restrictivas" que ha venido exigiendo Bruselas.
Por eso, en este año electoral, en que los ciudadanos elegirán a la Eurocámara, será clave que el timón europeo lo tengan primero Grecia, que reivindica políticas de empleo y crecimiento, y después Italia, que promete hacer de la política de inmigración su absoluta prioridad.