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Los nacionalistas pelean en Bruselas por vetar a UPyD y C’s del grupo liberal

Pese a que Convergencia les tacha de "populistas" y "antidemocráticos", los liberales ven con buenos ojos su incorporación.

El grupo liberal en el Parlamento Europeo (ALDE, por sus siglas en inglés) podría dejar de ser el paraguas político donde nacionalistas vascos y catalanes encuentran cobijo si, como se prevé, el próximo martes los liberales abren sus puertas a Unión Progreso y Democracia y Ciudadanos, dos formaciones que defienden abiertamente la unidad de España y combaten los postulados separatistas.

Los posibles nuevos miembros españoles del grupo liberal suman seis y el número es demasiado tentador para que un grupo parlamentario al que las últimas elecciones le han dado un mordisco de casi veinte escaños les hagan ascos, por muchas reticencias que muestren los nacionalistas a convivir con ellos. Además, desde que los partidos pidieron su adhesión, las conversaciones –"tan discretísimas, que parece un secreto de Estado", bromea un colaborador- han evidenciado que las formaciones se entienden con el grupo y su ideario liberal. En todo caso, sea por matemática post electoral –para mantenerse como tercera fuerza política- o por la "buena sintonía" que aspirantes y cúpula del grupo aseguran tener, lo más probable es que el presidente de los liberales, el belga Guy Verhofstadt, dé luz verde, y que su grupo la apruebe por una mayoría de dos tercios, a la incorporación de UPyD y C’s.

El pataleo de Convergencia

No obstante, el problema que tiene ahora el grupo parlamentario sobre la mesa no es pequeño. La campaña de descrédito a los eurodiputados electos de UPyD y C’s emprendida por Ramón Tremosa, de Convergencia, ha sido feroz. Desde correos electrónicos señalando individualmente a eurodiputados por sus "salidas de tono", hasta asegurarle a colegas que dichos partidos son ambiguos a la hora de condenar el fascismo.

En definitiva, el eurodiputado ha pasado a sus colegas de grupo un completo dossier de los partidos aspirantes (e incluso de miembros en particular) y ha emprendido una intensa actividad de lobby en contra de la incorporación. Igual que hiciera el antecesor de Tremosa en el Parlamento, Ignasi Guardans, cuando el entonces eurorodiputado Luis Herrero llevó a Bruselas la defensa de la libertad de expresión frente a las competencias censoras del Consejo Audiovisual de Cataluña, y lo mismo que la Generalidad elabora informes sobre periodistas, el eurodiputado de Convergencia se ha empleado a fondo en señalar a los seis eurodiputados de las formaciones como "non gratos" y en intoxicar a los altos despachos sobre la supuesta incompatibilidad de programas del ALDE y los partidos candidatos a sumarse. "Son gente con la que no se puede hablar", suele decir Ramón Tremosa a quien le quiera escuchar.

A la vista del poco éxito cosechado por su primera estrategia, Convergencia decidió entonces pelear por que los liberales hicieran firmar a UPyD y C’s, a modo de bautismo de sangre para ingresar en el grupo, un texto proconsulta. Además, personas presentes en las reuniones internas del grupo, de varias nacionalidades pero familiarizadas con los postulados nacionalistas después de más de diez años de convivencia política, relatan a Libertad Digital algunas de las intervenciones de Tremosa en unas citas en las que, como es lógico, no están invitados -y, por tanto, no pueden defenderse- los aspirantes a enrolarse en las filas liberales, a los que, entre otras cosas, el eurodiputado catalogó como "profundamente anti regionalistas y contrarios al ideario liberal" o que abrazan "un populismo coyuntural". Dichas fuentes describen la actitud de Tremosa como "cambiante en las últimas semanas", y aseguran que, ante sus contradicciones en este tema, "le dieron un toque desde Barcelona una vez que bajó el tono y dijo que se podría convivir con esos partidos, pero con condiciones".

Y todo ello ha creado una situación difícil para la presidencia de un grupo que, de llevar Convergencia sus amenazas de romper la baraja hasta sus últimas consecuencias, podría enfrentarse al portazo de dos de sus miembros. "No nos daría ninguna pena", confiesa una fuente del grupo que, aunque no refleja el sentir mayoritario –más proclive a la máxima de "cuantos más mejor"-, sí da una pista del hartazgo al que han llevado estos roces internos. Más grande sería, sin embargo, el problema para los propios diputados de Convergencia y PNV, que se verían obligados a buscar alianzas antes de final de mes, o bien enfrentarse al aislamiento de quedar catalogados como No Inscritos, igual que le sucediera a Francisco Sosa Wagner, de UPyD, por el veto de los nacionalistas en la pasada legislatura.

La más que posible incorporación de los eurodiputados de UPyD (4 en total) y de Ciudadanos (2) vendrá, pues, a reequilibrar el reparto de fuerzas dentro del grupo liberal. La formación de Albert Rivera irrumpe por primera vez en la Eurocámara con dos eurodiputados (Javier Nart y Juan Carlos Girauta), mientras que, en la pasada legislatura, el eurodiputado de la formación de Rosa Díez, Sosa Wagner ya fue eurodiputado sin estar inscrito a ningún grupo político.

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