(Libertad Digital) Gustavo de Arístegui, en la entrevista que concedió este lunes a los informativos de Libertad Digital Televisión, destacó que la victoria de Sarkozy este domingo en las elecciones francesas supone que "por primera vez en mucho tiempo el vencedor de la primera vuelta logra más del 30 por ciento"
El dirigente del PP considera que Sarkozy "es el presidente que necesita Francia, que necesita Europa y que necesita España", y subrayó que tiene "una gran y estrecha relación" con el Partido Popular y con España. Arístegui señaló la importancia de las relaciones con Francia ya que "cuando han ido mal" las consecuencias han sido "extraordinariamente negativas para España".
También destacó que el centroderecha consiguió la "mayoría absoluta indiscutible" sin contar con los votos de la extrema derecha de Le Pen. Ante una posible victoria definitiva de Nicolas Sarkozy, Arístegui recordó la "sandez" de Zapatero de "volver al corazón de Europa" que identificaba con el eje franco-alemán, representado en aquel momento por Jaques Chirac y Gerhard Schroeder. Ahora podríamos encontrarnos, señaló Arístegui, con un eje Sarkozy-Merkel, que son "dos políticos que tienen el mismo proyecto político que el PP", e ironizó con la posibilidad de que Zapatero "vire el ochenta por ciento" de su política para integrar este nuevo eje.
Sin embargo, para Arístegui la política "irresponsable, cuasi revolucionaria, sesentayochista e irracional de Zapatero" no tiene "nada que ver" con la de los socialdemócratas alemanes que están en el gobierno de coalición de Ángela Merkel. Volviendo a Francia, Arístegui explicó que ese país tiene "muchas reformas pendientes" y "necesitaba una sacudida de conciencia". El diputado del PP cree que "el único candidato que tiene ese discurso de la competencia, del mérito, de la excelencia, de la Francia de los mejores que quiere arrasar por arriba, no por abajo" es Nicolas Sarkozy. En este sentido, Arístegui recordó que Francia es el "país moderno con la economía menos eficiente" y que el Estado francés es el primer inversor privado. Como ejemplo destacó que las grandes empresas como Renault siguen siendo propiedad exclusiva del Estado, o que "el 60 por ciento de los estudiantes quieren ser funcionarios".
Su valoración de la política exterior de Zapatero se resume en una palabra: "esperpéntica". "Es esperpéntica la visita de Moratinos a Cuba, la posición española en Gibraltar o en el Sáhara Occidental", dijo Arístegui y explicó que "hasta la llegada" de Zapatero y Moratinos, España "había mantenido una política inequívoca" respecto al Sáhara. Una posición que definió como "perfectamente racional y legal, que buscaba una solución que esté bajo los auspicios de Naciones Unidas, conforme a legalidad internacional y que sea viable, bajo la premisa de que el maximalismo de unos y otros debe ser abandonado". En contraste, explicó Arístegui, la política de Zapatero es un "disparate, que lejos de exigir el abandono del maximalismo de las partes, se coloca del lado del maximalismo de una de las partes", que no es otra que Marruecos.
España no sólo "ha perdido la credibilidad y el respeto" por su política en el Sáhara, para Aristegui también lo ha hecho en "Cuba, Venezuela o Bolivia". Y es que para Arístegui la política exterior de Zapatero es "de partido socialista marxista, de movimiento no aliado, nostálgico de la Guerra Fría".
Esta "deriva radical" del PSOE, tiene su origen, según Arístegui, en que "gana las elecciones convenciendo a parte de la opinión pública, con la manipulación torticera de la información entre el 11 y el 14 de marzo, con una vinculación repugnante de los atentados con guerra de Irak". De esta forma consiguieron votos de "la extrema izquierda, no tanto apoyando a Zapatero y su programa, sino para echar al PP", por lo que el "compadreo" con regímenes como el de Cuba o Venezuela buscaría satisfacer a ese sector de la extrema izquierda. Pero, en opinión de Arístegui, también hay un creciente "convencimiento personal" del presidente Zapatero con esas posiciones. Arístegui cree que en Cuba ya "no tenemos peso" para influir en una posible transición democrática porque los disidentes "detestan al gobierno y al Partido Socialista", EEUU "no se fía de España", y el régimen considera que ya tiene al gobierno de su parte.