LD (EFE) Según la acusación, Van Anraat facilitó materias primas para fabricar armas químicas utilizadas por Irak durante la guerra contra Irán (entre 1980 y 1988) y contra la población kurda del norte de Irak, lo que causó miles de víctimas civiles.
El tribunal de La Haya dictaminó que la fiscalía no pudo demostrar que el empresario holandés, de 63 años, era consciente de la finalidad última para la que fueron empleadas las armas químicas. Sin embargo, los jueces consideraron probado que Van Anraat sabía que las toneladas de materias primas que suministró al régimen iraquí entre 1984 y 1988 se emplearían en la elaboración de armas químicas como el gas mostaza.
Van Anraat es el primer ciudadano holandés condenado por crímenes de guerra cometidos por el régimen de Sadam Husein. También es el primer ciudadano de esa nacionalidad que ha sido acusado de complicidad de genocidio por presunta colaboración con el ex dictador iraquí, quien a su vez está siendo juzgado en Irak por los mismos crímenes.
En una vista que duró aproximadamente dos horas y media, los jueces leyeron su sentencia, que argumenta que la venta de toneladas de materias primas por parte del empresario holandés al régimen de Sadam Husein era merecedora de una condena de 15 años de cárcel, la máxima pena que la legislación holandesa prevé para los casos de crímenes de guerra.
La fiscalía había solicitado otra pena de 15 años por la acusación de complicidad en genocidio. La defensa de Van Anraat, quien no estuvo presente en la sala del tribunal para la lectura de la sentencia, ya ha anunciado que recurrirá el fallo. Por su parte, representantes de la comunidad kurda en Holanda se han declarado favorables a que el ministerio fiscal holandés recurra esta sentencia en primera instancia, dado que no incluye una condena por complicidad en genocidio.
El tribunal de La Haya dictaminó que la fiscalía no pudo demostrar que el empresario holandés, de 63 años, era consciente de la finalidad última para la que fueron empleadas las armas químicas. Sin embargo, los jueces consideraron probado que Van Anraat sabía que las toneladas de materias primas que suministró al régimen iraquí entre 1984 y 1988 se emplearían en la elaboración de armas químicas como el gas mostaza.
Van Anraat es el primer ciudadano holandés condenado por crímenes de guerra cometidos por el régimen de Sadam Husein. También es el primer ciudadano de esa nacionalidad que ha sido acusado de complicidad de genocidio por presunta colaboración con el ex dictador iraquí, quien a su vez está siendo juzgado en Irak por los mismos crímenes.
En una vista que duró aproximadamente dos horas y media, los jueces leyeron su sentencia, que argumenta que la venta de toneladas de materias primas por parte del empresario holandés al régimen de Sadam Husein era merecedora de una condena de 15 años de cárcel, la máxima pena que la legislación holandesa prevé para los casos de crímenes de guerra.
La fiscalía había solicitado otra pena de 15 años por la acusación de complicidad en genocidio. La defensa de Van Anraat, quien no estuvo presente en la sala del tribunal para la lectura de la sentencia, ya ha anunciado que recurrirá el fallo. Por su parte, representantes de la comunidad kurda en Holanda se han declarado favorables a que el ministerio fiscal holandés recurra esta sentencia en primera instancia, dado que no incluye una condena por complicidad en genocidio.
Un grupo reducido de kurdos celebró a las puertas del Palacio de Justicia de La Haya la condena para el empresario holandés. Muchos de los supervivientes de esos ataques con armas químicas padecen secuelas incurables, como problemas respiratorios o malformaciones físicas.
La Fiscalía holandesa ha mantenido que Van Anraat negociaba directamente con las autoridades iraquíes la venta de dichas sustancias. El condenado, detenido en diciembre de 2004, empleó supuestamente estructuras de apariencia financiera, como una empresa panameña que estaba establecida en Lugano (Suiza), para ocultar su implicación en la venta a las autoridades iraquíes.