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Rodríguez Ibarra: "Yo sufrí la incomprensión y la denuncia del mismísimo Bill Gates"

La batalla entre Ibarra y Muñoz Molina continúa. El ex presidente responde al escritor en El País, donde rechaza la imagen de "tranquilo jubilado" asegurando ser un experto en las nuevas tecnologías: "Cuando todo el mundo miraba para otro lado yo desafié al negocio del software propietario".

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El cruce de acusaciones a cuenta de los derechos de autor, entre Antonio Muñoz Molina y Juan Carlos Rodríguez Ibarra continúa en las páginas de El País. El académico de la lengua ridiculizó los argumentos del ex presidente autonómico, que comparó los derechos de autor con las maletas o las fregonas.

La réplica de Muñoz Molina fue muy aplaudida y difundida en internet, entre otras cosas por calificar a Ibarra como un "tranquilo jubilado" que vivía gracias a las pagas de todos, pero se permitía criticar asuntos que se basaban en los mismos principios.

Ahora, es Ibarra quien responde al académico desde El País. "Muchos amigos míos nunca entendieron las razones por las que yo renuncié a la paga que por ley me correspondía como ex presidente de la Junta de Extremadura. Ahora lo entenderán: por el placer de poder decirle al señor Muñoz Molina que miente cuando arremete contra mí en su artículo Parábola de Rodríguez Ibarra y las naranjas a cuento de un sueldo que no cobro". Así comienza el ex presidente su réplica.

Además se congratula de que "gracias a mi aportación, Muñoz Molina haya escrito en artículo más leído de El País" asegura "parece que mi artículo hubiese servido para sostener el suyo" porque "sin mencionarme ni utilizarme no hubiera tenido ni la mitad de eco".

Leyendo sus palabras, descubrimos a un heroico Rodríguez Ibarra que enumera sus logros sin despeinarse: "Cuando casi todo el mundo miraba para otra parte, yo desafié al negocio del software propietario, imponiendo en los centros escolares de mi región el software libre, sufriendo la incomprensión y la denuncia del mismísimo Bill Gates, que, como el señor Muñoz Molina, pensaba que las cosas tenían que ser como él quería y no como son". Para Ibarra, que la réplica de Molina "cosechase más de seiscientos comentarios" se debe a que defendió sus propios intereses, mientras que él opta por la valentía de "dudar del discurso dominante, demostrar que hay más caminos y no imponer nada en nombre de la ley, la moral el postmodernismo o las buenas costumbres...".

Más adelante, Ibarra opta por defender su postura sin recurrir a las metáforas de las naranjas y las fregonas, que deja a un lado para llegar al fondo del asunto de los derechos de autor: "Como está concebido, el usuario compraba una creación que se sustentaba en un soporte encareciendo el producto final hasta el punto de que muchos consideraban un exceso el precio a pagar por un acto creativo del que el autor sólo percibía apenas un cinco por ciento" asegura. Considera que "el importe del canon no es proporcional al precio de lo que se adquiere" añade.

La explicación de Ibarra es clara: "Resulta lamentable que un determinado número de creadores que conforman un lobby de presión pretenda seguir disfrutando de unos derechos basados en la cultura analógica, ignorando los efectos que la digitalización está produciendo" y concluye su artículo, sin pelos en la lengua: " El artículo de Muñoz Molina es un alegato a favor de seguir cobrando sus derechos de autor. Sería interesante que Muñoz Molina y el lobby entendieran que Internet ha servido para intermediar entre el creador y el consumidor, por lo que pretender seguir disfrutando de los derechos de autor basado en el soporte es un disparate. Comprendo la posición del lobby; me cuesta más entender que un escritor de la talla de Muñoz Molina haya acabado convirtiéndose en su vocero. No lo esperaba, aunque debe de ser irritante saber que parte de su herencia, con lo que está pasando, se le pueda ir por el sumidero"

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