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Lorenzo Silva: "Si la industria editorial no mueve ficha le pueden dar jaque mate"

El escritor Lorenzo Silva ha causado un gran revuelo al poner buena parte de su obra a la venta en formato electrónico y a precios razonables.

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El escritor Lorenzo Silva ha causado un gran revuelo al poner buena parte de su obra a la venta en formato electrónico y a precios razonables.

Novelas en formato electrónico por poco más de dos euros, completamente legales y sin DRM... la oferta lanzada por Lorenzo Silva con buena parte de sus obras  ha supuesto una innovación radical en el mercado español de la mano además no de un "outsider" o un escritor semidesconocido, sino de un autor de éxito que tiene más de treinta libros editados y que es inquilino habitual de los puestos altos de la listas de éxito.

Así que hemos hablado con Lorenzo Silva y le hemos preguntado por su oferta, por las razones que le han llevado a un proyecto tan ambicioso y rompedor y por su visión de un mercado que está viviendo, sin duda, uno de los momentos más convulsos de su larguísima historia.

Lo primero que surge en la conversación es el estado de la tecnología de los lectores electrónicos, a los que para Silva "les queda un poco" tecnológicamente hablando, aunque la cuestión ha mejorado mucho respecto a hace tres años: "Estuve en EEUU y no me traje ninguno, saqué la sensación de que la máquina no había alcanzado el estado del arte que yo le exijo".

Pero él mismo ya ha dado el paso: "Lo hice el año pasado con el iPad, vi que eso era algo que me creía". La exitosa tableta de Apple le parece "cara, pero como es algo que utilizo profesionalmente si me soluciona algunos problemas pues me lo compro". En cualquier caso, lo "tremendo" es que en realidad, según Silva no se necesita una pantalla del tamaño del iPad para leer, para demostrarlo saca su iPhone 4, pone un texto en pantalla e interpela al entrevistador: "Tú dime que no puedes leer un libro así, esto es espectacular, no hay una impresión de tinta sobre papel que tenga este perfil en ninguna imprenta del mundo", asegura.

Además de eso, en el mercado de lectores electrónicos "empieza a haber cosas muy buenas a precios verosímiles y cosas excelentes a precios que un profesional no tiene problemas en pagar".

El futuro del libro

Lorenzo Silva ve el mercado de los libros "como una partida de ajedrez", por lo tanto es difícil hacer predicciones ya que "tú no puedes prever lo que va a hacer el adversario y, lógicamente, lo que haga cambiará el escenario". Una partida que tiene como protagonistas a "la industria editorial y el mundo digital". Y eligiendo como corresponde un símil ajedrecístico, asegura que "si la industria editorial no mueve ficha le pueden dar mate pastor".

Pero nuestro interlocutor no es un catastrofista, si la industria se mueve tiene muchas posibilidades, ya que "aquí hay un patrimonio de partida muy grande que es el libro, que es más que un soporte, es una realidad cultural, algo que nunca fue el CD y que ni siquiera llegó a ser el vinilo, aunque sí se acercó un poco".

El libro, nos explica apasionadamente Lorenzo Silva, "es un soporte que ha creado una cultura a su alrededor, un patrimonio, una industria y una realidad sociológica como el trinomio editor – librero – bibliotecario".

Es decir, que "si los editores son inteligentes salvarán una parte importante del pastel". Concretamente, el escritor asegura que hay "tres líneas que se pueden salvar". La primera es la más obvia, "el libro de lujo, el que tiene un valor añadido, afectivo, estético o para el lector bibliófilo, que se seguirá habiendo"

También puede haber "un mercado para el libro de regalo, hoy en día un parte importante de lo que se vende son regalos y creo que un libro bien hecho y con un precio ajustado es un buen regalo", desde luego al menos es "mejor que un ePub".

Y Lorenzo Silva cree que hay un tercer nicho para los editores que es probablemente el más sorprendente: "El libro muy barato, de usar y tirar". Una propuesta original y que se debería estudiar: "Si son capaces de ajustar ciertos libros a precios de dos o tres euros la gente se los podría comprar como se compra un periódico, leerlos y luego tirarlos o regalarlos".

Es lo que él mismo denomina "el libro lowcost" y la verdad es que, como casi todas las que nos va desarrollando durante la conversación, resulta una idea interesante.

Y además, libros electrónicos

Todo esto, por supuesto, además de tener en cuenta que en el caso de los lectores más habituales "en la medida de que la tecnología termine de refinarse y de que haya disponibilidad de títulos, el libro electrónico va a ser una opción cada vez más demandada".

¿Y si no hay esa oferta, si no hay esos títulos? Preguntamos ante el panorama poco menos que desolador que encontramos hoy. "Será un error garrafal por parte de la industria", responde Silva contundentemente.

Alrededor de todo esto Silva tiene claro que toda la polémica sobre la propiedad intelectual ha sido una cadena de errores: "El planteamiento se ha hecho mal por parte de todo el mundo". Las primeras críticas, para una industria que "lo ha hecho mal, ha sido muy lenta y ha dejado que su producto lo oferten personas que se lo apropian indebidamente y, además, ganan dinero con otras cosas".

Tampoco se salva de su crítica el Gobierno: "Está claro que las innovaciones son difíciles de gestionar y administrar, es más cómodo ponerse de perfil porque gestionar realidades innovadoras tiene un coste". Así que "la clase política en general ha reaccionado con mucha lentitud y, además, cuando lo ha hecho ha sido con una norma cuyos principios inspiradores más o menos se pueden compartir pero que genera una dinámica antipática: apunta sólo a un parte del problema y lo hace de una forma antipática, con un planteamiento desagradable de cara a la sociedad".

Ni los consumidores se libran del análisis de Silva: "Se ha dejado que el paso y el discurso lo marquen personas que tienen intereses económicos muy concretos". Llegados a este punto el escritor quiere explicarse bien: "Yo no me voy a meter en la casa de nadie a ver qué descarga, además, a un señor que esté en el paro y que se baje una película yo no lo voy a perseguir ni lo voy a considerar éticamente un canalla".

Sin embargo, "de ahí a que algunos hayan construido un discurso en torno al derecho ilimitado de la apropiación de la creación ajena, como si eso fuera un derecho fundamental...". Con eso, Silva cree que, sencillamente, "hemos empezado a desbarrar".

"Y lo hemos hecho – apunta – con el discurso de ideólogos que luego ves muy conectados intereses determinados". Porque, se pregunta Silva, "¿a quién le interesa que los contenidos culturales circulen libremente?" La respuesta es clara: "A empresas de almacenamiento de contenidos que venden publicidad y a los operadores".

Para explicar la perversidad de la situación nos pone un ejemplo: "Te guste más o menos Avatar es una creación de James Cameron, original y a la que ha dedicado unos años de esfuerzo, entonces ¿porque buena parte del dinero que ha generado la circulación de esa película se lo ha llevado el dueño de Megaupload? ¿Qué ha hecho él para merecer esa riqueza generada por Avatar?"

Para Silva eso no tiene ninguna lógica "y que se esté produciendo acredita un fallo por las tres partes: la industria por permitir que suceda; el Gobierno porque tiene unas leyes que en la práctica son papel mojado; y los consumidores que es entendible que se dejen llevar por la inercia de lo fácil, pero no convertir eso en un discurso que defienda que a largo plazo la creación y la cultura van a funcionar así. Eso no me lo creo", concluye.

El libro, un terreno menos peligroso

Preguntamos a Lorenzo Silva si no cree que el libro y la literatura corren, por muchas razones, menos peligro frente al embate de la piratería que otros sectores del entretenimiento. No sólo está de acuerdo sino que afirma que en los primeros días de su experiencia editorial con los ebooks ya lo ha visto.

Y, por supuesto, pasa a explicarnos las razones que el cree que hay detrás de esta particularidad: "Cualquiera consume música y cine, que además generan una adhesión débil: la mayoría ve una película si le interesa o porque hay tiros o sale una tía buena", nos dice. "Del mismo modo, escucho música porque está de moda, es decir, que me pirateo a Lady Gaga y no sinfonías de Bruckner".

El lector es diferente, según Silva: "Yo no conozco a ningún lector casual, ni siquiera el de best Sellers, a veces despreciado, pero que es un señor que se hinca en una silla delante un tocho que no tiene imágenes ni efectos", con lo que demuestra que "tiene una adhesión y una vinculación con eso".

Precisamente ese es, según nuestro interlocutor "el gran error de la industria editorial hasta el momento, no tener en cuenta ese gran activo que tiene, ese lector que es un consumidor más predispuesto a aceptar pactos de contraprestación, pactos de tú te portas bien conmigo y yo me porto más bien contigo".

De nuevo ilustra sus palabras con un ejemplo visto en los últimos días: "Un señor que es moderador de un foro que se dedica a colgar libros obtenidos sin autorización ha dicho que ha visto mi oferta, que se ha comprado el libro más caro, que vale 15 euros, y que su ética individual le impide subirlo. Eso – dice Silva sonriendo – te da un perfil distinto".

Por otra parte, el escritor argumenta que los libros en la red suelen tener una calidad pésima en muchos aspectos: "Los hay sin eñes, sin tildes, que les faltan capítulos enteros, incluso uno mío con el título mal puesto", cuenta. "Vale, es gratis, pero no sabes lo que te estás bajando" y no siempre es legible: "Cuando lo metes en el lector está mal maquetado o no se puede leer confortablemente...".

Silva está convencido de que si a un lector le ahorras todo eso y le evitas perder tiempo buscando "y ese poco de mal rollo que seguramente te puede dar leer una cosa que no es tuya", y por todo eso le cobras tres, cuatro o cinco euros... "a mucha gente le doy una opción que puede aceptar".

Nos recuerda el escritor que en su oferta "se vende el pack de novelas de Bevilacqua y Chamorro por 15 euros, es decir, a poco más de dos euros la novela". Desde luego es un precio muy atractivo "y no lo hago porque esté loco, sino porque creo que puedo hacer que deje de circular un producto que lo hace con una calidad infame" y que no sólo "no da ningún rendimiento ni para mi ni para el editor, un rendimiento que es legítimo", sino que además lo hace también "sin ningún respeto a mi derecho moral como autor".

Así, con una oferta agresiva "consigo que mi libro esté dentro del mercado". Y es que tal y como nos recuerda Silva, "los mercados se crean con una oferta y una demanda". Está claro que hoy en día "demanda hay" y por tanto "si no se crea la oferta surge una ‘alternativa’. Es más: si hay una oferta legal pero en condiciones inverosímiles sigue surgiendo la alternativa". Sólo cuando hay "una oferta razonable es cuando empieza a casar con la demanda".

Una idea rompedora

A estas alturas de la conversación está muy claro que Silva sabía muy bien lo que hacía al lanzar su casi revolucionaria oferta: "Yo planteé en mi editorial que no quería una presencia de mínimos" como la que actualmente parece plantearse la industria, porque además hay otro factor a tener en cuenta: "Escribo en español y potencialmente me dirijo a 400 millones de lectores, con el libro físico sólo puedo llegar a España y dependiendo del libro, pero a América Latina llega muy mal".

Así que empezó a hablar con su editorial "y estuvimos un año de tira y afloja, lo que no es tan raro porque la situación es compleja e incierta". Al final, "yo me he ofrecido a hacer un poco de cobaya, porque creo en lo que estoy haciendo" y la editorial "también se han decidido a hacer esta prueba".

Uno de los aspectos que más han llamado la atención de la oferta es que los archivos se venden sin DRM, lo que según nos cuenta Silva fue más fácil de lo que en un principio se podía pensar: "Fue una conversación de 30 segundos, yo sabía que el DRM es algo que da muchos problemas a los usuarios ‘normales’ y ninguno a la 'gente peligrosa'", nos dice, así que usarlo es "el mundo al revés, la decisión perfectamente estúpida: introducir un problema a la gente que colabora conmigo y ninguno a los que me quiere perjudicar".

"Lo razoné así y el editor también lo vio claro", nos dice satisfecho. Además, Silva se muestra convencido de que la incidencia en las ventas va a ser muy baja, al fin y al cabo "mis libros ya están todos pirateados y tenían el DRM máximo: estar en papel".

Llegamos al final de la conversación no sin antes de que nuestro interlocutor se tome su tiempo para desmentir "la leyenda de que en esto de los eBooks no hay costes" y reivindicar el papel "de un buen librero" o de "un buen editor", piezas del actual mercado que no cree que deban perderse.

Como resumen, y ante el positivo eco que ha tenido su iniciativa Lorenzo Silva nos confiesa que le gustaría "contribuir un poco a sacar este debate de la discusión por momentos un poco sórdida en la que se ha sumido, con mucha agresividad por ambas partes, dosis elevadas de desprecio mutuo y con un enfoque resentido del adversario: tanto de la industria a sus clientes como del consumidor de cultura a los productores de cultura".

Desde luego, con su actitud, con sus palabras y sus hechos está claro que por él no va ser: pocos enfoques tan razonados, ponderados y proactivos podremos encontrar. Sin duda, un ejemplo que la industria editorial debería seguir de cerca.

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