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¿Ante quién cederá Netanyahu?

Con su agridulce victoria, el primer ministro se prepara para la difícil tarea de formar gobierno. ¿Ceder ante la izquierda o ante la derecha?

Con su agridulce victoria, el primer ministro se prepara para la difícil tarea de formar gobierno. ¿Ceder ante la izquierda o ante la derecha?
Netanyahu, valorando los resultados. | Efe

Tras una campaña apática y una jornada electoral casi exenta de emoción, comienza lo realmente interesante de las elecciones israelíes: el baile de pactos y coaliciones para formar Gobierno.

Los resultados han cumplido las peores expectativas de Benjamin Netanyahu, que con la pérdida de 11 escaños, acusa el castigo de los votantes y el fracaso de su estrategia de presentar lista conjunta con Beitenu, del exministro Avigdor Lieberman

Ahora, con el empate de 60 escaños entre el bloque de derecha y religioso, y el formado por la izquierda y partidos árabes, hay varias posibilidades para que el primer ministro logre mantenerse en el cargo. Pero no son muchas, y todas implican importantes cesiones a cambio de la coalición. ¿Ante quién cederá Netanyahu en este intrincado escenario?

La opción mayoritaria de centro-derecha

Tras conocer los resultados, el primer contacto fue con el recién estrenado partido de centro de Yesh Atid ("Hay Futuro"), liderado por el experiodista Yair Lapid, lo que deja claras las intenciones de Bibi de incluir en el Gobierno al partido revelación de los comicios. "Tenemos que crear el Gobierno más amplio posible. Ya he iniciado esta misión", anunció Netanyahu.

Esto se traduciría en una coalición de Likud-Beneitu (31 escaños), Yesh Atid (19) al que Netanyahu necesitaría incluir los escaños del bloque de derechas y religioso si quiere gobernar con una mayoría holgada. En este supuesto, necesitaría los 12 asientos en la Knéset del sefardí Shas, los 7 de Yahadut HaTorah Hameukhedet ("Judaísmo Unido de la Torá") y los 11 del Habait Hayehudí de Naftali Bennett.

Pero los intereses de Lapid y el bloque religioso chocan de una manera inequívocamente frontal, y se antojan irreconciliables. El partido del experiodista plantea tres exigencias fundamentales: reanudar el proceso de paz con los palestinos y eliminar las subvenciones y exención del servicio militar de los ultraortodoxos para rehabilitar a la clase media.

Asuntos que son innegociables para Judaísmo Unido de la Torá y el Shas, y en menor medida, también para Habait Hayehudí. 

Gobierno en minoría 

Si Benjamin Netanyahu no consigue conciliar las exigencias de Lapid y los ultraortodoxos, probablemente sean estos últimos los "prescindibles" para el primer ministro, por lo que el Shas y Judaísmo Unido de la Torá se quedarían fuera.

Así las cosas, se vería obligado a formar un gobierno con la mayoría estricta en la Knéset (61) escaños, mucho más débil. En esta opción, Netanyahu sumaría los 31 suyos, los 19 de Yesh Atid y los 11 del partido de Bennet, que mostraría las mayores reservas al pacto. 

El primer ministro hará todo lo posible por evitar llegar a este punto, dado que una formación tan debilitada tendría un tiempo de gobierno mucho más corto de lo ya esperado. 

¿Olvidarse de Lapid?

Esta alternativa se esboza como la más descartable, al menos a priori. Benjamín Netnayahu optaría por la formación de un gobierno minoritario, con el Shas, Judaísmo Unido de la Torá y Habait Hayehudí. Por esta vía, renunciaría a incluir a Yair Lapid, y conformaría un gobierno aún más escorado a la derecha.

Además de la inestabilidad, esta disyuntiva le augura un escenario más problemático al primer ministro, que tendría que otorgar una cartera de responsabilidad al líder ultraderechista Naftali Bennett, ó incluso algo más. 

Lo "imposible"

En realidad, el escenario de Netanyahu se reduce a las tres opciones anteriores, que incluyen a los únicos partidos que han mostrado voluntad de pactar con él. Pero aún hay más formaciones en el Parlamento, con muchas reservas para sumarse a la coalición gubernamental.

Los 15 escaños del Partido Laborista serían una fuente de tranquilidad para Netanyahu, pero su líder Shelly Yajimovich se comprometió a no gobernar junto a él "bajo ninguna circunstancia". Lo mismo ocurre con Tzipi Livni , quien ya se negó a sentarse con él en el 2009, cuando lideraba Kadima. No parece que vaya a adoptar una postura diferente con su recién estrenado Haatnuá.

Desde el bloque de izquierdas  tampoco lo tienen fácil para aunar esfuerzos y derrocar a Netanyahu: necesitarían, al menos, un voto más de los que suman para llegar a la mayoría requerida.

A partir de mañana, Simon Peres comenzará los contactos con los partidos, y el día 4 los diputados jurarán su cargo en el Parlamento. Hay margen para que el sistema de pactos se tambalee y se levante un par de veces.  

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