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Apenas 90 segundos para salvar la vida en Israel

Desde que sonó la sirena en Tel Aviv sólo tenían 90 segundos para ponerse a salvo. Así se vive ese minuto y medio de terror. 

Cuando este miércoles sonó la sirena en Tel Aviv, muchos israelíes no sintieron una pizca de miedo. Simplemente, estaban desconcertados ¿qué era aquello? Hacía 20 años que ese sonido no inundaba las calles de la ciudad israelí, y muchos no pudieron rememorar el terror de lo que implica el estruendo. "Estaba comiendo un helado cuando sonó la alarma" nos cuenta Gal Leiferman Bensadon, que lleva un año y medio residiendo en la ciudad. Al principio, pensó que se trataba de una ambulancia, y no sabía lo que tenía que hacer. La reacción de su entorno le hizo despertar a la peligrosa realidad que vaticinaba: "Me encontraba en medio de la calle y no sabía dónde me tenía que meter, aunque sabía que tenía que buscar un refugio", explica a LD. 

La norteamericana Marni Mandell se avergüenza un poco al confesar que pensó que se trataba de unas pruebas de sonido. En cuanto miró por la ventana, se percató de que ocurría algo peor: "Vi a gente corriendo al lado de mi edificio, y me costó cinco segundos darme cuenta de que estaban corriendo porque tenían miedo". Miedo, de un ataque aéreo. Le quedaban 85 segundos para encontrar un lugar seguro. 

Estos tres últimos días han supuesto una sucesión de choques con la realidad: primero pensó que los ataques de Hamás no pasarían de la zona sur, y pasaron. Después, que el sonido de la sirena no se repetiría desde el miércoles, y ya van dos ocasiones más en las que el sonido ha retumbado en Tel Aviv. "La sirena me despertó de mi sueño, o por lo menos del mundo de fantasía que había estado viviendo al pensar que éramos intocables", reconoce Mandell. 

"Tienes 90 segundos desde que oyes la llamada para llegar al refugio" explica Gal Leiferman. Un minuto y medio en el que, literalemente, te juegas la vida. Todo depende del lugar en el que te encuentres, y de las posibilidades que tengas de guarecerte en uno u otro lugar, como explicaba Ariel Kanievsky en LD. "A la gente que le pilla en la autopista tiene que bajarse del coche y colocarse entre el vehículo y la cuneta" relata Gal Leiferman. "Hay muchos edificios con refugio antiaéreo, aunque el mío, por ejemplo, no lo tiene".

Por suerte, tanto Marni Mandell como Gal Leiferman escucharon la explosión a lo lejos. El misil cayó en las inmediaciones de la urbe. Pudieron salvarse, pero la sensación de "vivir en tensión" es imborrable. La seguridad ha desaparecido, ahora todo depende de una sirena, que siempre se espera que sea la última. 

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