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El tifón Washi mata a más de 700 personas en Filipinas

Según la Cruz Roja filipina son ya 713 las vidas que se cobró la tormenta tropical Washi y 563, las personas desaparecidas.

Las autoridades de Cagayan de Oro, en el sur de Filipinas, prepararon este lunes fosas comunes para cientos de muertos amontonados en tanatorios y dependencias oficiales de esta ciudad sacudida por una devastadora tormenta tropical.

"Es imposible enterrar a los muertos uno por uno. Nos está costando mucho identificarlos. Estamos construyendo un depósito común para enterrarlos mañana, que se cumple el plazo legal de cuatro días", afirmó a Efe Vicente Emano, alcalde de Cagayan de Oro.

Hasta ese momento, el ayuntamiento tenía contabilizados unos 200 cadáveres encontrados en diferentes lugares de la ciudad y que no habían sido reclamados. La cercana ciudad de Iligan también ha preparado una fosa común, en la que serán sepultados unos 80 cadáveres sin identificar.

Según la Cruz Roja filipina son ya 713 las vidas que se cobró la tormenta tropical "Washi" a su paso por el norte de la isla de Mindanao, un número que aumenta a medida que prosigue la búsqueda de 563 personas desaparecidas, muchas de ellas tras ser arrastradas río abajo en la madrugada del sábado mientras dormían.

Los vecinos de la aldea próxima de Jasaan avisaron este lunes a las autoridades del hallazgo de 45 cadáveres flotando en el río Cagayan. En el modesto barrio de Consolacion, uno de los más afectados por estar situado cera de una las orillas del río Cagayan, un grupo de lugareños rebuscaba víctimas entre las montañas de escombros de las casas que habitaron hasta que se produjo el desastre.

"Nos llega un hedor muy fuerte de ahí debajo y creemos que hay un muerto", dijo Rhabin, conductor de ciclotaxi de 39 años, mientras retiraba con su manos desnudas maderas y láminas de fibra de vidrio dobladas como si fueran acordeones.

El cadáver de una niña de ocho años

Ante la puerta del pequeño ayuntamiento del barrio, a la vista de todo el mundo, se descomponía el cadáver de una niña de unos ocho años a quien nadie del vecindario había echado en falta, al parecer, porque su familiares están entre las víctimas mortales. "Las funerarias ya no aceptan más cuerpos y la tenemos aquí de momento, hasta que pueda ser enterrada. Puede que toda su familia haya muerto y que su cuerpo haya sido arrastrado por la riada hasta aquí", aseguró Cesar Pagapolaan, capitán del barrio.

En los tanatorios de las ciudades afectadas, empleados, voluntarios y médicos forenses trabajan a destajo para amortajar y tomar muestras de los cientos de cadáveres sin identificar. Los trabajadores envuelven a los difuntos con plásticos y cinta aislante y los meten en los ataúdes hechos a toda prisa por los carpinteros, ya que las existencias se han agotado en toda la zona.

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