Un francotirador británico, que forma parte del SAS (Special Air Service, Servicio Aéreo Especial), acabó mató cuatro miembros de Daesh de un solo disparo cuando éstos iban a asesinar a 12 rehenes en Raqqa a principios de mes. Los terroristas pretendían dispararles con un lanzallamas, quemarlos vivos a todos y grabarlo en vídeo, según informa The Daily Star Sunday y recoge el diario AbC.
El militar disparó a una distancia de 1.500 metros contra el terrorista justo en el momento en que se disponía a accionar el lanzallamas. La bala impactó en el aparato, formándose entonces una enorme bola de fuego que mató a otros tres miembros del grupo terrorista que estaban allí para grabar la ejecución.
Poco después de la explosión, los prisioneros fueron puestos en libertad por las fuerzas especiales británica y estadounidense. El verdugo al que mató in extremis el soldado británico ya estaba en el punto de mira de Estados Unidos por su forma de sacrificar a los prisioneros, quemándolos vivos.
Una fuente le narró al diario británico The Daily Star Sunday que "el equipo militar que salvó a los rehenes de manos de Daesh había recibido el aviso de que la ejecución se haría allí. Por eso tomó una posición privilegiada: se veía el pueblo desde arriba".
"Doce civiles iban a ser asesinados, ocho hombres y cuatro mujeres. Eran sospechosos de espionaje. El verdugo pronunció una especie de discurso incoherente. Cuando se disponía a realizar la matanza el francotirador del SAS abrió fuego".
Este rescate se produce pocos meses después de que otro francotirador, también de las fuerzas aéreas británicas, destruyese dos coches bomba de un solo disparo, cuando estaban siendo conducidos en dirección a Libia. Los terroristas querían llevar una bomba a Trípoli, donde tenían planeado atentar contra un mercado, revelan los servicios de inteligencia. Salvó cientos de vidas al disparar al conductor en la cabeza a una distancia de 1.000 metros. La bala atravesó el cráneo del conductor y alcanzó a su copiloto en el cuello. Los mató a los dos.