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Benedicto XVI desmonta una a una las teorías de la conspiración sobre su renuncia

El Papa emérito ha escrito una carta al diario La Stampa para responder a las teorías y especulaciones que se han producido en los últimos meses.

El Papa emérito ha escrito una carta al diario La Stampa para responder a las teorías y especulaciones que se han producido en los últimos meses.

El pasado 11 de febrero se cumplió un año del histórico anuncio realizado por Benedicto XVI: renunciaba al Pontificado. Y este viernes será el primer aniversario del día en que se hizo efectivo y quedaba vacante la Cátedra de San Pedro.

Durante este tiempo se ha especulado mucho sobre la renuncia y se han cuestionado los motivos que llevaron al Papa alemán a tomar esta decisión. Incluso en la prensa internacional se ha asegurado que sería una acción inválida por parte de Benedicto XVI y que pudo hacerlo debido a presiones y conspiraciones en el seno del Vaticano.

Con la claridad y ausencia de doblez que siempre le han caracterizado en su vida, el ahora Papa emérito ha querido aclarar y desmontar todas estas teorías de la conspiración. Para ello, ha vuelto a explicar los motivos de su renuncia y algunas de las decisiones que se tomaron tras una decisión que no contaba con antecedentes en siglos.

De este modo, Benedicto XVI ha escrito una carta al periodista de La Stampa, Andrea Tornielli, en la que respondía a las preguntas formuladas por éste ante las teorías que han venido circulando en los últimos meses y en las que negaba cualquier influencia externa.

"En estos últimos meses, he notado que mis fuerzas han disminuido, y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me iluminara con su luz para tomar la decisión más adecuada no para mi propio bien, sino para el bien de la Iglesia. He dado este paso con plena conciencia de su importancia y también de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el valor de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismo". Estas fueron las palabras que pronunció Benedicto XVI el 11 de febrero de 2013 al anunciar su renuncia y que, sin embargo, muchos no se creen aún.

"No hay duda sobre la validez"

En la misiva enviada al diario italiano el Papa emérito afirmaba de manera categórica que "no existe la menor duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino. La única condición de la validez es la plena libertad de la decisión". "Las especulaciones sobre la invalidez de la renuncia son simplemente absurdas", añadía.

De hecho, la posibilidad de la renuncia era una opción que ya contemplaba en su interior tiempo atrás y que quedó plasmada en el libro-entrevista que le realizó el periodista Peter Seewald, Luz del mundo, en el que dejaba abierta una puerta que un tiempo después se atrevió a cruzar.

Igualmente, el día de su renuncia Benedicto aseguró que "ya no tengo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, pero en el servicio de la oración permanezco, por así decirlo, en el recinto de San Pedro". Con estas palabras sobre su intención de quedarse en el Vaticano se llegó a decir que era la muestra de que no había sido libre y que por tanto sería inválida su renuncia. Sin embargo, se ha podido demostrar que con dicha afirmación ya se visualizaba viviendo una vida de oración en el convento Mater Ecclesiae en el interior de los muros vaticanos.

También se ha cuestionado en este tiempo tanto su indumentaria, blanca al igual que la del Papa, como el mantener el nombre con el que fue elegido tras el Cónclave de 2005. Así lo ha aclarado: "mantener el hábito blanco y el nombre de Benedicto es una cosa simplemente práctica. Al momento de la renuncia no había otros vestidos a disposición. Por lo demás, llevo el hábito blanco de forma claramente diferente al Papa. También aquí se trata de especulaciones sin el más mínimo fundamento". Y es que Benedicto XVI va ahora sin faja ni esclavina, algo que sí lleva Francisco como Papa.

Estas especulaciones se vertían ante la posible influencia del Papa emérito en la Iglesia o ante la existencia de un gobierno en la sombra que estuviera al margen del nuevo Pontífice. Por ello, Benedicto afirma de manera contundente que no existe ninguna "diarquía" en la Iglesia y que su "único y último objetivo" es rezar por su sucesor en la cátedra de San Pedro.

Esta misión de orar por Francisco ya se la había contado al teólogo suizo Hans Küng, compañeros de jóvenes y 'enémigos' cuando Ratzinger era prefecto de la Doctrina de la Fe. Sin embargo, ahora que el teólogo está gravemente enfermo y que habló incluso de quitarse la vida, Benedicto XVI le escribió una carta en la que entre otras muchas cosas le dijo que "yo estoy agradecido de poder estar unido por una gran identidad de visión y por una amistad de corazón al Papa Francisco. Hoy, veo como mi única y última tarea es apoyar su Pontificado en la oración".

Cuando se conocieron estas palabras hechas públicas por Küng, en varios medios de comunciación no se las dio credibilidad por lo que en la misiva a La Stampa el Pontífice emérito aclara que "el profesor Küng citó literal y correctamente las palabras de mi carta a él dirigida".

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