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Terror, ejecuciones, abusos... el documental que revela la verdadera Arabia Saudí

La cadena de televisión británica ITV ha grabado y emitido un documental en el que se refleja como nunca la terrorífica realidad de Arabia Saudí.

La cadena de televisión británica ITV ha grabado y emitido un documental en el que se refleja como nunca la terrorífica realidad de Arabia Saudí.

Un país que vive completamente aterrorizado, sometido por la sharia y en el que las ejecuciones brutales son una constante, con las mujeres como sujetos prácticamente sin derechos y sometidas habitualmente a abusos, un país en el que una parte importante de la población vive en la pobreza. ¿Estamos quizá hablando del territorio controlado por el califato terrorista del Estado Islámico? No: nos referimos a uno admitido en todos los foros internacionales: Arabia Saudí.

Es la realidad que desvela el documental Arabia Saudí al descubierto (Saudi Arabia Uncovered) que ha emitido hace unos días la televisión británica ITV, con gran cantidad de imágenes grabadas desde el interior del propio país saudita.

El documental ofrece una visión descarnada del reino wahabita, en gran parte gracias a las imágenes rodadas desde la propia Arabia Saudí por ciudadanos con smarphones, colaboradores con cámaras ocultas y por el propio equipo en un viaje en el que se hacen pasar por miembros de una ficticia empresa británica.

Aliado del Reino Unido… y de Occidente

El documental recalca también que Arabia Saudí no es un enemigo de Occidente sino un aliado, para ello nos ofrece imágenes del funeral del anterior monarca saudí, Abdalá bin Abdelaziz, al que acudieron líderes de todo el mundo, incluyendo el rey Felipe VI y el primer ministro británico David Cameron, que en otros momentos aparece hablando de la "buena relación" que une a ambos países.

También vemos a la propia reina Isabel II –no olvidemos que el programa está elaborado por una televisión británica y se habla de los contratos de venta de armas y de formación de cuerpos de seguridad que mantienen el Reino Unido y Arabia Saudí.

Pero, como decimos, Gran Bretaña no es el único país que considera a la monarquía totalitaria saudí como un aliado en Oriente Medio, también lo es para el resto de la Unión Europea y Estados Unidos. Así, vemos como el general Petraeus –que fue comandante en jefe de las tropas estadounidenses en Irak nos da toda una lección de realpolitik en una sola frase: "Ningún país es el aliado perfecto y sin reservas, así que bienvenido al mundo real".

Un país violento... y miserable

Lo más impactante del reportaje son las imágenes grabadas en el interior de Arabia Saudí que nos muestran una realidad que tiene muy poco que ver con lo que la mayor parte de los espectadores podrían imaginar.

Por supuesto, para empezar se trata de un país violento, con ejecuciones en las calles, con plazas en las que hay un sistema de drenaje especial para la sangre de los ajusticiados y con "espectáculos" como varios cuerpos decapitados colgando de dos altas grúas.

La violencia tiene como uno de sus objetivos prioritarios –aunque no el único a las mujeres, víctimas habituales de la policía religiosa, conocida como Al Mutaween, que domina las calles como una auténtica banda armada. Los agentes de este Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, patrullan por las aceras y los centros comerciales y golpean sin pudor a mujeres cuya actitud les parezca indecorosa o que en su opinión estén incumpliendo con alguna norma de su exacerbada visión del islam.

Grabar vídeos está prohibido en todo el país, pero muchos saudíes lo hacen con sus teléfonos móviles y el documental cuenta también con muchos minutos grabados con cámara oculta por un activista que se jugó la vida para hacerlo: "Sí, hay riesgo –admite al principio con la cara tapada y la voz distorsionada pero el mundo necesita saber como hemos estado viviendo perseguidos y esclavizados por décadas".

Gracias a que este hombre se ha jugado literalmente la vida podemos asomarnos no sólo a la violencia sino a una faceta aún más sorprendente: la pobreza. Y es que en el país de los petrodólares y el lujo desmedido de la familia real un cuarto de la población vive en condiciones propias de lugares mucho más pobres como Egipto o incluso Afganistán.

Así, recorremos calles de Yeda, la segunda ciudad de Arabia Saudí, propias del tercer mundo y no de una economía que es la vigésimo primera del mundo en PIB per cápita, cerca de Estados Unidos y por encima de todos los grandes países de la UE.

Las mujeres son, de nuevo, las grandes perjudicadas: sólo una de cada cinco trabaja y vemos a muchas pedir limosna. Las que peor lo pasan son aquellas que no tienen hombres que las sustenten, como una viuda que cuenta que tiene seis hijos y no puede obtener ingresos si no es con la mendicidad.

Educación y promoción del wahabismo

Esa miseria de buena parte de su población no impide que el régimen destine una cantidad ingente de recursos a la promoción del wahabismo –la visión extrema y rigorista del islam sobre la que se sustenta Arabia Saudí más allá de sus fronteras.

La inversión, por llamarlo de algún modo, es brutal: según el documental han gastado 70.000 millones de dólares que se han destinado a mantener mezquitas –entre ellas algunas de las principales en España, publicar textos, dotar económicamente a organizaciones aparentemente de caridad…

Por supuesto, el propio sistema educativo dentro del país tiene la misma función y el documental nos ofrece también una buena muestra de su éxito: un chico de 14 años explica tranquilamente que en el colegio le enseñan que "todos los cristianos deben ser castigados con la muerte hasta que no quede ninguno", que "hay que cortarles la cabeza", un castigo que también guarda para los chiítas.

Aunque Arabia Saudí se cuenta hoy en día entre los países que bombardean al Estado Islámico, la mayor parte de los grupos terroristas islamistas del mundo han bebido de esta ideología wahabita, incluyendo por supuesto Al Qaeda. La organización terrorista fue fundada por un miembro de las clases dirigentes del país –Osama ben Laden y sus vínculos con Arabia Saudí han quedado más que demostrados, si bien esta relación nunca ha alcanzado a las esferas oficiales.

Hay, no obstante, una excepción que también nos cuenta el documental: la Alta Comisión Saudí para la Ayuda a Bosnia Herzegovina, una entidad de supuesta caridad creada durante la Guerra de los Balcanes, cuyo presupuesto es sufragado en una tercera parte por el gobierno y que según algunos habría sido usada para financiar y ayudar a Al Qaeda y otras organizaciones terroristas.

Lo peor es que uno de los dirigentes que ha controlado dicha organización es el actual rey saudita, Salmán bin Abdulaziz. Llegado al poder en enero de 2015, el nuevo monarca parece haber supuesto un endurecimiento aún mayor del régimen, tal y como sugieren las 47 ejecuciones que tuvieron lugar el pasado dos de enero. Entre los ajusticiados algunos notorios terroristas internacionales, sí, pero también activistas y, por ejemplo, el clérigo chií Nimr al Nimr, líder espiritual de una minoría que también es de los que más sufren la opresión wahabita.

Las muertes han acrecentado aún más el clima de terror que se respira en el país: el cámara voluntario dejó de colaborar con los productores –"lo siento, es demasiado peligroso"- y los disidentes como el bloguero Raif Badawi –condenado a 10 años de prisión y mil latigazos sólo han visto cómo se han confirmado sus penas y recrudecido su régimen de encarcelamiento.

Es indudable que en una región convulsa como Oriente Medio es importante contar con un aliado como Arabia Saudí, y también es cierto que el régimen wahabita ha brindado a Occidente información de inteligencia muy importante sobre el terrorismo internacional, pero cuando documentales como este nos permiten asomarnos a la verdadera realidad de ese país cabe preguntarse, parafraseando a Roosevelt, si en esta ocasión nuestro hijo de puta no es demasiado hijo de puta.

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