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La historia de la filarmónica de Hamburgo: cuando Alemania pulverizó los récords de despilfarro

Iba a costar 77 millones y ha terminado costando diez veces más. Esta es la historia de un prodigio arquitectónico que se ha terminado de milagro. 

Iba a costar 77 millones y ha terminado costando diez veces más. Esta es la historia de un prodigio arquitectónico que se ha terminado de milagro. 
La filarmónica de Hamburgo en la inauguración | EFE

Este martes Hamburgo vio abrirse, por fin, la Filarmónica del Elba: un impresionante edificio en las orillas del río que cruza la ciudad alemana destinado a convertirse en referencia europea, y mundial, de la cultura. En la inauguración no faltó nadie: la canciller Angela Merkel, el presidente alemán, Joachim Gauck, así como las autoridades regionales y municipales y las principales personalidades del país. No era para menos.

Antes de escuchar el Prometeo de Ludwig van Beethoven bajo la batuta de Thomas Hengelbrock, los políticos que acudieron no tuvieron más remedio que aludir a la pesadilla en que se convirtieron las obras. Entre elogios a la fastuosa construcción, creación de los arquitectos suizos Herzog y De Meuron, aludieron también al enorme sobrecoste que ha tenido para el contribuyente: el proyecto arrancó en 2001 con un presupuesto de 77 millones de euros y ha acabado costando 789 millones. Además, ha sido inaugurado siete años después de lo previsto. Muchos pensaron que jamás llegaría a ser abierto.

Quizás con el intento de que la apertura estuviera a la altura de las expectativas creadas por los años de retrasos y, sobre todo, a la altura de la inversión, la inauguración dejó imágenes espectaculares: el edificio, que recrea una ola encrespada, se hizo visible desde toda la ciudad gracias a la iluminación. Dentro, hay dos auditorios equipados para que el sonido sea perfecto, un hotel de lujo, 45 apartamentos, un museo, restaurantes...

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El edificio concluido | Wikipedia

Los ciudadanos, y sobre todo los políticos, respiran tranquilos tras la apertura. Durante años, se llegó a pensar que el edificio nunca llegaría a abrirse y que los millones invertidos hasta entonces acabarían enterrados bajo el Elba. El proyecto estuvo condenado desde el principio, por la grandiosidad del edificio, los litigios judiciales e incluso la biología.

La idea de construir un gran auditorio en Hamburgo surgió en 2001, como parte del plan para revitalizar la degradada zona del puerto de la ciudad. El edificio se asienta, de hecho, sobre los pilotes que sostenían un antiguo almacén de té y cacao y se han preservado restos de la edificación original. El proyecto sedujo en su día al gobierno regional y fue tomando forma: iba a convertirse en un edificio de vanguardia, integrado en el paisaje y con una acústica perfecta. Detrás del proyecto estarían los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre Meuron. El japonés Yasuhisa Toyota se encargaría de que la música sonara como en ningún lugar del mundo.

La ciudad se implicó en la obra desde el primer momento: su modesta primera aportación fueron 50 millones a un consorcio con participación también privada. Los trabajos se encargaron a la constructora, Hochtief, y estaba previsto que se amortizara la inversión con la construcción, en el mismo complejo, de los apartamentos y el hotel. A ellos se sumaron cuantiosos donativos de mecenas que querían ver convertida Hamburgo en capital mundial de la música. Por ello, entre otras cosas, se teme que la inversión real sea incluso superior.

Los problemas comenzaron pronto: lo que iba a ser el proyecto estrella del entonces alcalde, el democristiano Ole von Beust, se convirtió en su pesadilla. La fecha de inauguración prevista era otoño de 2010 pero empezó a retrasarse antes incluso de que se colocara la primera piedra. Los costes, también: en 2006 se duplicaron y en 2008 ya eran el triple de lo acordado.

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Las interminables obras | Wikipedia

Lo abultado de la factura llevó al gobierno municipal a actuar y presentó en 2010 una queja formal contra la empresa. Fue el comienzo de la guerra judicial entre políticos y constructores: en 2011, Hamburgo acudió a los tribunales para averiguar quién era el responsable y llegar a alguna solución. El resultado fueron más retrasos: las obras se pararon durante año y medio, desde finales de 2011 a 2013.

Tras varios ultimátums, ayuntamiento y empresa llegaron a otro acuerdo para continuar las obras, que entretanto se habían encontrado obstáculos de lo más variopinto. Lo vanguardista del edificio hizo que en la construcción se encontraran con múltiples problemas. El particular techo del edificio tuvo que ser reforzado por motivos de seguridad. Y hasta los animales que habitaban en la zona pusieron en apuros a los empresarios. La estructura acristalada de la Filarmónica convertía el edificio en el hábitat perfecto para las arañas que pueblan desde siempre las orillas del Elba y que se han convertido en una pesadilla para los nuevos vecinos del puerto: el edificio preservaba el calor en la fría y húmeda Hamburgo gracias a la luz que se colaba por las casi 1.100 ventanas. Los constructores optaron por curvarlas e incorporar pequeños puntos reflectantes para desviar la luz solar y que el auditorio no acabara convertido en un gigantesco invernadero con una elevadísima factura energética.

Entre tanto, la guerra política se llevó por delante al alcalde, que admitió en una comisión de investigación que era el responsable político de lo que estaba ocurriendo. Las pesquisas en el parlamento duraron tres años: concluyeron con un informe de 724 páginas que achacó lo ocurrido a múltiples problemas surgidos durante la construcción, a políticos sobrepasados por el proyecto y a una planificación deficiente.

El nuevo alcalde socialista decidió inyectar más dinero en las obras y que éste saliera adelante como fuera, aunque supusiera colocar el edificio en el puesto número doce de los más costosos del mundo. "Terminar el edificio era la decisión correcta", insiste mientras subraya que allí se escucha la música como nunca antes. Los ciudadanos de Hamburgo pueden ya disfrutar del edificio y de sus terrazas, abiertas a los vecinos. De sus conciertos disfrutarán los afortunados que se hayan hecho con alguna de las entradas: están todas agotadas para esta temporada.

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