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¿Por qué protestan los turcos contra Erdogan?

Las protestas por la demolición de un parque en Estambul ha acabado con 2 muertos y 1.700 detenidos. ¿Cuáles son las razones reales del descontento?

Durante tres días, Turquía ha ardido – literalmente- contra Erdogan. Más de 1.700 detenidos y 200 manifestaciones por todo el país, que se iniciaron con una protesta contra la demolición del parque Gezi, en el centro de la ciudad. Pero este estallido social, inédito en los últimos diez años, no se ha fraguado sólo contra un plan de remodelación de la emblemática plaza Taksim. Al pequeño grupo que acampó en la plaza a inicios de semana se han unido miles de personas, que han resistido bajo gas pimienta, pelotas de goma y cañones de agua. Y no sólo por la decisión del Ejecutivo turco de convertir una de las pocas zonas verdes de la parte europea de Estambul en un complejo comercial.

Este motivo ha actuado como detonante y como aglutinador del malestar, consiguiendo unir a las diversas facciones de la sociedad turca para expresar un descontento compartido por la deriva autoritaria del Recep Tayyip Erdogan y su partido islamista moderado Justicia y Desarrollo (AKP).

Hasta el momento, el líder turco había sido respaldado en las urnas con aplastantes mayorías, en elecciones limpias. El crecimiento económico experimentado por el país y el pragmatismo de los primeros años de gobierno de Erdogan habían convertido a Turquía en paradigma del islamismo moderado y liberalismo económico, espejo en el que la comunidad internacional instaba a mirarse a países como Egipto o Túnez.

Pero desde 2008, el AKP ha promulgado toda suerte de iniciativas que ponían en peligro ese pretendido secularismo, mientras simultáneamente aumentaban los castigos a periodistas y personalidades que cuestionaban los designios del Ejecutivo. Ello, unido a la represión violenta de manifestaciones y a los planes de Erdogan para perpetuarse en el poder han ido abonando un caldo de cultivo que ha implosionado en esta semana. ¿Una protesta por el derribo de un parque? No, es mucho más. Algunos de los principales motivos del descontento.

Medidas islamizadoras

Cuando hace cuatro años el AKP promulgó el decreto que permitía el velo en las Universidades, el revuelo provocado en la sociedad turca tambaleó los cimientos del AKP. Aunque fue finalmente anulado por el Tribunal Constitucional, no frenó el intento de introducir legislaciones de cariz religioso que ponían en peligro el secularismo del Estado. La aerolínea Turkish Airlines (participada casi al 50% por el Estado) dejó de servir bebidas alcohólicas en sus vuelos a destinos musulmanes, y llegó a retirar una serie sobre Suleimán el Magnífico al que, según las quejas de oficiales del Gobierno, se presentaba como un mujeriego bebedor.

A la polémica del velo le siguió la restricción a la venta y publicidad de bebidas alcohólicas, que contentó a los sectores más conservadores y sacó a la calle a la sociedad turca para protestar contra la medida.

La deriva islamista del Ejecutivo volvió a enseñar los dientes el mes pasado cuando una pareja fue detenida en el metro de Ankara, acusada de actuar indecorosamente. Estaban besándose.

Represión a las protestas

La sociedad turca no ha empezado a salir a la calle a protestar cuando el Ejecutivo hizo oficial el proyecto de demolición del parque Gezi. Aunque de manera mucho más minoritaria, lleva meses haciéndolo contra la participación del país en la guerra de Siria ó la prohibición del alcohol. Antes del estallido de la pasada semana, también planeaba hacerlo contra la detención de la pareja en Ankara con una gran "besada".

En todas estas protestas ciudadanas ha existido un denominador común: la respuesta desmedida de las autoridades contra los manifestantes. Las organizaciones de derechos humanos han documentado cómo las fuerzas antidisturbios han reprimido estas protestas con inusitada violencia.

Situación de la prensa

Que Turquía sea la mayor cárcel para periodistas del mundo no ha sido una de las reivindicaciones que han sacado a las calles a miles de personas durante cuatro días. No obstante, el déficit de libertades que afrontan los medios de comunicación si ha contribuido a aumentar el descontento cuando, día tras día, los periódicos y televisiones no han informado del polvorín en el que se habían convertido las principales ciudades, o lo hacían de manera testimonial. Los medios extranjeros y las redes sociales han sido su herramienta de comunicación, contra los que rápidamente ha cargado Erdogan.

La guerra de Siria

Los dos coches bomba que acabaron con la vida de 43 personas en la ciudad fronteriza de Reyhanli, hace apenas quince días, pusieron en alerta a la sociedad turca: verse inmersos en la guerra de la vecina Siria era una posibilidad cada vez más real.

El Parlamento (controlado casi al 50% por el AKP) aprobó un decreto para permitir al Ejército intervenir militarmente sobre el terreno, en un posicionamiento claro a favor de los rebeldes y en contra de Al Assad. La decisión ha provocado varias protestas de los sectores de la sociedad que no quieren verse envueltos en el conflicto que desangra el país vecino desde hace casi dos años. Erdogan también ha desoído a la calle.

La perpetuación de Erdogan

El líder turco -que aún cuenta con un sólido apoyo social- lleva tiempo ultimando el plan que le permitirá perpetuarse en el poder. Hasta ahora, los estatutos del partido que él mismo creó le inhabilitan para volverse a presentar en 2015, por lo que el líder turco pretende remodelar por completo el sistema del Estado. Acabando con el actual sistema parlamentario e instaurado un régimen presidencialista, la reforma constitucional le pondría en bandeja el control del país durante, al menos, otra década más.

La reforma cuenta con sólidos rechazos, que hasta el momento Erdogan ha desoído. La oposición -debilitada y fragmentada por la fortaleza del AKP- ha comenzado a describirle como el nuevo "Sultán", que ansía seguir al frente de Turquía cuando se cumpla el centenario del moderno Estado turco en 2023.

Proyectos urbanísticos impopulares

La demolición del parque Gezi -que nunca fue aprobada por la comisión municipal- para la construcción de un proyecto comercial es sólo uno más de la política llevada a cabo por Erdogan y que no cuentan con el apoyo de importantes sectores de la sociedad.

Las protestas contra esta clase de planes urbanísticos llevan repitiéndose largos meses, en los que Erdogan ha aprobado, unilateralmente, proyectos como la construcción de un tercer puente sobre el Bósforo, que también acabará con muchas zonas verdes.

De momento, el proyecto de Erdogan para el parque Gezi ha tenido que echarse atrás, al menos en parte. Si acabará construyéndose un centro comercial como inicialmente se proyectó, o un centro cultural y religioso como se asegura ahora no es el verdadero interrogante que dejan estas protestas. La duda continúa siendo si esta será la gota que colmará el vaso y desestabilizará el liderazgo del líder turco, o podrá sortear la crisis y retomar sus planes para asegurarse otra década en el poder. ¿Sultán o presidente? ¿Rebelión o protesta aislada?

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